Murcia ha optado por un modelo de enfermería escolar que no consiste en que cada colegio tenga su propia enfermera, sino en integrarlas en los equipos de atención primaria (EAP) de la zona básica de salud donde se encuentran los centros escolares. Una idea plasmada en el Programa de Atención Comunitaria Escolar para la Salud (PACES) que tendría la ventaja de la multidisciplinariedad de la atención y algunos inconvenientes como la falta de dedicación exclusiva de los profesionales. Actualmente hay 85 enfermeras escolares para 611 centros educativos.
El PACES se articula a través de los programas de Educación para la Salud en la Escuela, de Cuidado del Niño con Enfermedad Crónica y de Alerta Escolar. Ese trípode pretende cubrir también las necesidades sanitarias y educativas de los alumnos que padecen enfermedades crónicas o raras para normalizar su escolarización, y en el caso de la alerta, facilitar que la Gerencia de Urgencias y Emergencias intervenga de inmediato ante la descompensación aguda de cualquier enfermedad.
En este plan no participan sólo enfermeros escolares, sino el EAP completo (médicos, enfermeros y trabajadores sociales) y su ubicación, por tanto, está en el centro de salud. Esa es la razón que el pasado octubre daba la Consejería de Salud, basándose en recomendaciones internacionales, aunque no llegó a satisfacer a quienes reivindican la presencia de una enfermera en cada colegio.
Por tanto, el programa PACES contempla la formación del profesorado en primeros auxilios y RCP, a la vez que se concibe como uno de los pilares de prevención del Servicio Murciano de Salud (SMS). Se pretende que la coordinación estrecha de los equipos sanitario y educativo favorezca programas de intervención comunitaria para promover hábitos saludables y prevenir los factores de riesgo característicos en la infancia y la adolescencia. El listado es ambicioso y cada área de salud lo ha aplicado con cierta flexibilidad desde las nueve áreas de salud, teniendo en cuenta que durante el último curso han sido prioritarias las medidas especiales por la pandemia.
“Es muy difícil dar cabida a un programa tan amplio como el PACES, que prevé integrar a niños con patologías y a la vez llegar a tantas aulas y a tantos docentes con los talleres de educación para la salud”, comenta Begoña Trujillo, enfermera comunitaria escolar que durante el pasado curso ejerció en el centro de salud de Alquerías, con 7 colegios y un instituto a su cargo. La programación de esa zona básica de salud venía guiada por el Área VII del SMS, de la que dependen 12 centros de salud y 12 enfermeras escolares, con un protocolo muy trabajado.
El Covid, invitado indeseable
Trujillo, que es vocal en la Comunidad Valenciana de la Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar (Amece), recalca las complicaciones de la pandemia: “Hemos tenido que considerar los planes de contingencia de cada colegio y atender a lo que cada uno nos pedía; ir curso por curso (de los 8 centros escolares) explicando cómo se ponen las mascarillas, el uso de gel, la necesaria ventilación y la distancia socia; gestionar los test de antígenos de los profesores, así como los contagios de docentes y alumnos; planificar las cuarentenas avisando a las familias y explicando individualmente lo que tenían que hacer….”, comenta, recalcando la dedicación extra que se sumaba al seguimiento de escolares con enfermedades crónicas y la organización de talleres de educación para la salud.
Concretamente en su área se han impartido, al margen de lo relacionado con el Covid, talleres de primeros auxilios para alumnos y docentes, alimentación saludable, salud bucodental, educación afectivo sexual e igualdad de género. Las enfermeras escolares también han colaborado en la vacunación de la gripe para el personal que lo solicitaba, y en las campañas de inmunización contra meningococo y papiloma virus de los escolares.
“No podemos olvidar que somos parte del EAP y actuamos de refuerzo donde se nos necesite”, señala arguyendo que estar en el centro de salud en vez de en un colegio no es la situación ideal para una enfermera escolar “aunque el PACES puede ser un modelo puente”. Su principal crítica es que se contrata a enfermeras directamente de la bolsa de trabajo del SMS sin tener experiencia en enfermería escolar. A día de hoy hay 85 enfermeras con este destino integradas en los EAP de la Región de Murcia.
