El incremento en los problemas de salud mental, que ya venían observándose desde hace años, han experimentado un 'boom' como otro tipo de secuela originada por la pandemia por covid-19. Ha afectado a la población mundial, a todas las franjas etarias y, muy especialmente, en los países desarrollados. Sin embargo, los problemas de salud mental siempre han estado ahí; sigilosos, encubiertos, pero presentes.
La OMS considera su atención como una prioridad, subrayando la urgencia de adoptar medidas y recursos para fortalecer y ofrecer respuestas rápidas a personas en situación de riesgo que, como los menores, han visto como su salud mental empeoraba, sobre todo, a partir de la pandemia de forma que se ha producido un aumento de hasta el 47% en los trastornos mentales en España.
En Europa, y según un informe reciente de Unicef, el 19% de los niños de entre 15 y 19 años sufre un problema de salud mental, un 16% en el caso de las niñas. En el tramo de 10 a 14 años, el porcentaje es del 15,6% de niños y del 14,8% de niñas.
Así las cosas, el mensaje primordial es una urgente necesidad de analizar los factores implicados en este empeoramiento con el fin de llevar a cabo prevenciones primarias, pero también dotar de recursos a los sistemas especializados en salud mental para que, una vez que los trastornos y patologías hagan acto de presencia, sean capaces de controlar su evolución.
Perfectos aliados
Uno de estos recursos, imprescindible para un elevado porcentaje de personas afectadas, y muy específicamente para niños y adolescentes, se encuentran en la asistencia que se ofrece desde los hospitales de día orientados a la salud mental.
Representan un punto intermedio entre la terapia ambulatoria y el ingreso residencial y por sus especiales características constituyen un recurso que puede convertirse en el perfecto aliado para controlar y recobrar el equilibrio mental en la población infanto-juvenil.
En este tipo de centros, en los que los jóvenes son atendidos por personal sanitario especializado en Psiquiatría y Enfermería, entre otros profesionales, ofrecen una red social de apoyo a los menores a través de un tratamiento intensivo y durante un tiempo limitado.
Sin embargo, la dura realidad -y así lo ponen de manifiesto los datos del último Libro Blanco de la Psiquiatría en España, elaborado por la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental-, en nuestro país no existe todavía un adecuado número de hospitales de día.
"La mayor carencia en la cartera de servicios asistencial son los recursos intermedios. Las listas de espera para ser atendidos en hospitales de día del sistema público de salud -centros de cuidados intermedios- se sitúan en cerca de un año, tiempo inasumible para una persona que necesita una terapia lo suficientemente intensiva como para seguir con una vida normal. Si no la reciben, muchos de esos niños y adolescentes no pueden acudir al centro educativo -al colegio o al instituto-, se quedan en casa esperando y, en muchas ocasiones, con un padre o madre que deben dejar de trabajar".
Así de contundente se muestra Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental y jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y Adolescente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid, así como asesor en Psiquiatría y Salud Mental para el Hospital de Día Retiro Recurra GINSO, en Madrid, un nuevo centro que abrió sus puertas a principios de 2023, bajo la dirección clínica del que fuera el primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid desde 1996 hasta 2001, Javier Urra, doctor en Psicología con especialidad de Clínica, pedagogo y terapeuta.
"Después de detectar, durante muchos años, esta necesidad y observando que los recursos intermedios son el área más importante de atención sanitaria en salud mental, se decidió abrir el Hospital de Día Retiro Recurra GINSO por el que ya han pasado 15 niños y jóvenes con distintos problemas de salud mental", señala Urra.
Arango subraya que los hospitales de día del sistema público de salud son, cuantitativamente, insuficientes. "En adolescentes, por ejemplo, tenemos listas de espera de un año. Un año en la vida de un joven de 13 años, por ejemplo, supone un 10% de la vida que lleva vivida y de los 13 a los 14 años pueden pasar cosas trascendentales en la vida de una persona. Sin duda, los recursos intermedios, como lo son los hospitales de día, son una de las grandes carencias del sistema actual y no hay que olvidar que con su atención se evitan ingresos hospitalarios".
El asesor científico lo deja claro: un hospital de día se dedica fundamentalmente a prevención secundaria. "Ya ha sucedido algo, el trastorno que sea ha aparecido y lo que hay que hacer es que no vaya a más y no derive en otra patología más grave".
