Una vez tratado el cáncer de mama con cirugía y terapia neoadyuvante, la detección de material genético del tumor en la sangre puede servir para seleccionar qué pacientes tienen más riesgo de recaer.
Para identificar esta enfermedad mínima residual se requieren pruebas de diagnóstico avanzadas, como las empleadas en la caracterización molecular de los diferentes tipos de cáncer, y que nacen de un mayor conocimiento de la biología tumoral.
En los últimos meses, ese conocimiento se ha plasmado en una serie de avances terapéuticos, puestos en común en una reunión del grupo español de investigación clínica en cáncer Solti. A punto de empezar una de las citas científicas internacionales más importantes sobre cáncer de mama (Simposio del Cáncer de Mama en San Antonio, Sabcs 2022), el encuentro Solti Envision Summit 2022 ha repasado qué han dado de sí los ensayos en esta enfermedad.
2022 deja cuatro avances claros
El encuentro ha estado coordinado por Aleix Prat, presidente de Solti y jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínic de Barcelona, y por el director científico del grupo, Tomás Pascual, quien resume lo más destacado de los últimos avances: “En este 2022 se han logrado cuatro hitos que marcan un antes y un después en el tratamiento del cáncer de mama: el primero es la demostración de que los nuevos fármacos conjugados (ADC, por sus siglas en inglés) no solo mejoran la supervivencia libre de progresión sino también la supervivencia global de las pacientes con cáncer de mama metastásico de cualquier subtipo. El segundo, es la aparición de nuevos fármacos de terapia endocrina denominados SERD, que, aunque con resultados controvertidos entre ellos, abren la puerta a una nueva posibilidad de tratamiento para las pacientes con cáncer de mama HR+/HER2. Tercero, se confirma el beneficio de añadir inmunoterapia a la quimioterapia en cáncer de mama triple negativo temprano, demostrando el beneficio en supervivencia. Y, por último, afortunadamente se están implementando ya múltiples test diagnósticos para optimizar la selección de los tratamientos”.
En la detección precoz de la enfermedad, y la caracterización molecular de estos tumores, el grupo del profesor Nick Turner, del Instituto de Investigación en Cáncer, de Londres, cuenta con una larga trayectoria dentro del campo llamado biopsia líquida. Bajo ese término se engloban técnicas que identifican el material genético (ADN tumoral circulante o en sus siglas en inglés, ctDNA) con el que, entre otras determinaciones, confirmar la respuesta al tratamiento instaurado o realizar un diagnóstico precoz de una eventual recaída, antes incluso de que aparezca la lesión palpable o detectable en pruebas de imagen.
“El tratamiento basado en la detección de ADN tumoral circulante no es una herramienta en la práctica clínica habitual a día de hoy, pero esperamos que resulte una herramienta de selección realmente importante para los estudios clínicos que están en marcha”, recuerda Nick Turner, uno de los participantes en el encuentro científico.
El especialista ha concretado a DM que “hay datos muy interesantes e importantes sobre cómo las biopsias líquidas se pueden utilizar para averiguar qué pacientes tienen riesgo de recaída tras haber sido tratadas con cirugía de un tumor de mama primario, si bien en la actualidad esto no está listo para un uso clínico estandarizado”.
Por subtipos tumorales, el cáncer con receptores de estrógeno positivos, la forma más común de cáncer de mama., es el que más se beneficia de las biopsias líquidas, ha destacado.
¿Qué hacer ante la enfermedad residual?
La gran cuestión que se plantea ahora la investigación en este campo es qué hacer, cuáles son las opciones terapéuticas, en caso de encontrarse con una enfermedad mínima residual.
“Es realmente la pregunta clave para el futuro; sabemos que podemos utilizar las biopsias líquidas para identificar pacientes que tienen enfermedad residual, pero no tenemos suficiente evidencia de que podamos usarlo para dirigir la terapia en la clínica en este momento. Hay una serie de ensayos clínicos que investigan diferentes tratamientos para, con suerte, proporcionar en el futuro evidencia suficiente que permita que el seguimiento de la enfermedad residual molecular sea una práctica clínica habitual”.
En concreto, sobre el uso de biopsia líquida para controlar una eventual recaída en pacientes que han sido operadas de cáncer de mama, confían en que “estamos a pocos años de que se conviertan en práctica estándar. Se están reclutando a pacientes para una serie de grandes estudios aleatorios, y si muestran los resultados positivos que esperamos dentro de unos pocos años, esto podría ser una forma habitual de seguimiento de las pacientes que han sido tratadas con cáncer de mama”.
Otra de las participantes en el encuentro, Barbara Pistilli, responsable del Comité de Patología Mamaria en el Instituto Gustave Roussy de París, ha repasado la innovación que está suponiendo la nueva generación de fármacos ACD en ciertos tipos de cáncer. Pistilli es una de las pioneras en la descripción del mecanismo de acción de esta nueva revolución oncológica en el ámbito académico. “En los últimos 30 años, gracias a la optimización de los tres componentes de los fármacos ADC -la base del anticuerpo, el enlace y la carga útil (fármaco citotóxico)-, más de 14 ADC han obtenido la aprobación de comercialización en diferentes países y más de cien han entrado ya en desarrollo clínico. Las nuevas construcciones de ADC aprovechan nuevas estructuras de anticuerpos, a menudo dirigidos a múltiples antígenos, y nuevos conceptos de carga útil, no obstante, hay que acabar de esclarecer aspectos de su mecanismo de acción y perfil farmacológico”.
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