Suiza, un país con un potente sector farmacéutico, votará hoy para decidir si prohíbe los experimentos biomédicos con animales. Esa iniciativa, que ya veremos en qué acaba, se da cuando en España se han recogido nada menos que un millón de firmas contra el sacrificio de 38 cachorros de perro Beagle que antes serán utilizados en el estudio de un medicamento en el seno de la Universidad de Barcelona (UB). El trabajo lo realizará en marzo, previo concurso público, la empresa Vivotecnia, investigada actualmente por la Guardia Civil por presunto maltrato animal.
La polémica a cuenta de esos cachorros obligó a la UB a emitir un comunicado el pasado día 2 de febrero en el que informó de lo siguiente: “El Parque Científico de Barcelona (PCB, de la UB) acoge una empresa que lidera un proyecto del programa Retos Investigación, del Ministerio de Ciencia e Innovación, cuyo objetivo es desarrollar un fármaco antifibrótico para tratar la fibrosis hepática y mielofibrosis. Se trata de enfermedades que cada vez tienen mayor incidencia -en Europa, la fibrosis hepática afecta aproximadamente al 2,1% de la población y la mielofibrosis, entre 1 y 9 de cada 100.000 habitantes-, para las que actualmente no hay disponible ningún tratamiento eficiente”.
Y también de esto otro: “Según la normativa europea, antes de probar el tratamiento en humanos es obligatorio realizar el estudio de toxicidad en dos especies de mamíferos, y es imperativo que una de las dos no sea una especie roedora. Por tanto, es necesario realizar el tratamiento con algún otro tipo de animal -en este caso, perros Beagle-, para saber si posteriormente podría probarse en humanos”. En al menos 32 de esos perritos habrá que hacer posteriormente una autopsia.
Ese experimento no es una excepción en España: según los últimos datos oficiales, en 2020 se usaron 761.012 animales en diferentes proyectos de investigación. De ellos, 789 fueron perros; bastantes menos de lo que es habitual a causa de la pandemia (en 2018 se contabilizaron 1.132 y en 2019, 1.463).
Ese volumen, que a los muy amantes de los animales nos horroriza, posiblemente sea el mínimo imprescindible para que la medicina avance en nuestro país. Si eso es así es gracias, entre otros, al Acuerdo de transparencia sobre el uso de animales de experimentación científica en España, impulsado en 2016 por la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE). Se trata de un código voluntario de buenas prácticas que, junto a la legislación vigente, proporciona un marco para fomentar actividades de transparencia y comunicación sobre el uso de animales en investigación científica. Un total de 140 instituciones (de las que más del 80% son centros de investigación y universidades) están adheridas. Ese acuerdo es hoy una referencia internacional.
La gente desconoce el control que hay sobre estos experimentos y, es más, tampoco sabe lo importantes que son para la salud humana. Sin ellos hoy, sin ir más lejos, no tendríamos las vacunas contra el SARS-CoV-2. Los (modelos) animales se usan para ampliar el conocimiento biomédico, desarrollar nuevas terapias, validar nuevas técnicas diagnósticas y quirúrgicas... La formación grado y postgrado de los sanitarios también se apoya en ellos.
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