El tratamiento basado en la administración de vapor de agua a alta temperatura parece mejorar el flujo de orina en pacientes con hiperplasia benigna de próstata (HBP) ya que es capaz de reducir su tamaño. La técnica se ha incorporado al arsenal terapéutico de la HBP en el Hospital Clínico de Madrid y constituye una "alternativa a otras cirugías más agresivas", explica a DM Jesús Moreno, jefe del Servicio de Urología del citado centro, quien subraya que su principal ventaja es que "mejora el flujo miccional y además no interfiere con la eyaculación".
La próstata, glándula del sistema reproductor masculino, sigue creciendo, por lo general, en la edad adulta. Si su tamaño aumenta demasiado se produce una hiperplasia, conocida como hiperplasia benigna de próstata (HBP), que puede comprimir y presionar la vejiga y la uretra, provocando frecuentes problemas al orinar.
Entre las afecciones derivadas de la hiperplasia de próstata se encuentra la disminución del calibre y fuerza de la orina, necesidad de orinar frecuentemente, dificultad al comenzar a orinar o hacerlo entrecortadamente, sensación de que la vejiga no se vacía del todo manteniendo las ganas de orinar después de haberlo hecho y urgencia para orinar, con el inconveniente añadido de no encontrar un urinario cerca en numerosas ocasiones.
En última instancia, y si no se trata adecuadamente, la HBP podría generar complicaciones como infecciones de las vías urinarias, cálculos o daños en la vejiga y también en el riñón.
La técnica consiste en "aplicar vapor de agua a 70 grados centígrados mediante varias punciones, con sedación, directamente sobre la parte hipertrofiada de la próstata", que es la causante de los problemas al obstruir el paso de la orina, indica Moreno. De esta manera, el vapor de agua a alta temperatura consigue disminuir la compresión sobre la uretra mejorando el flujo de la orina y los síntomas provocados por el crecimiento de la próstata, sin afectar a órganos próximos como la uretra o la vejiga.
Otra de sus bondades es que puede llevarse a cabo en "pacientes anticoagulados, antiagregados o que tomen otros medicamentos que interfieran con la coagulación", así como en pacientes que deseen mantener eyaculaciones en sus relaciones sexuales, en personas con escasa mejoría tras otro tratamiento médico o que no tienen tolerancia a otros tratamientos, o en aquellos que presentan alta comorbilidad o riesgo quirúrgico.
Se lleva a cabo de manera ambulatoria y los pacientes son dados de alta en el mismo día, con una sonda que se suele retirar a partir del quinto o sexto día, experimentando una notable mejoría a partir del primer mes, cuando el órgano se empieza a desinflamar, manteniéndose la mejoría a lo largo de los años. Al ser un procedimiento ambulatorio, Moreno considera que "constituye una importante ayuda para descargar las listas de espera quirúrgica".
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