Lo ideal es que las gafas estén siempre personalizadas, teniendo en cuenta las características fisionómicas de cada paciente. Sin embargo, en los últimos años se han popularizado las gafas premontadas, empleadas básicamente para la corrección de la presbicia. En farmacias y ópticas se pueden encontrar, pero también en otros establecimientos como tiendas de ropa o incluso gasolineras es posible adquirirlas.
Lo que no hay que olvidar es que una gafa premontada “es un producto sanitario que se fabrica de manera seriada y con una gama de condiciones. La fabricación siempre se hace en lente positiva esférica, con una variante que depende del fabricante. Pero casi todos emplean intervalos de +0,5 empezando con una dioptría y normalmente hasta las cuatro. Ha de ser de la misma potencia en ambos ojos y algunos fabricantes pueden incluir filtros, como los que protegen frente a la luz de las pantallas LED o antirreflejantes”, comenta a CF Fernando Cansino, vocal autonómico de Óptica del Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Según este experto, debido precisamente a su condición de producto sanitario es necesario comunicar que se va a realizar su venta, siendo posible hacerlo con este simple requisito en cualquier tipo de establecimientos.
A la hora de decantarse por este tipo de producto, son principalmente dos los factores que inciden en los pacientes: su inmediatez y su precio. Una gafa individualizada necesita cierto tiempo para pedir la lente y poder cortarla adecuadamente, mientras que estos productos premontados se compran directamente sin ninguna demora. Su otra ventaja es que se trata de un producto muy económico, aunque esto también tiene su lado negativo, como señala María José Prado, presidenta de la Delegación de Asturias del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas. “En general son de muy baja calidad. Suelen estar mal talladas, por lo que dan una mala calidad de imagen, provocando aberraciones y distorsiones de la imagen”.
Un uso ocasional
El principal problema de este tipo de gafas premontadas es, precisamente, su producción estandarizada. “Al no ser personalizadas, impiden la convergencia natural del ojo si no están centradas para cada persona. Unas gafas individualizadas se fabrican en función de la graduación, centros, altura, curvatura de la lente, calidad de la imagen, ángulo pantoscópico… Son muchos parámetros los que valoramos. Si nos ponemos a hacer combinaciones de todos estos parámetros es casi imposible fabricar en serie y las premontadas solo tienen en cuenta la esfera”, afirma Prado.
Por ese motivo, los expertos coinciden en señalar que el uso de este tipo de producto debe ser ocasional y complementario a unas gafas individualizadas. “El único caso en que podrían usarse siempre sería en aquellos pacientes a los que se les hace un examen y se comprueba que no tienen ninguna graduación de lejos y que lo único que tenemos que compensar es la presbicia y, además, su distancia interpupilar entra dentro del rango estándar”, apunta Cansino.
Empleadas sobre todo para la presbicia, las gafas premontadas ayudan en momentos puntuales y en casos leves
Según su experiencia, “en esos casos, si no quiere hacerse unas gafas a medida puede usar las premontadas, porque no va a provocarle ningún problema de salud y se ahorra dinero. Pero excepto que hayan sido aprobadas por un profesional de la visión, su uso debe ser solamente ocasional”. De igual manera se expresa Prado: “Realmente, creo que no se deberían recomendar y de hacerlo sería para una urgencia, para ver algo de cerca en un momento determinado. Como gafas complementarias, yo las comparo con las chanclas de la playa. Valen para lo que valen”.
José Luis Güell, director de la Unidad de Córnea, Catarata y Cirugía Refractiva del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona, explica queel empleo de este tipo de gafas no resulta tan problemático. “Es un tipo de gafas que puede usar cualquier persona que no vea bien de cerca sin temor a ningún perjuicio. ¿Esas gafas son las que mejor corrección le van a ofrecer para ver? Seguramente no, porque puedes tener una pequeña diferencia entre un ojo y otro y una graduación adecuada permitiría un producto más adaptado, pero vas a ver mejor que sin ellas y no van a acelerar la presbicia”.
A la hora de decidirse a usar este tipo de gafas premontadas, es muy importante tener en cuenta que únicamente están pensadas para la corrección de la presbicia e incluso en estos casos se encuentran muy limitadas, precisamente, por su estandarización. “Estas gafas no corrigen el astigmatismo y es muy raro encontrar a una persona que no tenga entre 0,25 o 0,50 de astigmatismo. Tampoco tienen en cuenta posibles diferencias de potencia entre los ojos. Aunque el envejecimiento hace que el músculo ciliar del cristalino vaya progresivamente dejando de funcionar y esto suele ocurrir de igual forma en ambos ojos, es rarísimo encontrar a una persona que tenga la misma graduación de lejos en los dos ojos”, comenta el vocal de Óptica del Consejo Andaluz de COF.
Cuidado con la corrección inadecuada
Aunque el uso de este tipo de gafas no vaya a incidir en la evolución de la presbicia, los expertos señalan que otros problemas se pueden derivar de su uso inadecuado. Uno de ellos es la corrección inapropiada, sobre todo si están utilizando unas gafas de una graduación mucho mayor a la que realmente se necesita. “Otro uso inadecuado sería en aquellas personas que tienen una distancia interpupilar muy diferente a la media. En ese caso podemos estar provocando un efecto prismático, es decir, una desviación en el objeto que estamos mirando”, apunta Cansino, quien incide en que, en estos casos, si el uso es prolongado puede acabar generando un problema grave de alineación del eje visual.
