Esta semana el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Barcelona ha conmemorado su 125 aniversario con una fiesta en la que rindió homenaje a varios profesionales que han alcanzado los 50 años de colegiación y a uno que ha llegado hasta los 75. Este último, Alfons de Mena Calvet, que a pesar de su avanzada edad está en plenas facultades, dio un interesante discurso que, para centrar el foco, muestra la importancia de la cooperación multidisciplinar.
Explicó De Mena a los asistentes a ese evento que ejerció un par de años en una farmacia de Cabrils, un municipio del Maresme interior, en Barcelona, y que un día entró en esa botica un médico de la población cercana de Vilassar de Dalt visiblemente angustiado. Le explicó que tenía a tres niños intoxicados por una hierba que no sabía lo que era, y se la dejó encima del mostrador para ver si él la podía identificar. De Mena la miró y, por su formación, enseguida supo lo que era: "Es una coriaria myrtifolia o emborrachacabras". Se trata de una planta arbustiva propia del Mediterráneo que puede causar envenenamiento en animales, incluidos humanos (la ingestión de sus frutos se debe a que se pueden confundir con las moras).
Esa información fue de gran utilidad para el médico y, al parecer, los niños no murieron (en el peor de los casos la emborrachacabras causa síntomas neurológicos e, incluso, la muerte por paro cardiorrespiratorio).
Esa sencilla anécdota sirve para poner de relieve que en los últimos años el elemento común de casi todos los avances que ha habido en biomedicina es que son fruto de la implicación de expertos en diferentes disciplinas científicas y tecnológicas. Siempre hay una que lidera, por supuesto, pero sin la colaboración de otras es prácticamente imposible abordar retos importantes y alcanzar objetivos ambiciosos.
La multidisciplinariedad orientada a la atención integral al paciente también está yendo rápidamente a más en el plano de la asistencia sanitaria; desde la atención primaria a las unidades hospitalarias superespecializadas en patologías concretas.
Resulta un recurso imprescindible en, por ejemplo, la medicina de precisión (o personalizada). El tratamiento con un CAR-T de un paciente con leucemia implica a hematología pero también a cuidados intensivos, neurología, farmacia hospitalaria, inmunología, enfermedades infecciosas, urgencias, enfermería y, en el caso de niños, a pediatría.
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