"El desafío que supone" fue lo que hizo que José C. Clemente decidiera zambullirse en el universo del microbioma para tratar de comprender cómo ese conjunto de bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que viven en nuestro organismo influye en nuestra salud. Este sevillano afincado en EEUU venía de un campo aparentemente muy lejano, la informática, pero desde el principio vio que había conexiones entre ambos mundos. Su laboratorio del Departamento de Genética y Ciencias Genómicas del Mount Sinaí de Nueva York emplea herramientas computacionales y experimentales para descubrir los secretos que todavía ocultan los microbios que viven en y con nosotros. "Hay una serie de reglas a la hora de escribir un programa informático que se parecen a las que existen en la naturaleza sobre cómo una comunidad de bacterias se ensambla y funciona de forma coordinada", explica pocas horas después de pronunciar la conferencia inaugural del congreso que la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) ha celebrado en Málaga.
Pregunta.
¿Por qué debería importarnos más lo que les pasa a los microbios que viven en nuestro organismo? ¿Qué hace que el microbioma sea tan importante?
Respuesta.
El microbioma cumple una serie de funciones fundamentales que nuestro propio cuerpo no puede realizar. Por ejemplo, es capaz de sintetizar ciertas vitaminas que no conseguiríamos sin su ayuda o transforma la fibra dietética en distintos compuestos que son clave para provocar respuestas antiinflamatorias en el organismo. En los últimos 15 años se ha demostrado también que tienen una relación con la respuesta inmunológica y con algunas enfermedades, como las alergias, la enfermedad inflamatoria intestinal, las infecciosas o incluso con el cáncer y la respuesta a algunos tratamientos. Estamos todavía en las fases iniciales de intentar entender estas conexiones y cuáles son los mecanismos que las producen.
P.
¿Es cierta esa frase que se dice a menudo y que asegura que, debido a su abundancia en nuestro cuerpo, las personas somos en realidad más microbios que humanos?
R.
Bueno, podemos decir que es cierto y no es cierto a la vez. El número de células bacterianas que tenemos en nuestro organismo es aproximadamente del mismo orden de magnitud que las células humanas. En cuanto a ese número, podemos decir que son comparables. Pero, por otro lado, también es cierto que el contenido genético que codifican esas bacterias de nuestro organismo es mayor que el que tenemos en nuestro propio genoma. Entonces, en ese sentido sí se puede decir que la carga genética del microbioma es superior a la humana.
P.
¿Cree que en el futuro seremos capaces de domesticar el microbioma de nuestro cuerpo para que actúe siempre en nuestro beneficio?
R.
Sí lo creo. De hecho ya hay indicaciones donde se demuestra cómo se está utilizando la modulación del microbioma de forma terapéutica. Un ejemplo so las infecciones por las bacterias C. difficile que son refractarias al tratamiento con antibióticos. Ya existe una evidencia muy clara de que un trasplante de microbioma fecal es capaz de tratar la infección. Se trata de una infección muy grave que pone en riesgo la vida del paciente y este tipo de trasplantes han demostrado que funcionan. Este es un ejemplo que nos hace ser muy optimistas sobre la capacidad que tenemos de modificar el genoma para tratar pacientes. Esta es una prueba de su efectividad, aunque todavía hay condiciones donde queda más trabajo que hacer. Por ejemplo, en la colitis ulcerosa, una forma de enfermedad inflamatoria intestinal, algunos ensayos con trasplante de microbioma han sido positivos pero otros quizás no tanto. Un desafío en estos casos es que la modificación que se produce con el trasplante de microbioma sea persistente y pueda perdurar en el organismo del receptor. A día de hoy lo que vemos en algunos pacientes con colitis ulcerosa es que inicialmente sí se observa que el microbioma del donante aparece en el intestino del receptor, pero poco a poco la composición y la estructura del microbioma se revierten en el paciente. Estamos tratando de conseguir que ese paso atrás no se produzca.
P.
¿Cómo se elige a un buen donante de microbioma fecal? ¿Cuáles deben ser sus características?
R.
Es una buena pregunta porque la verdad es que todavía no lo tenemos del todo claro. Por cuestiones de seguridad hay una serie de condicionantes que hay que tener en cuenta, como que la persona no haya tomado antibióticos durante un cierto periodo de tiempo. También se hacen muestreos para comprobar que el microbioma del donante no tenga patógenos que puedan transmitirse al receptor ni bacterias que presenten resistencia a antibióticos, entre otras cuestiones. Aún queda mucho que aprender sobre cómo definir a buenos donantes para cada caso, porque las necesidades pueden ser diferentes en función de los trastornos. De todas formas, uno de los objetivos que persigue la investigación en este campo es que en el futuro no tengamos que trasplantar un microbioma completo, sino que podamos elegir las cepas y las bacterias específicas que pueden proporcionar los beneficios que buscamos sin necesidad de utilizar todo el conjunto. Se está trabajando en esa línea, pero a día de hoy es un desafío que todavía tenemos pendiente.
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