En España no es habitual encontrar enfermeras especializadas en trastornos del movimiento, pero cada vez son más las profesionales interesadas en estas cuestiones, especialmente en la enfermedad de Parkinson. "Se trata de la segunda enfermedad neurodegenerativa a nivel mundial, a la que posiblemente habrá que dedicar más recursos sociosanitarios", explica a este periódico Beatriz González García, enfermera de práctica avanzada (EPA) de la Unidad de Trastornos del Movimiento (UTM) del Hospital de La Princesa (Madrid).
Como ella, la enfermera Estefanía Carabajal también ha recibido educación de posgrado centrada en los trastornos del movimiento y la práctica clínica de ambas se desarrolla a diario en una consulta especializada propia, "con pacientes que cursan patologías englobadas dentro de los trastornos del movimiento desde los primeros estadios, donde la enfermedad de Parkinson ocupa más del 85% de nuestra labor asistencial", añade Carbajal, que también es EPA en la UTM.
Ambas EPA justifican la presencia de enfermeras especializadas en este campo por su conocimiento clínico y por la capacidad de gestión que aporta el perfil enfermero. "Desarrollamos varias funciones -como la de colaboración con el equipo interdisciplinar-, y somos autónomas en el desarrollo de nuestra propia disciplina, donde atendemos diferentes roles: asistencial, investigador y docente, que justifican la presencia de enfermeras especializadas en nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS)", indica González García.
En este sentido, recuerdan que es importante visibilizar el trabajo que realiza la enfermería neurológica especializada. "Nuestros amplios conocimientos sobre la progresión de la enfermedad y cuidados -tanto de los pacientes afectados como de sus personas cuidadoras-, así como una muy buena formación sobre las particularidades de algunos de los tratamientos, especialmente en fases avanzadas de la enfermedad, nos permite un manejar mejor los síntomas en pacientes que cursan con estas patologías neurodegenerativas", dice Carbajal.
Y defienden que los cuidados de la enfermera especializada, además de aportar valor añadido a las personas que presentan la enfermedad y a sus cuidadores, redundarán en un menor gasto sociosanitario. "La enfermería especializada es capaz de abarcar las diferentes necesidades que se dan tras un diagnóstico de enfermedad crónica, como es el caso que nos ocupa. Su foco hacia el paciente es multidireccional y será clave a la hora de prevenir las diferentes dificultades que puedan darse en el curso de una enfermedad. Por ello, sin duda, necesitamos de más enfermería especializada", reivindican ambas EPA.
Un día en la consulta
Desde la consulta especializada, estas EPA atienden a los pacientes desde los diferentes roles (asistencial, docente e investigador) que la enfermería tiene asignados como disciplina.
"Somos autónomas para realizar actividades del proceso enfermero, pero también realizamos trabajo de colaboración dentro del equipo interdisciplinar. Coordinamos la consulta y atendemos diariamente a pacientes y personas cuidadoras. Les proporcionamos una asistencia cercana. A través de los cuidados y la formación que les damos, por ejemplo, pueden evitar acudir a los servicios de urgencias", indica González García .
Recuerdan, además, que el diagnóstico de una enfermedad suele ser un duro golpe, pero que las dificultades serán menores si el paciente está acompañado durante el camino. Precisamente por ello, también les recuerdan la importancia de acudir a los centros de atención primeria. "La labor de las enfermeras y médicos del primer nivel asistencial es muy importante, ya que son los primeros que pueden detectar y poner en movimiento la maquinaria para que estos pacientes puedan ser guiados en cualquier momento de su proceso vital y de salud".
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