En la mayoría de las ocasiones, la forma de adquirir este tipo de productos se realiza de forma autónoma y sin asesoramiento. Es el propio paciente quien se prueba diferentes modelos hasta encontrar aquel que él considera más apropiado para sus necesidades. Esto es una apreciación subjetiva y no siempre es la más adecuada. “Si resulta que el número de dioptrías que necesito para ver perfectamente es de 1,5 y lo que me he comprado son unas gafas de 1 o de 2,5, cambia un poco mi plano de foco y me costará un poco más o menos mirar de cerca, pero no perjudico a mi ojo. Esto lo haría extensible a cualquier gafa. Alguien que es miope y no usa gafas no está estropeando su ojo, simplemente no ve bien, pero eso no le perjudica”, insiste Güell.
María José Prado, por el contrario, se muestra en general muy crítica con este tipo de producto, aduciendo que hay pacientes que incluso las usan para ver de lejos, incluso reconociendo que eso les causa mareos. “Un error muy común es pensar que este tipo de gafas pueden sustituir a unas de prescripción individualizada. Hay muchos problemas derivados del uso de las gafas premontadas, aparte del dolor de cabeza. Cuando para prescribir y adaptar unas gafas hay que hacer una carrera universitaria, será porque no es tan simple”.
Dispensar en tiempos de coronavirus
Aclaradas las posturas de unos y otros expertos sobre el impacto que tienen estas gafas en la salud visual, lo cierto es que en las farmacias se dispensan y, en tiempos de coronavirus, hay que hacerlo con todas las garantías de seguridad. Precisamente, el COF de Madrid ha elaborado un protocolo en el que se dan pautas al respecto.
Además de garantizar la distancia de los dos metros, el protocolo explica que hay que decirle al paciente que se desinfecte las manos con una solución hidroalcohólica y si es posible facilitarle unos guantes para probarse la montura. También propone que las monturas seleccionadas se coloquen en un recipiente previamente desinfectado así como desinfectar aquellas que se hayan probado.
Para la desinfección, el protocolo del COF de Madrid sugiere introducir la gafa en agua tibia y lavarla suavemente con un jabón neutro, frontando suavemente todas las superficies.
Asimismo, “se pueden desinfectar las gafas con una solución de peróxido de hidrogeno al 3% (10 volúmenes), diluida en agua”, propone el COF; eso sí, insiste en que esta solución se debe preparar a diario.
Para limpiar las gafas premontadas menciona los esprays limpiadores específicos que no dañan las lentes. Ahora bien, hace hincapié en evitar utilizar alcohol, acetona, disolventes agresivos y jabones de cocina, “ya que pueden dañar los tratamientos de las lentes y las monturas”.
Para secarlas, se puede emplear, según este protocolo, un paño o gamuza de microfibra específico o en su defecto un paño de algodón sin pelusas.
La presbicia, una cuestión de edad
A partir de cierta edad es habitual tener dificultades para ver de cerca. Es lo que se conoce como presbicia, una consecuencia derivada del envejecimiento. El ojo está conformado por dos lentes: la córnea y el cristalino. La primera de ellas es fija mientras que la otra tiene capacidad de moverse, para permitirnos enfocar de lejos y, al contraerse, de cerca. “Con el paso de los años este cristalino por un lado se va opacificando y, al mismo tiempo, esclerosando, es decir, disminuyendo su capacidad contráctil. Cuando la capacidad de contraerse está muy mermada no es capaz de permitirnos enfocar de cerca, aunque en estado de relax sigue siendo capaz de enfocar de lejos”, explica José Luis Güell.
¿Existen factores que incidan en que se desarrolle en mayor o menor medida la presbicia? Ninguno sobre los que se pueda actuar. “Evidentemente hay diferencias, del mismo modo que hay gente a la que se le pone el pelo blanco antes; es uno de tantos otros fenómenos asociados al envejecimiento”, apuntaGüell.
Según el experto, existen ciertas ideas sobre la presbicia, algunas falsas, como pensar que la vista se puede cansar de leer o de coser mucho. “El momento de aparición de la presbicia no tiene que ver con tus actividades de lectura sino con el envejecimiento de algunas estructuras oculares. Esto hablando en términos generales, donde siempre hay excepciones. Si una persona durante muchos años seguidos está leyendo unos textos con letras en tamaño reducido, es posible que vea empeorada su acomodación más rápidamente, pero son ejemplos extremos”.
Unas gafas adecuadamente graduadas servirán para compensar la presbicia, pero Güell apunta que a partir de cierta edad lo adecuado es hacerse evaluaciones oftalmológicas periódicas. “La presbicia no es incompatible con que tengas la presión alta del ojo, un problema en la retina u otras cuestiones que también están relacionadas con el envejecimiento. Independientemente de que veas bien o mal de cerca, a partir de los 40 y mucho más a partir de los 50 o los 60 el examen oftalmológico es muy importante. Y, probablemente, lo menos importante es la evaluación de la presbicia”.
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