El agotamiento laboral o burnout de los profesionales sanitarios es un tema de gran importancia para los sistemas de salud. En los últimos años se está poniendo de manifiesto la necesidad de proteger y cuidar la salud y el bienestar emocional de estos profesionales para mejorar al mismo tiempo la calidad asistencial. En el caso de los oncólogos este burnout se manifiesta con especial incidencia y hay un mayor riesgo de padecerlo, debido principalmente al contacto directo con pacientes gravemente enfermos y sus familias y a un panorama médico en constante cambio, según información del Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO), de Barcelona.
Para conocer cuáles son la situación y el panorama entre los oncólogos jóvenes –residentes de oncología y profesionales que llevan menos de cinco años ejerciendo– y saber cómo les había afectado la pandemia de la covid-19, desde la sección +MIR de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) se ha llevado a cabo un trabajo de investigación dirigido por Elena Élez, coordinadora de esta sección, investigadora del Grupo de Tumores Gastrointestinales y Endocrinos del VHIO y médica oncóloga en el Hospital Universitario Vall d’Hebron. Los resultados de dicho estudio, firmado por Pablo Jiménez Labaig, miembro de la sección +MIR de SEOM y oncólogo médico del Hospital Universitario de Cruces en Barakaldo, Vizcaya, acaban de ser publicados en ESMO Open y apuntan que "un número considerable de estos oncólogos jóvenes están afectados por el burnout y que la pandemia ha tenido un impacto profundo entre ellos", destaca el VHIO.
“Resulta especialmente significativo ver que casi uno de cada cuatro oncólogos jóvenes tenía dudas sobre su vocación médica. Esto debe ser un aviso para que entendamos la necesidad de cuidar a estos médicos jóvenes, y destaca la importancia de adoptar estrategias de detección y prevención del burnout”, explica Élez.
Los resultados que ahora se han publicado son el fruto de dos encuestas llevadas a cabo en línea entre residentes de oncología y jóvenes especialistas en oncología en España. La primera de las encuestas abordó el desgaste profesional y sus determinantes antes de la pandemia de la covid-19, mientras que la segunda analizó el impacto de la pandemia en la organización de la salud, la formación y la salud física y psicológica en esa misma población.
Segundo año de residencia, punto crítico
Los datos de la primera de las encuestas, que ya se habían comunicado previamente durante la celebración del congreso anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) de 2020, destacan como el burnout es común entre los residentes de oncología médica, y llega a afectar al 28,2% de los encuestados. Esto es especialmente más acentuado entre los residentes de segundo año, donde se alcanzó un pico del 35,7% de afectados.
Esta primera encuesta también sirvió para identificar algunas de las variables que pueden incidir en este agotamiento profesional, y señala entre otras una percepción de falta de tiempo dedicado a actividades de ocio y vacaciones o la dificultad para lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar. “Aunque pueda parecer contraintuitivo, este trabajo sirve para poner de manifiesto que el burnout existe entre los médicos jóvenes. Esto puede ser debido a que cuentan con menos herramientas para afrontar el estrés; por eso es importante actuar y trabajar para incorporar en su formación cómo manejar estas situaciones”, continúa apuntando Élez.
Impacto de la COVID-19 en la formación
Los datos obtenidos con la segunda encuesta han servido para poner de manifiesto cómo ha afectado la pandemia de la COVID-19 a estos jóvenes oncólogos. “Hasta el 84,3% de los encuestados afirmó que su programa de formación se había interrumpido y que se suspendieron las optativas en otros hospitales de España y del extranjero, siendo muy posible que no sean recuperables la gran mayoría de estas rotaciones perdidas”, explica el Dr. Pablo Jiménez Labaig. También casi tres cuartas partes, un 71,1%, fueron reasignados a la atención de COVID-19 en condiciones de trabajo claramente inadecuadas y casi una quinta parte estaba infectada por SARS-CoV-2, tasas que son claramente más altas que las generales entre los profesionales de la salud europeos y los reportados por otras especialidades.
Además del impacto en la salud física, también se analizó la salud mental de los profesionales. Los resultados revelaron que el 37,3% tenía puntuaciones que indicaban ansiedad y el 30,4% síntomas depresivos de moderados a graves. A pesar de estas cifras, el 64,2% de los encuestados dijo no tener acceso a apoyo psicológico en su lugar de trabajo. “Llama la atención, frente a datos tan alarmantes, que existan tan pocas medidas para reducir el desgaste de los jóvenes profesionales en esta situación crítica”, comenta Jiménez Labaig, quien añade que el efecto acumulativo del sobreesfuerzo constante y la falta de formación adecuada pueden agravar aún más los efectos que la pandemia está teniendo en estos profesionales.
En base a los resultados obtenidos en estas dos encuestas y las sugerencias aportadas por los encuestados de la segunda, desde el grupo +MIR de SEOM se proponen una serie de medidas encaminadas a reducir el burnout en oncología. Así, en materia de prevención, se considera imprescindible no exceder el horario laboral establecido para garantizar el tiempo libre y vacacional.
Mentoría más exhaustiva en períodos críticos
En cuanto a detección y manejo, se propone una mentoría más exhaustiva en periodos críticos de residencia, como el segundo año, para detectar y abordar el burnout, así como la integración progresiva en el servicio de oncología médica. También es necesario implementar programas de asesoramiento psicológico para los médicos que lo necesiten.
“Con respecto a la situación actual de la pandemia de covid-19, es fundamental que los oncólogos jóvenes no falten a la formación en su especialidad o en el manejo seguro de pacientes infectados. También debe reconsiderarse el reconocimiento y la remuneración de los médicos jóvenes que han estado en primera línea durante la pandemia”, añade Elena Élez, que finaliza explicando como las intervenciones destinadas a mejorar el equilibrio entre la vida laboral y personal, el manejo del estrés y la formación de los jóvenes oncólogos españoles podrían ser eficaces para mejorar su salud mental y física y garantizar una mejor atención sanitaria a los pacientes oncológicos a largo plazo.
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