Hace más de 10 meses me escribió un día Helena Legido, profesora de la London School of Hygiene & Tropical Medecine y de la Univerdidad de Singapur. La conocía de que la había entrevistado en el espacio que hicimos en el confinamiento en Gaceta Sanitaria donde conversé con 100 salubristas, sociólogos, enfermeras, médicos, gestores, políticos,.. en 45 entrevistas. Y su llamada era porque quería plantear a un grupo de investigadores la posibilidad de escribir una carta en The Lancet sobre la necesidad de una evaluación de la pandemia. Enseguida le dije que si y tuve un papel activo en buscar personas que podían confirmar el panel de 20 investigadores y salubristas que al final firmamos el escrito. En él, pedíamos una evaluación urgente e independiente, entre otros aspectos al Ministerio de Sanidad y a las CCAA. La carta salió un 6 de agosto. Desde entonces, hemos realizado otra carta en The Lancet Public Health., un artículo en Gaceta Sanitaria y dos reuniones con el que fue ministro de Sanidad, Salvador Illa, y la secretaria de Estado, Sílvia Calzón.
Pero la situación sigue igual. Mejor dicho, hasta el 30 de junio sigue igual. La evaluación no se he hecho aún. Y lo único que ha generado un avance ha sido hasta ahora el informe que han escrito técnicos del Gobierno y CCAA sobre cuál podría ser el mecanismo de evaluación que podrían poner en marcha en algún momento. Hace unos días leíamos que el Ministerio de Sanidad propondrá los miembros del Comité de Evaluación en el Consejo Interterritorial del SNS el 30 de junio. Previamente el 28 de mayo se producirá una reunión previa del Comité Consultivo, el 8 de junio será la reunión del Comité Consultivo, el 26 de junio la Comisión Delegada, hasta llegar al 30 de junio. Por tanto, Sanidad llevará una propuesta para nombrar a las personas que van a constituir el Comité de Evaluación de la Pandemia, que cuenta con consignación presupuestaria en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia que ha enviado al Gobierno a Bruselas.
Necesitamos desde hace meses y meses una evaluación independiente de la respuesta ante la covid-19 en España. Es evidente y es necesario. Y eso es lo que reflejaba la carta que publicamos en la revista Lancet en la que un conjunto de investigadores y salubristas españoles dimos algunas claves para una mejora de la respuesta ante la pandemia.
Sabemos que la covid-19 ha golpeado fuertemente a España. Y las preguntas que nos planteábamos eran: ¿Cómo ha sido posible esto teniendo España uno de los mejores sistemas de salud del mundo? ¿Cómo es posible que España ahora se encuentre en esta posición?
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Las posibles explicaciones apuntan a una falta de preparación para una pandemia (es decir, sistemas de vigilancia débiles, baja capacidad para las pruebas de PCR y escasez de equipo de protección personal y equipo de cuidados críticos), una reacción tardía de las autoridades centrales y autonómicas, procesos lentos de toma de decisiones, alta niveles de movilidad y migración de la población, falta de coordinación entre las autoridades, poca dependencia del asesoramiento científico, envejecimiento de la población, grupos vulnerables que experimentan desigualdades sociales y de salud, y falta de preparación en residencias de ancianos. Pero la realidad es que estos problemas se vieron exacerbados por los efectos de una década de austeridad que había agotado la fuerza laboral sanitaria y reducido la salud pública y las capacidades del sistema de salud, sobre todo de la atención primaria. Con casi nada de Salud Pública y poca Atención Primaria, nos pilló el virus.
Y ahora, mejor dicho, hace meses, necesitamos una evaluación exhaustiva, independiente e imparcial por parte de un panel de expertos (a poder ser, internacionales y nacionales), centrados en las actividades del Gobierno Central y de los gobiernos de las 17 comunidades autónomas de los sistemas de salud y asistencia social para preparar al país para futuras pandemias, identificando debilidades y fortalezas, y teniendo claro las lecciones aprendidas. Esta evaluación sería bueno que incluyera tres áreas de la gobernanza y toma de decisiones, del asesoramiento científico y técnico y de la capacidad operativa. Y además, sería interesante tener en cuenta las circunstancias sociales y económicas que han contribuido a que España sea más vulnerable, incluidas las crecientes desigualdades. Además, esta evaluación no debería concebirse como un instrumento para asignar culpas. Más bien, debería identificar áreas en las que la salud pública y el sistema de salud y asistencia social deben mejorar. La clave no es encontrar culpables, la clave es la mejora.
Más de un año después, las palabras que conocemos más son: Confinamiento, pandemia, desescalada, incidencia, PCR, test de antígenos, respirador, cribado, asintomático, anticuerpo, tasa de positividad, número reproductivo o toque de queda, junto a mascarilla, gel hidroalcohólico, las distancias de seguridad y la ventilación. En estos más de 14 meses, se han puesto en marcha cientos de medidas, a veces unas contrarias a las anteriores. Desde planes de desescalada, pruebas piloto para el regreso de turistas, cierre de actividades económicas, cierre perimetral de municipios o la obligatoriedad de mascarilla, que han surfeado sobre las diferentes olas. Y todo ello, sin claves de una evaluación que hubiera sido muy necesaria en el otoño.
