Si ‘aptónimo’ es el nombre propio de una persona que se ajusta como anillo al dedo a su ocupación profesional (llevamos vistos numerosos ejemplos), seguramente podríamos hablar de ‘antiaptónimo’ cuando se da la circunstancia opuesta. Pienso, por ejemplo, en las pullas que hubo de soportar en vida el doctor Pedro Mata (1811-1877), que no es un caso aislado en el mundillo sanitario. Uno de los cirujanos más conocidos y queridos de mi ciudad, Salamanca, fue el doctor Humberto Carnicero (1935‑2018); y bien reciente tenemos también a dos ministras de sanidad con Mariano Rajoy: Ana Mato, en el período 2011-2014, y Dolors Montserrat, en el período 2016-2018. Otro ejemplo paradigmático es el de la Clínica Planas de Barcelona: tras la muerte de su fundador, el cirujano plástico Jaime Planas Guasch (1915-2004), al frente de ella siguen sus tres hijos: Javier Planas Ribó, economista, en calidad de director general; y Jorge y Gabriel Planas Ribó, cirujanos plásticos, en calidad de director médico y subdirector médico, respectivamente. Entre los cuatro han logrado hacer de la Clínica Planas un referente internacional sobre todo en el campo de las mamoplastias de aumento.
Para un racista que propugne la supremacía blanca, es difícil imaginar aptónimo más apropiado que el del nacionalista surafricano Eugène Terre’Blanche (1941-2010), defensor del apartheid (el nombre de pila Eugène significa en griego «bien nacido», emparentado con ‘eugenesia’; y terre blanche, en francés, vale por «tierra de blancos»). El supremacista estadounidense Don Black (n. 1953), en cambio, carga con un antiaptónimo.
Antiaptónimos son también los de Ciro Immobile (n. 1990), futbolista profesional, delantero del Lazio de Roma y de la selección italiana de fútbol; y el estadounidense Karl Barry Sharpless, dos veces ganador del Premio Nobel de Química (en 2001 y 2022) (en inglés, sharpless es el antónimo de sharpness [agudeza, ingenio, inteligencia, perspicacia], derivado de sharp [agudo, ingenioso]).
Dos importantes artistas noruegos de black metal o música satánica tienen como nombre de pila Kristian (cristiano): el músico, compositor y cantante Kristian Larsson «Varg» Vikernes (n. 1973) y el vocalista Kristian Eivind Espedal (n. 1975), más conocido por su seudónimo Gaahl. Pero mi antiaptónimo religioso favorito es el del filipino Jaime L. Sin (1928-2005), arzobispo de Manila. Cuando, en 1976, fue proclamado cardenal por el papa Pablo VI, pasó a ser conocido de manera oficial como Cardinal Sin (en inglés, «pecado capital»).
Ocurre a veces que no está claro si estamos ante un aptónimo o un antiaptónimo. Pienso, por ejemplo, en la familia Botín, tan ligada a la historia del Banco de Santander, o en el político independentista catalán Gabriel Rufián (n. 1982). Todo depende del color sociopolítico del cristal con que cada cual mire esos nombres.
Y luego están también las personas que, en su nombre, combinan aptónimo y antiaptónimo de manera simultánea: Manuel Jaime Guerrero Paz (n. 1933), por ejemplo, general del Ejército Nacional de Colombia y ministro de defensa entre 1988 y 1989. O, de ascendencia siciliana, el capo mafioso Santo Trafficante hijo (1914-1987), importante jefe del crimen organizado en Florida y La Habana durante la era Batista.
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