Para este médico que ha dedicado su carrera a tratar los estragos del alcohol, el sempiterno debate sobre si hay una cantidad de bebida admisible desde el punto de vista de la salud no tiene una respuesta maniquea. Ramón Bataller, jefe de Hepatología del Clínic, de Barcelona, prefiere moverse en las escalas de los grises, en la matización y en la valoración individual. Recuerda que “la hepatopatía asociada al alcohol es la primera causa, de largo, de mortalidad por cirrosis en el mundo”, pero también afirma que sería “cínico” promover una ley seca. Tras poner el acento en los riesgos del alcohol, aporta unas coordenadas: “Moderación, consumo ocasional y evitar los atracones de bebida”.
Bataller considera que si bien es “biológicamente plausible” que una copa de vino con la comida sea saludable -dependiendo de la edad, genética, comorbilidades y tipo de alimentación, entre otros factores-, lo realmente difícil es quedarse solo en una. “Y lo digo porque he hecho el estudio conmigo como sujeto de investigación”, bromea sobre uno de sus recientes tuits. En cambio, se muestra tajante es con el consumo en menores: “La ley de los menores tiene que cumplirse. Detrás de cada niño que consume alcohol hay un adulto que lo ha hecho posible”.
Este especialista se ha forjado una reputación internacional con su labor asistencial e investigadora en centros como la Universidad de Pittsburgh –pioneros en el trasplante hepático-, de donde acaba de regresar tras doce años. Concede esta entrevista durante el congreso de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) que se celebra en Madrid hasta hoy viernes, con la asistencia de más de 800 especialistas en patologías del hígado. Salpica su discurso con mensajes claros y contundentes –“me gustaría influir en la sociedad, ayudar en la educación sanitaria”, afirma con ánimo divulgador- y con los datos frescos tras haber publicado una amplia revisión sobre hepatitis asociada a alcohol este diciembre en The New England Jornal of Medicine.
PREGUNTA. El 93% de los españoles ha consumido alcohol alguna vez en su vida, el 77,2% durante el último año, el 63 % durante el último mes y más del 8,8% lo consume a diario. Estos datos, aportados por el del Ministerio de Sanidad, indican que el alcohol forma parte de nuestra cultura. ¿Hay alguna cantidad de consumo que sea segura para la salud?RESPUESTA. Es un tema complejo, y mi perspectiva está condicionada por mi trabajo, en el que veo personas que mueren por beber alcohol en exceso. Es evidente que el alcohol forma parte de nuestra cultura, sobre todo, en el sur de Europa con el vino. Sería cínico promover una ley seca, que, además, ya se ha visto que no funciona. No obstante, hay que decir que el alcohol es una sustancia intrínsecamente adictiva; más que el cannabis. Si lo tomas en exceso, hay riesgo de perder el control y caer en la dependencia, que no es cualquier cosa. Dejar de fumar puede ponerte nervioso, pero yo he visto a enfermos ir a la UCI por el síndrome de abstinencia del alcohol. Por otro lado, hay personas genéticamente predispuestas a esa adicción. Aunque el consumo moderado y ocasional no sea necesariamente perjudicial para la salud, no hay que olvidar que es la primera causa de mortalidad por cirrosis en el mundo; al margen de su relación con diferentes tipos de cáncer. Y también que las bebidas alcohólicas hacen mucho daño a la sociedad por su asociación con la violencia, el abuso sexual y los accidentes de tráfico. Teniendo todo ello en cuenta, no puede abordarse este debate con un sí o un no, cero o nada. Un mensaje puede ser que si se toma, debe hacerse con moderación, de forma ocasional y evitar el atracón.
