Los agonistas del GLP-1 inducen pérdidas significativas de peso y cuentan con evidencias crecientes de beneficios cardiometabólicos más allá de su eficacia frente a la obesidad. No obstante, desde la investigación hasta la práctica clínica, preocupa la posible pérdida de masa muscular. Diego Bellido, presidente electo de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), e Irene Bretón, coordinadora del Área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), explican las estrategias más efectivas para neutralizar este efecto indeseado.
La disminución de masa libre de grasa con fármacos como la semaglutida o la tirzepatida puede representar entre el 25% y el 39% del total del peso perdido durante tratamientos de 36 a 72 semanas, según indican investigadores de varios centros de Canadá, Brasil y EEUU en The Lancet Diabetes & Endocrinology. La pérdida de peso a través de la dieta induce pérdidas de masa libre de grasa más moderadas (10%-30%) y la pérdida de masa muscular asociada al envejecimiento es mucho menor (alrededor del 0,8% anual, equivalente al 8% por década entre los 40 y 70 años).
Los expertos consultados coinciden con los autores en que es esperable que la mayor parte de la pérdida de masa muscular en pacientes en tratamiento con GLP-1 se deba a la magnitud de la bajada de peso, y no a un efecto directo del medicamento, pero en pacientes frágiles y vulnerables es una cuestión que se debe tener en cuenta.
"Los agonistas del GLP-1 reducen la ingesta calórica y también a menudo la proteica, debido al aumento de la saciedad y molestias gástricas, lo que genera un balance nitrogenado negativo y pérdida de masa magra. No se ha demostrado un efecto catabólico directo sobre el tejido muscular", sostiene Diego Bellido.
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