Trujillo agrega que el papel de los enfermeros comunitarios dedicados a la salud escolar es “más bien de promotores de salud que de cuidadores de personas, porque en realidad no atendemos directamente a niños con patologías o necesidades especiales”. De hecho, se forma al profesorado para atender pequeñas heridas o sintomatología crónica. Otra cosa es el subprograma de alerta escolar, en el que se incluye a niños con cardiopatías con riesgo de muerte súbita; hipoglucemias en niños con diabetes tipo 1; crisis epilépticas y anafilaxia grave con prescripción de adrenalina. En estos casos hay que avisar al 061, ni siquiera al centro de salud.
“Creemos que apenas ejercen de enfermeras escolares”
El Colegio Oficial de Enfermería de la Región de Murcia (Coemur), que lleva años batallando por que se implante la figura de la enfermera en todos los centros escolares murcianos, intensificó la iniciativa en junio con la campaña #uncoleunaenfermera para el próximo curso académico.
Su secretario, Eduardo Estrella, afirma que el programa PACE no se ajusta al proyecto presentado por Coemur, que contempla que las enfermeras trabajen exclusivamente para los centros educativos y con una agenda escolar preestablecida. “Nuestras colegiadas asignadas como enfermeras escolares en centros de salud nos refieren que mayoritariamente acaban realizando las funciones asistenciales diarias y que apenas ejercen en los centros educativos, que es para lo que deberían trabajar en dedicación exclusiva”.
Estrella agrega que el Programa de Acción Comunitaria Escolar está “mal planteado”, porque no solo se trata de que la enfermera eduque en salud, sino que también pueda prestar cuidados de enfermería “in situ”, y atender las incidencias que se produzcan entre los escolares “pero no dejarlo en manos de los docentes que no tienen por qué saber cómo abordar cada caso en concreto”. El representante de Coemur finaliza con un escéptico “no obstante pensamos que más vale algo que nada”
Una travesía complicada
Tanto el Colegio de Enfermería de la Región de Murcia como el sindicato Satse llevaban años apoyando la idea de que los centros escolares de Educación Infantil y de Primaria tuvieran su propio enfermero. Su intensa campaña, apoyada por la Plataforma de Enfermería Escolar (PEE), constituida por 35 entidades, se inició en 2016. Y caló de tal forma que en octubre de ese año la Asamblea Regional aprobó por unanimidad que se incorporaran progresivamente enfermeros a los 611 centros educativos de la región. Por su parte, los ayuntamientos de Murcia y Cartagena fueron los primeros en incorporar esa figura a sus centros de educación infantil, y lo mismo se hizo en 4 centros concertados de educación especial de Yecla, Jumilla y San Javier.
En cuanto al resto de los servicios educativos, la PEE y el Colegio de Enfermería elaboraron una lista de 78 centros escolares prioritarios que presentaron en la Consejería de Educación. La respuesta fue que preferían optar por un proyecto tan diferente que levantó ampollas: sugerían que los escolares con enfermedades crónicas o necesidades especiales se agruparan en colegios de referencia con atención sanitaria especial. La PEE calificó la idea de creación de “guetos escolares”.
Poco después el Grupo Parlamentario de Ciudadanos presentó una enmienda a los presupuestos regionales. Se acuerda que en el curso 2018/19 unos 80 enfermeros irán a otros tantos centros escolares y se consigna una partida de un millón de euros para el proyecto de enfermería escolar. A raíz de allí el Colegio de Enfermería propuso crear una bolsa de trabajo específica.
Después de bastantes idas y venidas, en octubre de 2020 la Consejería de Salud confirma que contratará a 85 enfermeros “para coordinarse con los colegios desde los centros de salud”. Se evaporaron los proyectos iniciales y el apoyo unánime de la Asamblea Regional, pero sí se logró implementar el programa PACES en los 85 centros de salud, en cierto modo prácticamente precipitado por la aparición de la pandemia.
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