Pronto se cumplirán cuatro décadas desde que el cirujano Paul H. Sugarbaker suscitó una polémica mundial al plantear la posibilidad de tratar la enfermedad avanzada peritoneal mediante cirugía citorreductora más la administración de quimioterapia intraoperatoria hipertérmica (HIPEC). Al aplicar la quimioterapia caliente directamente sobre las células tumorales, se persigue destruir la enfermedad microscópica residual, pues, en palabras del médico estadounidense, “lo que el cirujano no ve mata al paciente”.
Desde entonces la técnica se aplica a carcinomatosis peritoneal de origen gástrico, colorrectal, apendicular y ovárico, así como a tumores primarios del peritoneo.
En ciertas indicaciones, como el cáncer de ovario, el uso de la HIPEC no se ha generalizado en los centros españoles a la espera de nuevas evidencias que lo avalen.
Así lo ve el cirujano oncológico Juanjo Torrent, fundador de QTI (Quénet Torrent Institute), en Barcelona, quien apunta que “la controversia de la HIPEC viene dada por la heterogeneidad de las publicaciones anteriores, en cuanto a fármacos, dosis, momento de la indicación, etc”. El cirujano es uno de los autores del ensayo clínico sobre HIPEC en recidiva de cáncer de ovario (Chipor, Chemotherapy Hyperthermic Intraoperatory in Ovarian Cancer Relapse), que viene a demostrar la utilidad de la técnica en esta enfermedad avanzada. En cáncer de ovario, “en España la HIPEC no está muy extendida por diferentes razones. Probablemente,los ginecólogos oncólogos esperaban los resultados de estos estudios, ya que ahora diversos equipos empiezan a realizarla”.
Uno de esos estudios es precisamente el Chipor, que se presentó en la reunión de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO) el pasado junio; en el congreso europeo de ginecología oncológica (ESGO, celebrado en Estambul en septiembre) y, finalmente, hace poco más de una semana en el congreso Psogi (organización sobre enfermedades del peritoneo, como la carcinomatosis), en Venecia. Los tres, congresos referentes en patologías oncológicas.
Los cirujanos de QTI-Quénet Torrent Institute Juanjo Torrent y François Quénet forman parte de los autores de ese estudio internacional, donde han participado numerosos centros. Aquí se analizaba a un total de 415 pacientes con recidiva de cáncer de ovario, a los que se comparaban en dos brazos: en uno se trataba a 208 pacientes con quimioterapia y cirugía, y en el otro se trataba a 207 pacientes con quimioterapia y cirugía con HIPEC.
“El ensayo demuestra que las pacientes con recidiva de cáncer de ovario, a las que administramos quimioterapia y luego operamos y al mismo tiempo realizamos una HIPEC, tienen más supervivencia (10 meses más sobre la media), que a las que no realizamos HIPEC”, comenta Juanjo Torrent. También se observó un moderado aumento en el tiempo libre de enfermedad.
La toxicidad no es excusa
“Las pacientes beneficiadas son todas aquellas que tienen una recidiva de cáncer de ovario platino sensible, es decir, en las que ha vuelto a aparecer el cáncer con un intervalo libre de enfermedad de un mínimo de 6 meses desde el último ciclo de quimioterapia. Otra evidencia en este ensayo y en otros recientemente publicados es que la HIPEC no aumenta la toxicidad, por lo que ya sabemos que este argumento no justifica su no realización”, subraya el cirujano.
El estudio clínico sigue en la línea de los últimos ensayos en fase III sobre HIPEC en el tratamiento del cáncer de ovario, que reflejan una mejora en la supervivencia de las pacientes a las que se les administra la quimioterapia intraoperatoria.
“En estos momentos están en curso más estudios fase III que analizan la aplicación de HIPEC en otros momentos del tratamiento (sin quimioterapia previa), por lo que en los próximos meses o años sabremos si podemos extender las indicaciones de HIPEC en cáncer de ovario”.
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