Un 10% de la población española (más de cuatro millones de personas) presenta algún trastorno del sueño y otro 30% (más de 12 millones de personas) se despierta cada día con la sensación de no haber tenido un sueño reparador o finaliza el día muy cansado, según datos de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño.
Otro reciente estudio de la Sociedad Española de Sueño (SES) apunta que el insomnio crónico afecta ya al 14% de la población adulta en España y pone el acento en la población más joven: un 33% de las personas con entre 18 y 34 años duerme de forma insuficiente, menos de siete horas, extrae una investigación promovida por la Fundación MAPFRE y elaborada por especialistas de la SES y de la de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Según esta misma encuesta, el 61% de los jóvenes españoles admite restar horas de sueño para ocio u otras tareas por falta de tiempo durante la jornada.
El sueño es lo primero que se sacrifica en aras de un estilo de vida que cada vez favorece menos el descanso. El precio de ese déficit crónico se traduce en más enfermedades y más riesgo de un fallecimiento prematuro.
Como explica a DM Ana Teijeira Azcona, neurofisióloga clínica y coordinadora de los actos en España por el Día Mundial del Sueño, “uno de los efectos más graves que tiene la falta de sueño crónica es que favorece una serie de enfermedades sistémicas que ya no solo impactan en la calidad de vida, sino que pueden acortar años de vida”.
La especialista da un clave: “Dormir menos de 6’5 horas, según están indicando los estudios, es lo que pone en un riesgo importante el desarrollo de enfermedades a largo plazo, tales como alteraciones metabólicas, hormonales, inmunológicas y, por tanto, hay más riesgo de muerte prematura”.
Las investigaciones también apuntan a que la población más vulnerable ante los trastornos del sueño son “niños, adolescentes, ancianos y personas con enfermedades graves o personas que viven acontecimientos estresantes en su entorno”, expone la neurofisióloga clínica.
Entre las causas que explican el deterioro paulatino de la higiene del sueño está la generalización de hábitos nocivos como el “abuso de las pantallas en la cama; el exceso de cafeína durante el día; las jornadas laborales maratonianas, y el ocio tardío, entre otros factores que nos indican que no estamos solo ante un problema individual sino una cuestión e hábitos sociales”.
Cambio climático y ciudad abierta 24/7
A esos problemas que trascienden la índole personal se añaden otros elementos que empiezan a estudiarse, como la precariedad laboral, económica o social -elementos estresantes que pueden afectar al sueño, pues el estrés crónico es un importante disruptor-; el modelo de ciudad abierta 24 horas, con su exceso de ruido nocturno y de luz, y el impacto del cambio climático en la cantidad y calidad de las horas dormidas. Sobre esto último matiza que “dormir por encima de los 29° ó 30° C de temperatura ambiente provoca serias disrupciones en el sueño. Si además nos encontramos en un país en vías de desarrollo o en un barrio con menos posibilidades económicas para favorecer el confort durante la noche, tendremos un sueño alterado por las elevadas temperaturas, la ausencia de acondicionamiento de las habitaciones donde se duerme y el exceso de ruido y luz derivado de tener que dormir con las ventanas abiertas”, argumenta Ana Teijeira.
Mal uso de la melatonina
Somos el primer país del mundo consumidor de fármacos hipnóticos, pero no hay datos (al no haber recetas) que indiquen de forma objetiva si también se están batiendo récords en el consumo de otra sustancia hipnótica, la melatonina.
“Sí sabemos que en las consultas de sueño estamos viendo una tendencia a un exceso de uso en la melatonina, que en algún caso puede sugerir que hay un abuso, porque aunque la melatonina sí que está aprobada para el tratamiento del insomnio, se usa fundamentalmente en personas muy mayores o cardiópatas o que tengan alguna enfermedad grave de base. Si no, se debe utilizar como un cronobiótico”, señala esta experta.
“Hay que pensar que esta hormona se encuentra de forma natural en nuestro cerebro trabajando para promover el sueño; al añadir una melatonina exógena, no deberíamos utilizarla a cualquier hora y en cualquier dosis: hay que hacerlo de acuerdo a las recomendaciones de dosificación que tenemos de las sociedades científicas de sueño y como un cronobiótico, esto es, siempre a la misma hora. Aquí sí vemos una tendencia a un mal uso de la melatonina”.
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