Investigadores de la Universidad Estatal de Michigan (MSU, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, coordinan un estudio en el que participan 15 centros de investigación del mundo, entre ellos la Universidad de Santiago de Compostela (USC), para desarrollar un apósito de biopolímero que ayude a curar heridas crónicas con una combinación de moléculas que favorezcan la lucha contra las infecciones.
Este grupo internacional de universidades -del que forman parte las americanas Harvard, Emory, Rutgers, Georgia Techs, y la de Siegen (Alemania)- busca una solución barata y eficaz para un problema de salud que afecta a millones de personas en el mundo y que son la primera causa de amputaciones. Se estima que en el mundo hay unos 45 millones de pacientes con heridas crónicas avanzadas (las que no responden a las terapias tradicionales), por lo que se considera una de las necesidades de salud más urgentes.
“A pesar de existir numerosos remedios comerciales para este tipo de lesiones, no siempre son efectivos y algunos que emplean alta tecnología resultan muy caros para los sistemas de salud”, explica el investigador principal del estudio, Morteza Mahmoudi, experto en nanomedicina y medicina regenerativa en la MSU.
En 'Molecular Pharmaceutics'
Tras años de estudio sobre los materiales más avanzados para curar el tejido cardiaco, luchar contra las infecciones y reforzar el sistema inmunológico, este grupo investigador acaba de publicar en Molecular Pharmaceutics (julio 2021) un proyecto muy avanzado de apósito sintético antibacteriano y autodegradable.
El grupo de investigación, en el que participan Pablo Taboada, director del Grupo de Física de Coloides y Polímeros, y Carmen Alvarez-Lorenzo, catedrática de Tecnología Farmacéutica, ambos de la USC, ha colaborado en un pequeño ensayo piloto del apósito experimental, con resultados muy prometedores: 13 pacientes de heridas crónicas se curaron.
El proyecto ha dado un salto adelante al contar con una empresa en el Reino Unido para supervisar el desarrollo y la aprobación de la nueva tecnología, y acaban de ganar una beca Eurostar para acelerar el desarrollo del producto.
Buscan replicar la matriz extracelular
En el artículo arguyen que hay variadas tecnologías que ayudan a curar heridas crónicas estimulando la regeneración de los tejidos y, por tanto, requieren recolectar células naturales con procesos complejos y costosos que suben el precio del producto y lo dejan fuera del alcance de muchas personas y de los propios sistemas de salud. Por eso han ideado un producto a base de biopolímeros ya preparados, con costes de producción bajos, a los que añaden nuevos materiales para poder curar las heridas.
El estudio, centrado en la restauración de los mecanismos de reparación que aporta un apósito multifuncional, explica detalladamente su desarrollo, que arranca de una estructura flexible de nanofibras de polímeros naturales (como el colágeno que tenemos en la piel y el cartílago), una especie de andamiaje 3D para inducir la migración celular y el desarrollo de vasos sanguíneos nuevos. “Básicamente replicaría la función de la matriz extracelular, el soporte natural del tejido que está vivo y sano”, comentan los autores, agregando que a dicha estructura se pueden incorporar proteínas, péptidos y nanopartículas que combaten las bacterias, para animar al sistema inmune a hacerse cargo de esa tarea. Así lo habían reflejado previamente en trabajos publicados en Nature Nanotechnology y Trends in Biotechnology.
“Es muy importante que las propiedades físicas y mecánicas del apósito se parezcan mucho a las de la piel porque, para poder curar, las nuevas células tienen que sentirse como en casa”, explica Mahmoudi, resaltando que el apósito que ensayan se degrada con el tiempo, sin necesidad de que nadie lo tenga que cambiar o retirar, lo que evita infecciones.
Los investigadores habían entrevistado a muchos profesionales de la salud sobre lo que necesitaban específicamente para curar las heridas crónicas y se pusieron a trabajar en la solución de problemas. “Las heridas crónicas son uno de los temas más complicados que los sanitarios tienen que tratar. Para que un apósito sea funcional tiene que resolver todos los problemas, es decir que sea fácil de usar, práctico y barato para favorecer a la mayoría de los pacientes”, arguye el coordinador del estudio.
Varios tipos de heridas crónicas
El ejemplo más conocido de herida crónica es el de las úlceras del pie diabético, pero también están las úlceras venosas de las piernas (generalmente asociadas a síndrome postrombótico), y las úlceras de presión que padecen en distintas zonas de apoyo corporal muchas personas mayores inmovilizadas o paralizadas.
Se calcula que hay unos 400 millones de personas con diabetes en el mundo, y la cuarta parte podría desarrollar este tipo de lesiones en los pies a lo largo de su vida. Hasta un 30 por ciento fallecen en los cinco años siguientes a su aparición, no solo por las complicaciones propias de la herida que no cicatriza, sino que pueden agravarse por tener un flujo sanguíneo restringido y otros factores que enlentecen la respuesta del sistema inmunitario, o daño en el nervio que solapa el dolor de la herida y retrasa la búsqueda de tratamiento. Cuanto más tarde en curarse una úlcera, más posibilidades de infección y de que haya complicaciones serias.
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