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sábado, 18 de mayo de 2019

“Es mucho más difícil reparar el alma que el gigantesco genoma”

Un código molecular de solo cuatro letras (A, C, G y T) basta para explicar la vida, una herencia genética que predispone pero no determina la enfermedad o la felicidad, porque otros lenguajes biológicos y nuestra interacción con el entorno entran en juego.

PREGUNTA. ¿Qué trata de explicar en La vida en cuatro letras?
RESPUESTA. Algunos de los secretos del origen de la vida, que está precisamente en esas cuatro letras A, C, G y T, y cómo funcionan el genoma humano y otros lenguajes biológicos. El libro también presenta las claves fundamentales sobre la enfermedad y la felicidad, en este último caso, son las que yo propongo, aunque lógicamente pueda haber otras.

P. Este libro nació de lo que usted ha denominado como un eclipse del alma. ¿Cómo lo describiría?
R. Es una insatisfacción personal y social profundísima que me ha hecho replantearme mi vida y de la que ya no querría hablar más. Es una tristeza que hace que todo lo que pensabas que dirigía tu vida no tiene sentido porque la sociedad es capaz de alimentar justo lo opuesto.

P. Nació como un libro de autoayuda para el autor.
R. Efectivamente, nació como un libro de autoayuda en el más estricto sentido de la palabra porque formó parte de una terapia para el autor. En él sitúo mis respuestas a las adversidades de la vida. Conceptualizar y resumir estas cuestiones me ha ayudado a afrontar esas adversidades. Pero un mes después de publicado y ya con la segunda edición en las librerías, puedo decir que se ha convertido en un libro de autoayuda para otras personas por todos los maravillosos mensajes que estoy recibiendo. Percibo que muchos necesitan ser escuchados y a mí me gusta escuchar. Y también noto que causa sorpresa que personas que han tenido una visibilidad social puedan ser a la vez tan vulnerables. De esto también habla el libro. Además, muchos lectores me trasmiten que el libro les ha ayudado a entender la vida, a comprender qué nos hace diferentes o susceptibles a unas u otras enfermedades, o a descubrir la importancia de la disbiosis para la medicina, por citar algunos temas.

“Se dice que enfermedad es sinónimo de infelicidad, pero incluso sin salud el disfrute de la vida es posible”

P. ¿Estamos preparados para reconocer que somos vulnerables e imperfectos?
R. Debemos hacerlo. Para mí es obvio reconocer que todos somos vulnerables e imperfectos. Los más imperfectos son los que se creen perfectos y fiscalizan al resto, les persiguen y les acosan hasta lo insoportable. Creo que este es uno de los principales tóxicos de la sociedad actual. Pero pese a que el daño externo nos puede alcanzar a todos, en el libro se discute mucho sobre la resiliencia humana, la enorme capacidad de resistencia ante la enfermedad y la adversidad.

P. Y en esto último un discípulo suyo como es Sammy Basso, una persona con una enfermedad devastadora, es un referente.
R. Sin duda, Sammy muestra una forma de vivir como si cada día fuera el último, y en cierta medida para él, que nació con una enfermedad genética extraña que le provoca un envejecimiento acelerado, lo ha sido durante mucho tiempo. Y es una de las personas más felices que conozco. Siempre se ha dicho que la enfermedad es un sinónimo de infelicidad, pero en el libro se demuestra que incluso sin salud la felicidad y el disfrute de la vida es posible. Esto me reafirma en la obligación que tenemos de mejorar la salud de la población, de investigar sin descanso en todo este ámbito, aunque no podamos curar todas las enfermedades.

P. ¿Contar con un ikigai es un aspecto clave para lograr la felicidad?
R. Es fundamental tener un propósito en la vida: eso describe esta bella palabra japonesa. Uno o, si es posible, varios. Como no se tenga al menos un propósito claro, la mente por evolución biológica tiende a pensamientos negativos y está predispuesta hacia el miedo, la incertidumbre y el dolor. Sorprende, pero la mente humana en general tiene más tendencia a pensamientos negativos que positivos.

“Creo que uno de los principales tóxicos actuales es que no reconocemos que todos somos imperfectos”

P. ¿Cuáles son las claves que usted da para encontrar la felicidad?
R. La aceptación de la imperfección humana en todos los sentidos. También la reparación porque casi siempre hay alguna oportunidad de reparar el daño o al menos de mitigarlo. Se discute en el libro que dado que podemos reparar hasta los gigantescos genomas también podemos reparar el alma, aunque esta tarea sea mucho más difícil. La tercera clave sería la observación, la interacción con el entorno humano y natural, porque formamos parte del mundo y debemos implicarnos, sabiendo además que la felicidad es contagiosa. La cuarta sería la introspección, recordarnos a nosotros mismos quiénes somos y qué queremos, centrarnos en nuestro propósito para la aventura del día a día. Y la clave final, que integra las anteriores, es la emoción, que no debe confundirse con el sentimentalismo exagerado y ficticio que hoy es tan habitual.

P. El libro defiende que días plenos de felicidad en la vida no hay más de 14.
R. Por eso el libro tiene 14 capítulos. Abderramán III, teniéndolo todo, sostenía que solo podíamos aspirar a 14 días de felicidad plena. Quizá tenemos que revisar el umbral de la felicidad y distinguir la felicidad cotidiana de la exaltación profunda.

P. La felicidad tiene también una base genética. Y en su caso parece que ha recibido una predisposición genética hacia ella.
R. Sí, y a la vez siempre me he sentido contento con lo que tenía. Nunca he tenido más ambición que la de buscar el conocimiento y compartirlo.

P. Inició estudios de Medicina, pero se decantó por la Bioquímica y la Biología Molecular. Aún así dice que le hubiera gustado ser médico de familia.
R. Compaginé el primer curso de Química en Zaragoza con la aproximación a la Medicina, pero en aquel momento la Facultad estaba masificada, con más de mil personas en el aula y pensé que iba a ser más eficiente estudiar Bioquímica, una disciplina integradora. No obstante, tengo dos hijos médicos y les digo a veces que quizá he estudiado más medicina que ellos. Me hubiera decantado por Medicina de Familia porque creo que ahí es donde se desarrolla el diálogo fundamental entre enfermedad, paciente y médico.

“Para hallar la felicidad es clave la emoción, que no es el sentimiento exagerado tan habitual hoy”

P. Lo más incomprensible de la vida es que es comprensible.
R. La vida y el universo son comprensibles y es cierto que eso es lo más incomprensible. Pero pese a ello el azar también existe y nunca lo tendremos todo controlado, ni siquiera los que creen que sí. El azar conlleva que nos lleguen desgracias y catástrofes, pero también nos aproxima a momentos esenciales y únicos. Forma parte de la esencia de la vida.

P. El libro termina con un mensaje positivo.
R. Devuelve la esperanza a un mundo donde el triunfo de las máquinas se vea retrasado o compensado por una nueva especie, el Homo sapiens sentiens 2.0, un ser humano que sabe qué siente, le gusta, lo disfruta y quiere mejorar en la vía de los sentimientos y las emociones.

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