El impacto del uso de los edulcorantes como sustituto del azúcar sigue siendo objeto de debate. No son completamente inocuos, ni tampoco son extremadamente perjudiciales. Su uso está regulado por la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), que es la entidad que marca los límites dentro de los cuales su consumo se considera seguro.
A pesar de ello, dado que la sustitución se ha vuelto masiva no solo como complemento, sino como ingrediente en muchos productos procesados, se vigila que un uso abusivo no conduzca a efectos adversos o al desarrollo de enfermedades.
Algunos sustitutos del azúcar pueden tener consecuencias inesperadas para la salud cerebral a largo plazo, según un reciente estudio publicado en Neurology. El trabajo examinó siete edulcorantes bajos en calorías y sin ellas y determinó que las personas que consumieron las mayores cantidades experimentaron un declive más rápido en sus habilidades de pensamiento y memoria en comparación con quienes ingirieron menos.
Si bien la investigación mostró una relación entre el uso de algunos edulcorantes artificiales y el declive cognitivo, no probó que fueran una causa directa. Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), Guillermo García Ribas, miembro del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias, contextualiza el trabajo. "Si bien abre una nueva vía de trabajo, se trata de una serie de conclusiones preliminares que ponen sobre la mesa la necesidad de delimitar qué es abusar de este tipo de sustancias", subraya.
En este sentido, Ribas asegura que "conocemos bien los límites del uso de azúcar refinado [20 gramos al día máximo], pero aún tenemos que observar el efecto de los sustitutos". Para el neurólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, "se trata de una llamada de atención para que establezcamos que nuestra salud cerebral precisa de una dieta variada".
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