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jueves, 30 de noviembre de 2023

Cine y medicina: entrevista con Benjamín Herreros, especialista en medicina interna y bioética (I)

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Jue, 30/11/2023 - 10:25
Firma invitada: Lois Balado Tomé
Benjamín Herreros es médico internista y profesor en la Universidad Complutense.
Benjamín Herreros es médico internista y profesor en la Universidad Complutense.

Benjamín Herreros es médico, especialista en medicina interna. Pero también es filósofo, lo que le ha llevado a trabajar desde años en temas de bioética y humanidades médicas. Además, Benjamín es cinéfilo. Tanto, que hace ya unos cuantos años quiso realizar su tesis doctoral sobre cine y medicina. No encontró a nadie que dirigiese su tesis y se quedó con las ganas, pero se tomó su revancha y a día de hoy coordina la asignatura de «Cine y medicina» en la Universidad Complutense de Madrid. Defensor de la parte más humanista de la profesión, opina que el cine no curará a un enfermo, pero sí puede ayudar a crear mejores médicos. «Para aprender a hacer una biopsia no utilizas el cine, lo usas para otras competencias como son las éticas, la comunicación o la relación entre los profesionales. Y ahí el cine sí es tremendísimamente útil», dice. Con él tendemos un puente hacia dos mundos lejanos, pero que se conectan entre sí.

Solemos pensar en la Medicina como una práctica muy ligada a la ciencia, pero lo cierto es que está completamente llena de juicios de valor.

Totalmente, escapando un poco del cine, yo siempre les digo a los alumnos que ser un buen médico es algo muy complejo, porque precisa unir muchas cualidades y disciplinas distintas. Un buen médico no es aquel que sabe poner el mejor antibiótico o el que mejor hace una biopsia, aunque esto haya que saberlo; un buen médico es el que sabe comunicar, trabajar en equipo, tomar decisiones en momentos de incertidumbre y el que sabe tener en cuenta los aspectos profesionales, legales y económicos. Ser un buen médico es muy complejo porque hay que armonizar muchas cosas. Pregunto mucho en clase en base a qué juzgan si el médico que les ha atendido es un bueno o malo. ¿Se basan en su dominio de la patología? El juicio que el paciente hace sobre el médico tiene que ver con otras competencias como la comunicación, la empatía, la cercanía o la toma de decisiones compartida. Una serie de cuestiones que muchas veces a los estudiantes o a los médicos no les interesan, que parecen estar en un segundo lugar, pero que son fundamentales. Y aquí el cine tiene mucho que enseñarnos. Ojo, con ejemplos y con contraejemplos. Porque vemos médicos que son un desastre en este campo. Ahí está el famoso ejemplo del doctor House.

Claro, pero a caballo de esto cabe preguntarse si preferimos un médico majo o uno desagradable que sea un prodigio.

Hay un médico al que yo admiro mucho, que fue número uno en el MIR en su momento, Eloy Pacho, que reflexiona sobre esto. Cuando a él se le pregunta si preferiría morir con alguien de la mano o vivir con alguien que le trate mal siempre responde que no hay por qué elegir, que es un falso dilema. Al paciente hay que tratarlo técnicamente, pero también humanamente. El médico que no tiene en cuenta la parte sentimental, los afectos y al paciente en su conjunto, no es un buen médico porque no le importa el ser humano que tiene delante. Es posible que hagas muy bien la cirugía, pero es que al paciente no le atiendes en un instante, sino que lo haces a lo largo del tiempo. Ese paciente va a requerir unas revisiones, unas visitas, ponerte de acuerdo con los especialistas. La virtud que yo más destaco a los estudiantes es la responsabilidad, el echarse a la espalda al enfermo. Atenderle de forma óptima cuando le veo, pero además saber que va a haber una continuidad, que habrá que estar pendiente de lo que va a necesitar en su seguimiento.

¿Entonces House es un mal médico?

[Ríe.] Es un buen técnico, un buen clínico, pero no sería un buen médico en su conjunto. Del mismo modo, un médico que te pase la mano por la espalda, pero que no se sabe las patologías, tampoco es buen profesional. Ser un buen médico indica reunir muchas cualidades, que incluyen la parte técnica y la parte humana.

