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martes, 12 de agosto de 2025

Feminismo

Fernando Navarro
Fernando Navarro
| Vocablos olvidados

Imagino la sorpresa del lector al encontrar este epígrafe dentro de la sección «Vocablos olvidados»: ¿¡Vocablo olvidado, ‘feminismo’!? ¡Pero si en nuestra época se habla de feminismo más que nunca!

Lo que ocurre es que yo no me refiero a este feminismo omnipresente de hogaño, sino a otro feminismo de antaño que, según explican Elena Cianca y Emilio Gavilanes en el número 13 de la revista Archiletras, entró en español hacia 1840 procedente del francés féminisme para expresar feminidad (en referencia a las características propias de las mujeres) o también, en medicina, los rasgos poco masculinos (pestañas largas, barba escasa, ginecomastia) de muchos varones que padecían tuberculosis. De hecho, el primer texto en el que se documenta la voz feminismo en español corresponde a la Gaceta Médica de Madrid (20-IV-1853): «Hipócrates describe una enfermedad muy singular propia de los escitas, llamada ‘feminismo’, en la que los hombres, afectados de impotencia, dejaban sus vestidos y todas las formas exteriores de su sexo, para vivir entre las mujeres, cuyo traje y costumbres adoptaban».

La voz se mantuvo vigente entre médicos durante más de un siglo, como atestiguan los dos pasajes siguientes. El primero, tomado de los Ensayos sobre la vida sexual (1919-1929), de Gregorio Marañón: «Con mayor claridad todavía se observa la inversión ya en el terreno patológico, en ciertos casos de tumores de la corteza de la glándula suprarrenal que origina la transformación inesperada y casi completa de una morfología de mujer en una morfología masculina. Y en algunos de estos casos se ha podido hacer la contraprueba de extirpar el tumor y presenciar el retorno a la feminidad primitiva. A su vez, en hombres con lesiones testiculares, se observan cambios tan netos, en el sentido femenino, que muchas veces el propio interesado llega a ignorar su verdadero sexo. Se llaman estos estados pseudo-hermafroditismo femenino y masculino; y, en sus formas más atenuadas, virilismo y feminismo». El segundo, de Las neurosis como enfermedades del ánimo (1966), de Juan José López Ibor: «Si seguimos la pista de estas inhibiciones en la sincronización de la maduración nos encontramos con su traducción corporal en forma de signos de funcionamiento irregular de todos los procesos diencefaloendocrinos que intervienen en la maduración, con estigmas disgenitales de la constitución, y todo ello no en forma masiva, sino como síntomas con significado parcial de masculinismo, feminismo, infantilismo, eunucoidismo, etc. Tales síntomas son anomalías en la distribución pilosa, en la distribución de las secreciones y de las grasas e hipoplasias locales, y también anomalías de carácter funcional, tales como la instalación retrasada e irregular de la menstruación, el retraso en el crecimiento o el crecimiento veloz y desmedido de la talla corporal, de las funciones sexuales, etc.».

Los diccionarios actuales siguen recogiendo todavía ‘infantilismo’ como sinónimo de ‘infantilización’ y ‘virilismo’ como sinónimo de ‘virilización’, pero ya no ‘feminismo’ —caído en el olvido— como sinónimo de ‘feminización’. ¿Por qué así? Muy probablemente porque en las postrimerías del siglo XIX llegó al español una nueva acepción de feminismo, documentada por primera vez en el diario conservador La Época de Madrid el 19 de abril de 1895: «Un periódico de Viena ha tenido la idea de preguntar a las mujeres más conocidas de Alemania lo que piensan del matrimonio. Por singular casualidad, casi todas se muestran muy indulgentes respecto a esta institución de la que pudiera juzgárselas como enemigas, pues el matrimonio no se ajusta a las pretensiones del feminismo ni a los principios del colectivismo, hacia el cual sienten predilección muchas de las señoras consultadas». La RAE dio entrada a este nuevo significado de ‘feminismo’ en la 14.ª edición del diccionario académico (1914) con el siguiente significado: «Doctrina social que concede a la mujer capacidad y derechos reservados hasta ahora a los hombres». Rápidamente convertido en uno de los movimientos sociales más influyentes del siglo XX, que transformó de modo profundo y radical las estructuras políticas, legales y culturales de las sociedades más avanzadas, el feminismo sociológico de nuevo cuño barrió en el uso al antiguo feminismo médico, hoy ya olvidado. ‡‡

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