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jueves, 9 de marzo de 2023

Salud y enfermedad; humanismo y biologicismo: entrevista con Cristian Saborido, filósofo de la medicina (y III)

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Jue, 09/03/2023 - 10:03
Firma invitada
Tercera parte de la entrevista de Lois Balado a Cristian Saborido, para 'La Voz de Galicia'.
Tercera parte de la entrevista de Lois Balado a Cristian Saborido, para 'La Voz de Galicia'.

Habla de que cogemos como referencia el estándar. Es posible que llegue un día en el que el 51 % seamos hipertensos, pero eso no lo convertirá en algo bueno.

Desde luego que no. Prácticamente todo el mundo tiene caries, y seguimos considerando que es patológico. Y también al revés, hay estados que son muy minoritarios y que no consideramos que sean enfermedades. La mayoría de la gente no es pelirroja y no los consideramos enfermos. Por eso el enfoque bioestadístico no parece funcionar bien. Y no lo hace porque la estadística nunca nos va a ofrecer una distinción entre lo sano y lo enfermo, porque esa distinción en último término es sobre lo deseable o indeseable.

El dolor y la muerte parecen bastante indeseables.

Esto es algo que parece indiscutible, igual que consideramos que es indeseable la incapacidad o el sufrimiento. Por lo que la medicina lo que debería hacer es combatir esto. Pero que sea indeseable tener dolor o morirse no lo dice la biología, es algo que está en nosotros. Es algo básico de nuestra forma de ver el mundo, pero eso no lo convierte en objetivo. Yo soy un fan absoluto de la medicina, creo que es uno de los grandes logros que tenemos como especie, haber alcanzado un conocimiento institucionalizado, sistemático y riguroso sobre el cuerpo humano, pero la cuestión es que no tenemos que olvidar que la medicina va de eso, no de ciencia, de ayudar a las personas a enfrentarse a su condición humana más íntima. Porque no hay nada más humano que tener dolor y morirse. No existe nada más biológico que eso. Pero aun así nos empeñamos en luchar contra ello. La medicina, más que de un retorno al estado biológico estándar, es lo contrario, tratar de corregir a la propia biología.

¿Cree que todas estas cuestiones se las plantean los médicos día a día?, ¿reciben suficiente formación filosófica sobre su profesión?

Actualmente, un estudiante de medicina se forma en dos de las tres patas que debería tener un buen médico. Un buen médico debería ser alguien con un conocimiento académico muy bueno sobre biología, anatomía y fisiología del cuerpo humano porque eso es la base de todo, lo que le permitirá intervenir en un cuerpo; luego, deberá tener un conocimiento técnico muy bueno, no es casualidad que les obliguen a hacer una estancia tan larga como el MIR. No basta con tener conocimientos, hay que dominar una serie de técnicas que se aprenden en la práctica. Pero la tercera pata del buen médico debería ser lo que llamaba Aristóteles frónesis. Una prudencia, una especie de capacidad moral para ver cuándo la labor del médico es necesaria y aporta algo bueno. Esto es algo en lo que constantemente se insiste en la formación de un médico, se les habla del juramento hipocrático, se les insiste en que lo primero es no hacer daño y se les enseña ética, aunque sea una maría en la carrera.

O sea, existe la asignatura.

Existe sí, pero viene a ser un complemento, porque el peso se suele poner en las otras dos partes, no tanto en cuestiones morales, en el sentido de lo que hace, sino en ser buenos técnicos y teóricos. Al poner todo el peso ahí, que obviamente requiere tiempo y es importante, se ha decidido, seguramente no con mal criterio, hacerles buenos teóricos y buenos prácticos. Pero hacerles buenos juzgadores morales se ha quedado en segundo plano. La experiencia que yo tengo de trabar en comités de bioética con médicos es que un médico no es como un físico o un químico, que pueden obviar los aspectos éticos de la práctica a no ser que estén haciendo armamento nuclear o algo parecido. Pero con un médico es difícil. Los médicos tratan con pacientes que sufren. Los médicos suelen tener una sensibilidad humanística muy fuerte, cierta simpatía hacia la filosofía y la bioética porque son capaces de ver las repercusiones que tiene su práctica. Lo que no tienen es tiempo y tampoco formación.

¿Con qué cara se quedan los médicos cuando les habla de todo esto?

Pues se da un poco de todo. Un médico es un profesional muy especial. Yo soy la primera persona de mi familia que fue a la universidad y mi primera era idea era estudiar medicina. Era el típico niño que estaba siempre enfermo y los médicos eran mis héroes. Cuando quería estudiar medicina, mi madre estaba orgullosa; el disgusto cuando estudié filosofía aun le dura. Les tengo mucho cariño y cada vez más...

Tiene una pinta de que se acerca un «pero»...

[Ríe.] Efectivamente, ya saben eso que dicen que todo lo que se dice antes de un «pero» no cuenta. El «pero» es que los médicos se encuentran con un trabajo muy complicado en unas condiciones cada vez peores, con una desconfianza social creciente. Hay quien cree que nos engañan y que están comprados por las farmacéuticas o por Soros. Los médicos, aun teniendo esta sensibilidad humanística, muchas veces sienten que hay un intruso metiéndose en su campo. Muchas veces lo que siento cuando estoy en comités de ética es que les parece bonito lo que haces, que está muy bien, pero no tienen tiempo para formarse en filosofía y que no es lo importante. Que lo importante es que la gente se muere y sufre y que deben que solucionarlo. Tiene también mucho que ver con cómo se plantea el plan de estudios, con como mucho dos asignaturas en las que se aborda de forma accesoria, casi cosmética. Lo importante es aplicar al manual; y este es el problema. Al no tener este tiempo para ser críticos con la profesión, al final te encuentras con que la propia medicina sigue haciendo sangrías, aunque aún no lo sepamos.

Le voy a tender una trampa, ¿qué es para usted una enfermedad?

Ojalá pudiera darte una respuesta. Una enfermedad, si tengo que dar una definición provisional, diría que es un estado corporal o mental que consideramos indeseable y que se puede abordar médicamente. No que se pueda con los medios que tenemos en la actualidad, sino que es potencialmente abordable médicamente. Tienen que darse las dos cosas, que consideremos que es negativo y que sea tratable. Dicho de otro modo, una enfermedad es aquello que los médicos, pacientes y sociedad consideran que es una enfermedad. Lo cual no tienen por qué coincidir, porque estos tres grupos pueden tener ideas distintas de lo que es una enfermedad. Además, es algo que va a cambiar con el tiempo. Porque lo que consideramos indeseable y médicamente tratable cambia.

Lois Balado Tomé
Entrevista publicada originalmente en la sección «La Voz de la Salud» de La Voz de Galicia https://www.lavozdegalicia.es/lavozdelasalud

El tercer pilar del buen médico es lo que Aristóteles llamaba 'frónesis': una especie de capacidad moral para ver cuándo la labor del médico es necesaria y aporta algo bueno. Off Lois Balado Tomé Off

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