Aunque sigue habiendo señalética que invita a hablar bajo y silenciar los teléfonos móviles, desde esos tiempos en que la mítica imagen de una enfermera con cofia y un dedo en los labios conseguía acallar una sala de espera de un hospital hasta hoy, el ruido en los hospitales se ha multiplicado.
Así, “un estudio realizado en 2005 -por profesionales del Hospital Johns Hopkins, de Nueva York, publicado en Journal of the Acoustical Society of America- reveló que, tanto durante el día como durante la noche, los niveles de presión de sonora en hospitales están muy por encima de los 58 decibelios (dB)”, límite de exposición sonora a partir del cual el ser humano puede empezar a desarrollar indicadores de riesgo, según explica a Diario Médico Juan Negreira, doctor en Ingeniería Acústica y Marketing & Technical manager (España & Portugal) de Ecophon.
De hecho, el estudio revelaba que durante el día se superan valores de presión sonora equivalentes a 70 dB, mientras que durante la noche se alcanzan los 65 dB. “Los elevados niveles de ruido provocan estrés y aumentan los errores”, explica Negreira, que apunta que “hasta el 70% de los errores críticos en urgencias se provocan por fallos de comunicación”.
Además, cita Negreira estudios que sostienen que “una buena acústica que reduzca el ruido disminuye los reingresos, la estancia media y el volumen de medicación de los pacientes, ya que duermen mejor”.
Sin normativa
A pesar de ello, “no se tienen en consideración los niveles de ruido en la construcción o reforma de hospitales (aunque va aumentando la conciencia en la obra nueva)” y no hay en nuestro país normativa al respecto (sí en otros, como los nórdicos).
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