Este sábado, 21 de enero, se presentan al examen de formación sanitaria especializada FIR casi 1.600 farmacéuticos que aspiran a una de las 308 plazas que Sanidad ha ofertado para la convocatoria 2023.
Por especialidades, hay 51 plazas para Análisis Clínicos (57, en 2022); 14, para Bioquímica Clínica (16, en 2022); 8, para Radiofarmacia (7, en 2022), 179, para Farmacia Hospitalaria (171, en 2022); 51, para Microbiología (55, en 2022), y 5, para Inmunología (3, en 2022).
No lo van a tener fácil (ningún año lo ha sido), puesto que la proporción es de 5,19 candidatos por vacante FIR convocada. Sin embargo, hoy no es el día para pensar en esto. A unas horas de comenzar la prueba, por la cabeza de los farmacéuticos seguro que está rondando lo último que han repasado sobre las reacciones metabólicas, las enfermedades zoonóticas, qué decía el planteamiento matemático de Heckel o cuál es el nombre del método industrial de fabricación de cápsulas gelatinosas blandas. A lo mejor, incluso nada de esto y solo están pensando en que termine pronto para irse a dormir, engancharse a Netflix o salir de fiesta con los amigos, que es, precisamente, lo que hará Diego Batueca, farmacéutico por la Universidad de Alcalá (Madrid): "Solo quiero que lleguen las 20:30 para que termine todo e irme a tomar algo con mis amigos".
Batuecas es de Toledo. Tiene 23 años y no había terminado la carrera el pasado mes de julio y ya se estaba preparando el examen FIR con una academia on line, pues no quería estar todo el día desplazándose a Madrid. Ha estudiado a conciencia, de lunes a sábado. Solo ha descansado los domingos. Cree que está preparado para superar esta prueba, lo que le da seguridad en sí mismo. Su objetivo es conseguir una plaza para Farmacia Hospitalaria; le da iguál en qué hospital. "Con tener una plaza me conformo", dice a este medio a las puertas de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde tiene lugar el examen.
Pero el más madrugador no ha sido este farmacéutico de Toledo. Miguel López de Abechuco (Farmacia por la Universidad de Salamanca) es el primero en llegar al centro neurálgico del examen. No eran ni las 12:30 y ya estaba aquí, pero, todo estaba cerrado. No habían sacado ni las listas donde los aspirantes pueden comprobar su aula. No importa, saber que la ubicación está controlada le da tranquilidad. En su caso, es el tercer año que se presenta al FIR y en las tres ocasiones se ha preparado con la ayuda de una academia. Para esto, como para todo, la experiencia es un grado y él lo sabe. "No es lo mismo este último año que el primero. He aprendido que es importante descansar el día antes del examen para ir fresco y ahora controlo mejor los nervios y sé gestionar mejor el tiempo para contestar a todo". Él quiere ser farmacéutico hospitalario; no tiene muy claro dónde, pero algo sí tiene seguro, que Madrid, no.
Ni el desánimo ni tirar la toalla no som opciones para Cristina Cedinilla (Farmacia por la UCM), para quien está es su cuarta intentona. Y lo hace con la misma ilusión y las mismas ganas que la primera vez. "Me apasiona mi carrera y me encanta opositar y estudiar. Cada vuelta que daba al temario seguía aprendiendo y entusiasmándome. Es cierto que es muy sacrificado: muchas cosas que dejas de lado, muchos cumpleaños perdidos..., pero si esta vez tampoco lo consiguo, que no creo, me volvería a presentar".
Mientras habla con CF, esta farmacéutica no ha dejado en ningún momento de sonreir, lo que muestra la pasión que relata por su profesión. Quizás haya un poco de nerviosismo detrás, como ella misma confiesa, pero ya sabe a lo que va. "Se que va a haber muchas preguntas que no me sepa, pero igual que yo estarán otros". Cedinilla ha contado todas las veces con la ayuda de academias para preparar el examen, siguiendo las clases a distancia. Lo que mejor lleva es Microbiología y Farmacología. Esto último es lo que ella mejor maneja, puesto que trabaja desde hace dos años en una farmacia comunitaria, pero, confiesa, se le "queda corto". Y es que ella se ve en un futuro como farmacéutica de hospital. "Yo hice las prácticas en La Paz, de Madrid, y roté por todos los servicios. Me encantó. El farmacéutico comunitario es un gran desconocido dentro del hospital, cuando tiene unos grandes conocimientos y está detras de todo, validando todo".
Amuletos de la suerte
Aunque son personas de ciencia, las supersticiones y las creencias religiosas también forman parte de algunos de los farmacéuticos que hoy se examinan. De hecho, Batueca lleva consigo un crucifijo que le regalaron en su comunión que nunca llegó a sacar de la caja, hasta hoy.
Cedinilla lleva también unas cuantas ayudas extra. Para que le de fuerza lleva un rosario, una cruz de Efettá y otra que le regaló su hermana. También cuelga de su cuello una medalla de Santiago y otra de Fátima. Pero la cosa no termina aquí. "También tengo la piedra del estudiante, que se llama Howlita, y un angelito de amatista, que me da tranquilidad y serenidad".
Esperanza Lezano Juberías (Farmacia por la Universidad de Alcalá) no va sola. En sus bolsillos lleva dos bellotas unidas que se encontró en una excursión que hizo. "Cuando las vi, me dije: me darán suerte para el FIR".
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