El concepto de atención integral del que se habla tanto parece que, de momento, está en el plano de la esfera de las ideas de las que hablaba Platón. Pero, los profesionales sanitarios reclaman que esta teoría filosófica sea una realidad en su día a día y en el de los pacientes que podrían beneficiarse de ella si pasase a la acción.
Sin embargo, no habrá atención integral si no hay una buena comunicación y coordinación entre los profesionales sanitarios de los distintos niveles asistenciales donde es atendido el paciente.
Al menos así lo creen Rafael Ortega Gómez, vocal de Atención Primaria del Colegio de Médicos de Madrid; Mari Carmen Magro Horcajada, vocal de Ejercientes no Titulares de Oficina de Farmacia del COF de Madrid; Mario García Gil, presidente de la Sociedad Madrileña de Farmacia Hospitalaria, y Laura García Ruano, coordinadora de Servicios Ambulatorios de la Fundación Madrid Esclerosis Múltiple, que está previsto que participen en Infarma 2024, en la mesa redonda Atención integral al paciente desde el hospital a la farmacia: de la necesidad a la realidad.
Para Ortega Gómez, hay dos pilares esenciales en la mejora de la calidad asistencial. Uno es la relación médico-paciente y otro “el papel fundamental que puede ejercer la oficina de farmacia en reducir la sobrecarga asistencial del médico de atención primaria”.
Este médico valora que el farmacéutico comunitario tenga ese contacto directo con el paciente y sepa cómo toma los tratamientos que se le prescriben. “Tiene, además -añade-, la capacidad de poder aconsejar y ayudar”, pero lamenta que no tenga “la posibilidad de comunicar al médico observaciones, por ejemplo, en cuestiones relacionadas con la adherencia del tratamiento”.
Ortega Gómez no es ajeno a situaciones que actualmente sufrimos derivadas de los desabastecimientos y de cambios de formas farmacéuticas. ”Se están produciendo cambios de formato de presentaciones y de medicamentos porque no los tienen en la farmacia. Esto genera una nueva consulta al médico de atención primaria porque obliga a que haya que represcribir el tratamiento, cuando lo único que se necesita es cambiar el número de comprimidos o la forma farmacéutica, algo que es perfectamente asumible por la oficina de farmacia sin necesidad de que esto se derive de nuevo al médico”.
En su opinión, habría que “mejorar la capacidad del farmacéutico de modificar un tratamiento”. Pero matiza: “No hablamos de cambiar una prescripción o un principio activo, sino la dispensación”.
Hasta que eso ocurra, que implicaría un cambio en la legislación, reconoce, el portavoz del Colegio de Médicos de Madrid, aboga por desarrollar “una herramienta informática que permita al farmacéutico (en esas situaciones de cambio de forma farmacéutica o desabastecimientos) mandar un mensaje al médico que le salte directamente en su pantalla a través del programa MUP (Módulo Único de Prescripciones y Receta Electrónica), de manera que con un clic pueda validar o modificar ese tratamiento”. Y añade: “Esto nos ayudaría a disminuir demandas de consulta que podrían ser resueltas por el farmacéutico comunitario y, en algunos casos, por enfermería, y nosotros nos dedicaríamos a pasar más tiempo con el paciente y a conocerlo mejor”.
Algunos avances
Magro Horcajada también reclama una mayor comunicación a tres bandas: médicos de primaria, especializada y farmacéuticos comunitarios, fundamentalmente, en el ámbito del paciente polimedicado y ante los cambios de medicación.
Asimismo, pide, sobre todo para las farmacias que hacen seguimiento farmacoterapéutico, “tener la historia clínica mínima para poder actuar mejor”. Su razonamiento es el siguiente: “Hay medicamentos que ahora se están prescribiendo fuera de ficha técnica porque están dando buenos resultados (es el caso de algunos antidiabéticos que son cardioprotectores y los están mandando por eso). Si le preguntas a la persona si es diabética y dice que no y ves que tiene un antidiabético prescrito puede generar dudas, pero si conoces la historia clínica del paciente puedes explicarle que el médico se lo ha mandado por ese motivo”.
También reconoce que se han producido avances en la atención integral y menciona dos. Uno de ellos es el bloqueo cautelar para el que se ha autorizado al farmacéutico en comunidades como Madrid. Esto ha sido posible gracias a mejoras en esa comunicación. Y es que, en situaciones muy concretas, el farmacéutico puede bloquear una medicación prescrita y mandar un mensaje al médico explicando los motivos de esa anulación. Es el facultativo el que valora la intervención del farmacéutico y la acepta, o no, según su criterio.
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