P. Precisamente, beber durante el fin de semana, y a veces en exceso, es un modo de consumo habitual ahora.
R. Si a esos atracones de fin de semana además les añades un síndrome metabólico o una diabetes, pueden acelerar la patología. No es cierto que se puede beber todo lo que se quiera un día y dejar tres sin probar gota para “recuperar” el hígado; por el contrario, ese tipo de prácticas empeora una enfermedad de base. El atracón, unido a obesidad y a otros factores de riesgo, favorece la cirrosis. Un estudio pendiente de publicación sobre una cohorte americana de miles de personas tratadas con cirugía bariátrica encuentra un impacto de los atracones en la esperanza de vida. Y otro trabajo nos ha mostrado que un día de consumo excesivo altera la microbiota intestinal. De hecho, la resaca procede de la neuroinflamación que se produce cuando el alcohol altera la permeabilidad intestinal y ciertos productos de los microorganismos, como los lipopolisacáridos, pasan a la sangre.
"El alcohol es una sustancia intrínsecamente adictiva; más que el cannabis"
P. El vino se está estudiando como parte de la dieta mediterránea, un puntal en la alimentación sana. ¿Se pueden hacer diferencias según el tipo de alcohol?
R. Sobre el vino hay una plausibilidad biológica de ser diferente, por presentar más antioxidantes que otros tipos de bebida; incluso hay metanálisis que sugieren que una copa podría tener efectos protectores por su contenido en polifenoles, si bien esto es objeto de debate. Pero cuando se mira al diseño de esos estudios, comprobamos que están hechos para analizar otros aspectos y el dato del alcohol se ha recogido de forma añadida. El hecho es que no es fácil hacer encuestas sobre alcohol: no siempre recordamos bien lo que hemos bebido, o comido, el último mes, de manera que la recogida de datos siempre es imprecisa. Por otro lado, hay sesgos que pueden contaminar los trabajos. En un estudio sobre 200.000 personas en un supermercado francés en Estados Unidos sobre los carros clasificados según la presencia de alcohol, se vio que los que tenían vino o cerveza estaban en compras de alimentos más sanos que los que no llevaban nada de bebida o los que incluían diferentes tipos.
"Detrás de cada menor que consume alcohol hay un adulto que lo ha hecho posible"
P: ¿Tiene sentido hablar de cantidad de alcohol límite, si en cada persona influyen factores diferentes?
R. La cantidad va a depender de la edad, de las comorbilidades, desde luego no se puede aplicar lo mismo a todo el mundo. Y también influye el tipo de alcohol. Diría un mensaje muy sencillo: si tomas una única copa de vino al día quizás los efectos beneficiosos de los antioxidantes puedan igualar o superar a lo dañino del alcohol; pero si tomas dos, gana el alcohol y si se tomas tres, lo hace por goleada. Lo de "la" copa de vino no es fácil de alcanzar en la vida real y requiere un autocontrol que no siempre se tiene. Quien es capaz de tomar de verdad solo una copa, probablemente muestra una autodisciplina que quizá le haga hacer más deporte, cuidarse más, llevar una vida más regular en todos los sentidos. Eso sería un sesgo de selección en los estudios.
P. ¿Cómo abordar el problema del consumo de alcohol en los adolescentes?
R. Aquí sí que soy tajante. Después de vivir casi 12 años en Estados Unidos, al volver a España tuve un choque cultural cuando vi a niños comprando whisky impunemente en supermercados. Me llamó mucho la atención. En Estados Unidos, un país que no es precisamente modelo de salud pública a mis 57 años todavía me piden el carnet para venderme alcohol. Y las tiendas saben, sea la que sea, que como encuentren a un menor de 21 años con bebida, la cierran para siempre. Se hace un esfuerzo por cumplir la ley que va mucho más allá de poner un cartel de prohibición. Detrás de cada niño que consume alcohol hay un adulto que lo ha hecho posible. Los últimos datos de Madrid dicen que más del 50% de niños de entre 14 y 18 años han consumido alcohol en el último mes de su vida. No hablamos de un tercio o un cuarto, sino de la mitad, y en un mes, no un año. Es una cosa generalizada. Estamos creando una nueva generación de adictos. Sin contar con que los niños son más vulnerables a los efectos nocivos del alcohol, no solo en el hígado, también en el cerebro, como muestran algunos estudios que lo asocian con más riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer.
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