El buen uso (o buena adherencia) al tratamiento con presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) para el tratamiento de la apnea del sueño reduce el riesgo de volver a sufrir episodios cardiovasculares y cerebrovasculares hasta en un 31%. Es la conclusión de un metaanálisis liderado desde Lérida y publicado en JAMA cuyos resultados cambiarán las guías clínicas de manejo de la apnea del sueño en todo el mundo, a juicio de sus autores principales: Ferran Barbé Illa, director clínico territorial de Enfermedades Respiratorias Crónicas del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lérida, profesor de la Universidad de Lérida (UdL), líder del grupo de Investigación Traslacional en Medicina Respiratoria del Instituto de Investigación Biomédica de Lérida (IRBLleida) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES), y Manuel Sánchez de la Torre, investigador Ramon y Cajal, profesor del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la UdL y líder del grupo de Medicina de Precisión en Enfermedades Crónicas del IRBLleida.
Lo que este trabajo hace, con sus contundentes conclusiones, es poner en cuestión los estudios previos SAVE (New England), Isaacc (The Lancet Respiratory Medicine) y Riccadsa (Journal of Clinical Medicine), que coincidieron en determinar que la aplicación de la CPAP en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida y apnea obstructiva del sueño tiene un efecto neutral; es decir, no tiene ningún efecto para prevenir acontecimientos cardiovasculares mayores.
El artículo de JAMA liderado desde Lérida demuestra, basándose en datos individuales de los 4.186 pacientes de los tres estudios previos antes citados, que el cumplimento adecuado del tratamiento con CPAP (superior a cuatro horas de uso por noche) sí resulta un factor clave en la prevención cardiovascular secundaria y en la reducción del riesgo de recurrencia de un evento cardiovascular grave.
Al menos cuatro horas diarias
O dicho de otro modo, el efecto de la terapia no es neutro y, sobre todo, no es acumulativo, precisa Barbé, porque la protección de la CPAP es solo cuando se usa al menos cuatro horas diarias (desaparece si se deja de usarla o se hace por menos tiempo). Eso se ha podido observar en el análisis estadístico no de la media de uso de la terapia sino en el día a día y a largo plazo (periodo de 6 años), un periodo en el que es importante tener en cuenta si el paciente ha dejado el tratamiento (por el motivo que sea) por algún tiempo (semanas, meses) y lo ha recuperado al reaparecer síntomas. Los investigadores de este nuevo trabajo, por tanto, han estudiado el periodo de cumplimiento correcto en cada paciente y qué ha pasado con ello en comparación con lo sucedido en periodos de incumplimiento.
Se da la circunstancia que el estudio Isaacc lo lideró también Barbé. Concluyó que la aplicación de CPAP en pacientes con síndrome coronario agudo y apnea obstructiva del sueño tiene un efecto neutral en la prevención secundaria de nuevos eventos cardiovasculares recurrentes. El investigador informa a este diario de que en aquel momento no se pudieron analizar los datos de la misma forma que en el metaanálisis porque para eso hacía falta una n (muestra) más grande, como la tenida en cuenta ahora, y porque en aquel momento no existía el tipo de análisis estadístico usado en este caso.
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