Deme un ejemplo de una buena película y una mala película sobre medicina.

Lo que hay que decir es que hay obras maestras del cine que, aunque traten sobre la medicina, no tienen interés para el mundo médico porque no aportan nada y la medicina es una excusa. Sin embargo, hay películas o series malísimas que son fenomenales para trabajar algún tipo de aspecto de la medicina. Con este presupuesto, hay una película que intento que siempre vean mis alumnos que se llama Las confesiones del doctor Sachs, basada en el libro de un médico francés de origen argelino (La Maladie de Sachs). Es una cinta de los noventa sobre un médico rural que se preocupa tanto por sus pacientes que termina enfermando, sufriendo con ellos. Es una película en la que la relación médico-paciente tiene un papel protagonista. Son casos muy reales, muy diversos, de rechazo a tratamientos complicadísimos, casos en los que los padres tienen mala relación con los hijos, casos de pacientes en el final de la vida, casos de aborto... Es una película muy interesante. Tengo debilidad por otra película, también desde el punto de vista artístico, pero que ofrece muy bien el punto de vista del enfermo y que es El hombre elefante de David Lynch. Nos sitúa en otra época; nos ayuda a entender cómo, aunque la práctica médica pudiera ser muy rudimentaria hace no tanto tiempo, cambiaba cuando dabas con un buen médico, como es el caso del doctor Treves. Hay un momento en el que ese médico, además del interés científico por el caso que tiene delante, tiene un interés humano. Intenta humanizarle.

Le falta la mala.

Errores en el cine, desde el punto de vista de la medicina, los ha habido siempre. Empezando por el famoso jeringazo de Pulp Fiction. La película es una obra maestra y a mí me encanta Tarantino, pero la barbaridad que hace un neófito cogiendo esa aguja y cascándosela de manera trastorácica, intracardíaca y sin ninguna experiencia previa para salvarle la vida.

Cosas de esas sí se han visto. Por ejemplo, yo soy muy amante de los western y, en concreto, de John Ford. Ford tendría para hacer una tesis doctoral sobre cómo trata a los enfermos en sus películas. En los western y en las películas de acción hay una cosa que llama mucho la atención, que es la facilidad con la que los personajes se quedan inconscientes y lo rápido que se recuperen. Para que alguien se quede inconsciente tiene que sufrir un traumatismo craneoencefálico tremendo. Sin embargo, vemos en cualquier película de acción, desde Indiana Jones a 007, cómo cuando le pegan un cachiporrazo a alguien ya se queda en el suelo. Desde eso, a lo contrario. En los western se hacían todo tipo de cirugías mayores con el paciente consciente y estando alerta, operaciones totalmente inverosímiles si somos un poco rigurosos desde el punto de vista científico.

Para el drama romántico, el boca a boca también se ha usado mucho y hoy está desaconsejado.

Sí. Recuerdo Always, de Steven Spielberg. De esas imágenes de reanimaciones se ha aprovechado mucho el cine porque al final son situaciones dramáticas y personajes llamativos. El cine, desde el punto de vista de la medicina, ha tirado frecuentemente de una serie de situaciones terribles: catástrofes, reanimaciones, urgencias, situaciones de vida o muerte. En La chispa de la vida, de Álex de la Iglesia, José Mota se queda atrapado por una barra de hierro y no se puede mover, porque si lo hace puede morir porque la lesión amenaza su columna vertebral. En cuanto a personajes, posiblemente la especialidad que más se ha retratado en el cine sea la psiquiatría. El cine es casi un manual de esta especialidad, porque la enfermedad mental crea personajes llamativos, diferentes y que son un gran gancho. Personalidades extremas con esquizofrenia, psicosis, psicópatas, trastornos de la personalidad y, por supuesto, trastornos del ánimo con depresiones profundas debido a situaciones dramáticas. También personajes con rasgos de ciclotimia, que se mueven constantemente entre la euforia y la depresión.

 

Lois Balado Tomé
Entrevista publicada originalmente en la sección «La Voz de la Salud» de La Voz de Galicia

Continúa en: «Cine y medicina (y II)»

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