Callejear por Madrid es sorprenderse. Es una ciudad en la que parece que se ha visto todo hasta que la siguiente sorpresa se planta delante de los ojos de uno. Esto le sucede al que se deje caer por la calle San Bernardo, que sin darse cuenta puede verse dentro de una farmacia barroca con 245 años de historia. La Farmacia Deleuze es un icono de la historia de la farmacia española.
Ser cliente o paciente habitual en esta oficina de farmacia convalida estudios de Historia del Arte. El Consejo General de Colegios de Farmacéuticos en su patrimonio histórico describe que esta botica “destaca por la decoración de estilo barroco en la zona de dispensación, mientras su interior obedecería al estilo historicista con elementos neogóticos y árabes”. La zona de dispensación está ocupada por seis hornacinas con adornos de estilo rococó que contienen parte de un botamen de porcelana.
El recorrido histórico de esta farmacia arranca en el S.XVIII. Fue fundada en 1780 con el nombre de ‘Botica de San Bernardo’, bajo la propiedad de Baltasar de Riego. En 1861 pasó a manos de Juan Chicote, quien comenzó a organizar unas tertulias en la rebotica donde se congregaban personajes destacados de la época como Méndez Álvaro, Federico Rubio, Castelar, Cristino Martos o Pi y Margall. En 1947, su propietario, Alberto Deleuze, restauró la fachada para recuperar su decoración original, transformando una de sus dos puertas en escaparate.
Ahora, está al frente de este ‘museo’ Isabel García Parreño, que, aunque no tiene el Deleuze en el DNI, la farmacia sigue en la familia y próximamente habrá relevo. “Mi suegro compró la farmacia, se murió y entonces pasó a su hija, pero esta tenía incompatibilidad y entonces me la vendió a mí”, describe Isael García Parreño, que ya tiene todo organizado para que la farmacia pase a su hijo con el apellido Deleuze otra vez como protagonista.
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