"Estos centros son perfectos para una intervención intensiva, aguda en algunos casos, pero en un medio no restrictivo"
Para ello, y según su experiencia, es necesario un abordaje integral psicoterapéutico y farmacológico, si este es necesario. En una palabra, una asistencia para que "la persona se mantenga en el medio en el que está, pluridisciplinar y multidimensional, que recoja todas las etapas y aspectos de la vida: educativo, social, biológico, de alimentación, de higiene, de estilo de vida saludable, de interacción familiar, de psicoterapia individual, de intervenciones con los padres y del núcleo familiar. Es una visión holística del niño, del adolescente, del joven en el mundo. No es simplista, no se reduce a una pastilla. Son problemas complejos a los que hay que dar soluciones complejas".
Con esta pauta tanto asistencial como de vida, el nuevo centro de Día Retiro Recurra GINSO asiste a jóvenes que presentan dificultades de adaptación en la convivencia familiar, escolar o social debido a alteraciones psicológicas o a la existencia de un diagnóstico de problemática de salud mental.
Para ello, cuenta con distintos espacios e instalaciones que prestan servicio especializado a adolescentes con edades comprendidas entre los 12 y los 21 años que precisan atención a esas distintas necesidades, también las lúdicas y de tiempo libre. Urra señala que, en este momento por ejemplo, también se están detectando muchos problemas relacionados con la anorexia, sobre todo mujeres y de menor edad; entre los 13 y los 17 años".
Arango detalla que la atención se orienta a adolescentes, "gente joven con trastornos mentales de cualquier tipo: conducta alimentaria, trastorno obsesivo-compulsivo, trastornos de la personalidad o afectivos graves, que requieren una intervención intensiva, a veces aguda, pero en no en un medio restrictivo como puede ser una unidad de hospitalización. Esta puede ser, en ocasiones, necesaria pero sólo cuando han fracasado anteriores abordajes y no hay otra alternativa. Desde luego, estos centros son una excelente alternativa a las unidades de hospitalización".
Urra explica que en este hospital de día, los jóvenes permanecen entre 8 y 9 horas diarias realizando multitud de actividades, incluida la educativa para lo que cuentan con un profesor, tal y como ocurre en las aulas hospitalarias.
El equipo del centro, coordinado por la psicóloga y subdirectora médica Beatriz Urra, está formado además por otros nueve profesionales entre psiquiatras, psicólogos clínicos, médicos, terapeutas ocupacionales, monitores de ocio y tiempo libre, maestros y administrativos, todos ellos especializados en el tratamiento de trastornos de conducta como dependencia a las nuevas tecnologías (Trics), consumo de sustancias, trastornos de la conducta alimentaria (TCA), dificultades de aprendizaje y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (Tdah), trastorno leve del espectro autista y diversidad sexual y de género, entre otros.
La premisa de ingreso es que los jóvenes deben contar con un mínimo de capacidades cognitivas, suficientes para el aprovechamiento óptimo del proceso terapéutico y psicoeducativo y, por supuesto, con el consentimiento de sus progenitores.
"En el hospital, reciben tratamiento terapéutico, educativo y formativo a través de talleres que les ayudan a tener una mayor autonomía. Atendemos a jóvenes con trastornos de conducta que por su complejidad no puedan ser tratados en otros centros y cuyas características requieran de un tratamiento más continuado en el tiempo", explica Urra quien subraya que "es como una familia, pero se trabaja con el grupo como elemento terapéutico porque pasan muchas horas aquí estabilizando su salud mental y madurando también para afrontar la vida".
Existe flexibilidad horaria, pero normalmente inician sus actividades a las 9 de la mañana y que suelen prolongar hasta las 6-7 de la tarde, momento en el que vuelven a sus casas.
"El beneficio se empieza a notar a partir de los 6 meses, pero cada persona tiene sus necesidades y su terapia individualizada"
Sobre el tiempo estimado en que el beneficio de este tipo de actuaciones se hace presente en la vida de los jóvenes, Urra señala que, "a pesar de que se empiezan a observar cambios en los menores a partir de los 6 meses, la estancia media en el centro depende de las dificultades que presenten el menor y su familia, ya que cada paciente tendrá un tratamiento individualizado y adaptado a las necesidades de su patología".
Para Arango, en este hospital de día, se pretende ofrecer respuesta a esa 'zona gris', la que está entre los extremos, que es la que siempre queda más desabastecida. "Mayoritariamente en un segmento de la población que, de forma creciente y en las últimas décadas, ha incrementado en lo que se refiere a su incidencia de trastornos mentales de mayor gravedad y de inicio cada vez más temprano. Sin duda, esta asistencia es una buena inversión porque se hace en una edad en la que todavía se puede prevenir, de forma más secundaria, la evolución a trastornos mentales más graves o a una mayor discapacidad".
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