Alma Bustos, médico de familia, y Joaquín Venegas, farmacéutico comunitario, comparten algo más que ser sanitarios: han dedicado su tiempo de vacaciones a ser cooperantes en el extranjero. Ambos, en el Hospital de Nossa Senhora da Paz, en Cubal (Angola), donde se conocieron hace ya tres veranos. Hablamos de Angola, pero la situación que relatan es aplicable a muchos rincones del planeta, llámense Gaza, Ucrania... zonas con o sin conflicto bélico, pero con un denominador común: el hambre y la desnutrición.
El 19 de agosto es el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. A unas días de esta fecha, Alma y Joaquín subrayan lo aprendido de sus vivencias.
En su caso no recurrieron a grandes y conocidas organizaciones humanitarias: Venegas lo hizo a través de las Hermanas de Santa Teresa de Jesús de Sevilla, y Bustos, del Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona, con el que el centro angoleño tiene un acuerdo.
"Fue de un modo altruista, porque nada estaba organizado. Aporté lo que podía y sabía", recuerda este farmacéutico comunitario de Sevilla sobre su estancia en el hospital de Angola, al que llegó a través de su contacto con las Teresianas de Sevilla.
"Mi función era aclarar las posologías y ordenar todo el 'stock" (Joaquín Venegas)
No apareció con las manos vacías, sino con una maleta llena de medicamentos desde España (sobre todo que no precisaran refrigeración), a un centro sin apenas cobertura y donde había cortes de luz.
"Yo estuve en el servicio de farmacia hospitalaria. Mi función era aclarar las posologías y ordenar todo el stock. Tenían incluso medicamentos para ciertas enfermedades que no aplicaban. Se trataba de dar un poco de orden al pequeño descontrol que tenían allí", subraya.
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