Cuando contaba con 18 años y disfrutaba de lo que más le gustaba en el mundo, la escalada, Hugh Herr (1964, Lancaster, EEUU) vio cómo su destino cambiaba sin solución. ¿O no?
Quería ser un escalador de primera; profesional. De hecho, a los ocho años ya hizo sus primeros pinitos en una subida vertical del Monte del Temple en las Montañas Rocosas de Canadá. Pero en 1982, tras sufrir un accidente mientras ascendía por una ruta congelada que le tuvo aislado durante tres días a temperaturas hasta de -29 grados junto a un compañero de escalada, tuvieron que amputarle las dos piernas por encima de la rodilla. Aun así no dejó de soñar con este deporte y hoy considera "fascinante el camino que se abrió" ante él, según dice en esta entrevista con EL MUNDO a su paso por Madrid donde asistió a la feria Orto Medical Care.
Y es que Herr ha seguido escalando gracias a los miembros biónicos que él mismo ideó y tiene implantados, que emulan la función de los biológicos e incluso mejoran los movimientos fisiológicos y las capacidades con las que nació.
La revista Time lo denominó como el líder de la era biónica por su revolucionario trabajo en el campo de la biomecatrónica, una tecnología que combina la fisiología humana con la electromécanica.
Desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), dirige el Grupo de Biomecatrónica, además de codirigir el Centro de Biónica K. Lisa Yang, puesto en marcha el año pasado junto con otros compañeros del MIT.
Los últimos trabajos se centran en las interfaces sintéticas de tejidos que conectan el cuerpo con la electromecánica y que juegan un papel fundamental en la reconstrucción de las extremidades biónicas. Así, un motor en cada una de las extremidades sustituye al músculo; muelles de carbono a los tendones y pequeños ordenadores, al encéfalo.
En 2015, el grupo de investigación de Herr en el MIT inventó la Interfaz Mioneural Agonista-Antagonista, un novedoso procedimiento quirúrgico para la amputación de extremidades y la interfaz neural que permite a las personas con pérdida de algún miembro controlar esa extremidad sintética mediante el pensamiento, además de experimentar sensaciones naturales.
También, y entre otras muchas innovaciones, su equipo ha diseñado un sistema nervioso digital ideado para controlar artificialmente la musculatura paralizada cuyo fin es restaurar la función motora de personas con patologías en las extremidades.
En 2016, y sumado a numerosos reconocimientos internacionales, recibió el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica. En esos años auguraba que en este siglo XXI la reparación biónica supondría el fin de la discapacidad. ¿En qué punto estamos?
En este último año he establecido un nuevo centro en el MIT centro para Biónica KLC que va a establecer la ciencia y tecnología fundacionales y básicas que se utilizarán como plataforma para aumentos futuros, que realmente tienda este puentes entre las limitaciones humanas y la realización de su potencial. Estamos en esta fase de revisar tecnologías, nanotecnologías a todas las escalas para establecer que, de hecho, tenemos herramientas de ayuda, de rehabilitación y vamos a seguir avanzando en todo ello a lo largo de este siglo.
PREGUNTA: ¿De cuántos años estaríamos hablando?
RESPUESTA: Iremos avanzando lo más rápido que podamos porque será lo mejor. Cuanta más financiación recabemos, claro, para este tipo de investigación y desarrollo, mejor porque avanzaremos más rápidamente. La biónica no es solamente para aquellas personas que tienen ictus, parálisis, amputaciones u otras patologías... No. Se puede llegar a aplicar a todo el mundo y yo creo que más o menos en unos 10 años pasearás por las calles de Madrid y verás a la gente llevando biónica puesta y su capacidad de saltar, correr, de sentir, de pensar, de hablar, de expresarse mejorará muchísimo.
P: Entonces, ¿no sólo se trata de extremidades?
R: Absolutamente. Hoy en día, todos los humanos llevamos aumentos. Yo me he subido al avión y he volado hasta Madrid desde Estados Unidos; tengo un teléfono inteligente que me aumenta la memoria, mis conocimientos... Bueno, pues según avanzamos en el siglo XXI, la tecnología y el matrimonio que habrá entre fisiología humana y la tecnología va a mejorar y aumentar. Este nivel de intimidad nos permitirá alcanzar una expresión sin variaciones con los humanos y entre los humanos gracias a los dispositivos que diseñemos.
P: Con todos esos avances y con esas mejoras físicas, ¿seguiremos siendo humanos?
R: Esta es una pregunta filosófica. Cambiamos profundamente las experiencias, expresiones y comunicaciones en los seres humanos. No vamos a volver a plantear esta pregunta otra vez en este siglo. ¿Qué es lo que significa ser humano? Filosóficamente va a ser un siglo increíblemente interesante y también en términos de políticas de actuación, de ética... Avanzaremos, seguro, porque con la tecnología biónica se dan unos usos adecuados, pero, desgraciadamente también hay usos inapropiados. Por eso, hemos de redactar leyes, pautas de actuación alrededor de la biónica y de las tecnologías de ayudas y aumentos de las capacidades humanas para que esa tecnología se use de una forma correcta. Es decir, para que contribuya a aliviar el sufrimiento humano, a aumentar sus capacidades físicas..., pero nunca utilizarlas de forma que lleven al colapso la libertad individual, la expresión humana y la diversidad humana. Creo que como sociedad saldremos adelante. Podremos dilucidar cómo esclarecer la utilización de estas tecnologías, como lo hemos hecho en el pasado con las tecnologías farmacológicas. Siempre ha habido un beneficio positivo para la sociedad y yo creo que en este caso también lo conseguiremos.
Off Cristina Ruiz. Madrid Off
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