Una parte del grupo que escribimos en The Lancet y en The Lancet Public Health, publicamos un artículo en Gaceta Sanitaria un artículo donde planteábamos que idealmente, el resultado de la evaluación, con sus propuestas asociadas de mejora, podrá contribuir a:
- • Diagnosticar y construir partiendo del reconocimiento del pasado, incluyendo las lecciones aprendidas a partir de las pandemias anteriores (previas a las covid-19).
- • Revisar el presente: cronología de acontecimientos y actividades en relación con la pandemia de Covid-19.
- • Comprender los impactos: Examinar cómo respondió el sistema de salud y social a nivel central y de las comunidades autónomas y evaluar los impactos directos e indirectos tanto de la pandemia como de las medidas de respuesta.
- • Identificar mejoras para el futuro, incluyendo una visión de sistema fortalecido e idealmente equipado para la preparación y respuesta ante una pandemia.
Y mientras pasaban los meses y meses en España, un Panel Independiente, propuesto por la Organización Mundial de la Salud para la Preparación y Respuesta ante una Pandemia, encabezado por Helen Clark, ex primera ministra de Nueva Zelanda, y Ellen Johnson Sirleaf, ex presidenta de Liberia ha generado un informe sobre la gestión de la pandemia tanto de los países como de la OMS. Este panel de la OMS relata en el informe cómo los gobiernos y las organizaciones de salud pública de todo el mundo respondieron lenta e ineficazmente al coronavirus, a pesar de las advertencias previas. El informe describe los supuestos errores, sobre la planificación ineficaz y las respuestas lentas, incluidos los pasos en falso de la propia OMS, que ayudaron a alimentar una pandemia que ha matado a muchísimas personas.
Muchos de los fallos, como la incapacidad de los gobiernos para obtener equipos de protección o para realizar un rastreo de contactos generalizado, han sido claros durante el curso de la pandemia. El informe es severo en su evaluación y desde su punto de vista, generó que los responsables de proteger y liderar no hicieron ninguna de las dos cosas. Además, el informe describe los fallos en cadena donde uno llevó a otro, desde el sistema de alerta de pandemia “lento, engorroso e indeciso”, a los años de planes de preparación que no se cumplieron, a las respuestas inconexas e incluso obstructivas de los gobiernos.
Pero los tropiezos de la OMS no justificaron los fracasos. Las señales de advertencia fueron ignoradas. El informe también culpa a los líderes por responder lentamente a las primeras pruebas de que las personas sin síntomas podrían propagar el nuevo coronavirus. Las principales agencias de salud, incluida la Organización Mundial de la Salud, brindaron consejos contradictorios y a veces engañosos. El informe continúa diciendo que se perdieron oportunidades para aplicar medidas básicas de salud pública. En lugar de unirse detrás de respuestas de salud comprobadas, los gobiernos y sus ciudadanos se dividieron. El uso de mascarillas y el distanciamiento físico se convirtieron en declaraciones políticas. Las teorías de la conspiración se difundieron enormemente.
Con demasiada frecuencia, se descubrió que los líderes de los países tomaban decisiones de salud con el objetivo de mantener a flote sus economías. Resultó ser una elección falsa. El panel encontró que los países que respondieron enérgica y eficazmente al brote también obtuvieron mejores resultados económicos. De hecho, las medidas de contención de la salud deberían haberse implementado de inmediato en cualquiera de los países ante un caso probable. El informe sugiere que es necesario abordar los desafíos a los que se enfrenta la Organización Mundial de la Salud, que opera por consenso de los gobiernos nacionales y no tiene autoridad para hacer cumplir sus propias reglas, ya que hay un gran abismo entre lo que se espera de la organización y la cantidad de dinero que recibe.
De todas formas, hay que decir que los países que más sufrieron en esta pandemia son los que no atendieron la declaración de la OMS de 30/1/2020, perdiendo un tiempo precioso durante febrero, devaluando la ciencia, minimizando el potencial impacto de la pandemia y retrasando la toma de decisiones.
Por tanto, cómo decíamos, esta pandemia ha producido un enorme impacto en términos de salud física y mental, disrupción social y sufrimiento en la población, aumentado además las desigualdades incluidas las de salud. Ante todo ello, es necesario ocuparnos por un lado en mitigarlo con políticas públicas efectivas dirigidas a toda la población (universales) y a la población más desfavorecida (selectivas) y por otro, esto debe ser una llamada de atención para que en el futuro estemos mejor preparados y con más ágil capacidad de recuperación ante las amenazas pandémicas que puedan surgir. Esperemos que una buena evaluación nos dé las pistas necesarias a políticos, profesionales y ciudadanía de cara al futuro.
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