Llega el verano y todo el mundo piensa en los festivales y conciertos, eventos masivos que, aun realizándose al aire libre, siguen siendo peligrosos ya que incrementan la probabilidad de contagio al haber más interacción y aglomeración de personas. En Países Bajos se ha venido haciendo algún experimento para evaluar el riesgo de concentraciones musicales en estos tiempos de pandemia. Pero si hay que destacar un estudio es el PRIMA-CoV, que se realizó en diciembre en Barcelona.
Se trata de un ensayo clínico riguroso, el primero controlado aleatorio para evaluar el riesgo de transmisión de covid-19 en un concierto de música en vivo en interiores, según señala la prestigiosa revista The Lancet, que lo ha publicado este jueves por la noche. El experimento reportó cero casos de transmisión del virus entre las más de 1.000 personas de entre 18 y 59 años reclutadas para esta prueba. Se excluyeron los casos que dieron positivo en el test covid que se les hizo antes, los que habían estado en contacto con un caso positivo en las dos semanas anteriores, los que tenían condiciones preexistentes que fueran factores de riesgo conocidos para tener covid grave y los que estuvieran conviviendo con personas mayores en ese momento.
Como ya contó este periódico cuando tuvo lugar el ensayo, se dividió a los participantes en dos grupos, uno experimental (463 personas) y otro control (496) cuyos miembros no entraron en el concierto. A todos ellos se les realizó un test de antígenos antes del evento y ocho días después fueron sometidos a una PCR. Impulsado por el organizador de conciertos Primavera Sound y llevado a cabo por la Fundación Lucha contra el Sida y las Enfermedades Infecciosas y el Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona, el experimento se realizó en la Sala Apolo de Barcelona.
Además de las mencionadas pruebas, se controló la temperatura de todos los asistentes antes de permitírseles entrar al lugar y se les entregó una mascarilla N95, que debían llevar en todo momento dentro de la sala. Se proporcionó desinfectante de manos en varios puntos, el lugar estaba bien ventilado (todas las puertas de acceso y salida permanecieron abiertas para permitir que circulara el aire fresco), se controló la temperatura para que los asistentes pudieran usar cómodamente sus mascarillas y se cerró el guardarropa para evitar hacer cola. Pero no se pidió distancia de seguridad y podían cantar y bailar.
Ninguno de los asistentes al evento dio positivo por covid-19 ocho días después del concierto, mientras que dos personas del grupo control (que no asistió al evento) dieron positivo, una cifra acorde, como señala The Lancet Infectious Diseases, con la situación epidemiológica de Barcelona en el momento del ensayo, el 12 de diciembre (hay que recordar que la segunda ola estaba bajando, el 10 de diciembre se registró la incidencia más baja de ese descenso, 188,72, y comenzó a crecer de nuevo enlazando con la tercera ola, que alcanzó cifras récord en enero).
En ese sentido se manifestó el autor principal del estudio, el doctor Josep Llibre, del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol: "Nuestro estudio proporciona evidencia temprana de que los eventos musicales en interiores pueden tener lugar sin aumentar el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 cuando se toman medidas de seguridad integrales, pero es importante que nuestros hallazgos se consideren a la luz de la situación en España en ese momento, cuando las cifras de contagios no eran altas y existían muchas restricciones. Como resultado, nuestro estudio no significa necesariamente que todos los eventos masivos sean seguros". El mismo autor señalaba, como recoge la revista científica, que se necesitan "más estudios que incluyan un mayor número de personas que exploren diferentes escenarios y políticas que tengan en cuenta el contexto local" en cada momento (que se verá alterado por los cambios en la incidencia, las campañas de vacunación o la posible aparición de nuevas variantes más transmisibles).
La profesora Rosanna Peeling, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, que no participó en el estudio pero sí en la revisión por pares del ensayo, escribe en The Lancet: "Este estudio es un recordatorio importante de la necesidad de realizar estudios bien diseñados a medida que continúa la innovación en el uso de pruebas diagnósticas. Estos estudios generan preguntas adicionales para formar hipótesis para otros resultados del modelo. Por ejemplo, ¿habrían sido suficientes unas mascarillas quirúrgicas? ¿Cómo se comparan las pruebas rápidas de antígenos en la entrada con el cribado molecular dentro de las 72 horas posteriores a la entrada? ¿Crea el cribado cuellos de botella con un mayor riesgo de transmisión entre los que aún no han sido evaluados? ¿Qué diseño de estudio se requeriría cuando los asistentes no son todos de la misma comunidad pero asisten a eventos internacionales como los Juegos Olímpicos y Paralímpicos? Y la pregunta que preocupa a todos es si los test de antígenos existentes pueden detectar variantes de covid-19 preocupantes y el papel de la vacunación".
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