La proximidad a la edad parental de inicio de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer está relacionada, en mujeres, con una mayor acumulación de la proteína beta amiloide, que es una de las lesiones características de la enfermedad.
Esta es la conclusión a la que han llegado los investigadores del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), de la de la Fundación Pasqual Maragall en un estudio realizado con el apoyo de la Fundación La Caixa.
El trabajo, publicado en Neurology, se ha realizado con 290 individuos (63% mujeres, 37% hombres) sin alteraciones cognitivas procedentes del Estudio Alfa, que es una de las mayores infraestructuras de investigación del mundo para la prevención del Alzheimer. Los participantes (en gran parte, descendientes de personas con Alzheimer) realizaron cuestionarios clínicos, pruebas cognitivas, una punción lumbar, una resonancia magnética y una tomografía por emisión de positrones, necesarias para ver si la proximidad a la edad parental de inicio de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer estaba asociada con una mayor carga de la proteína beta amiloide y con otros biomarcadores de daño neural, y para evaluar el papel de factores de riesgo no modificables, como la edad, el sexo y la genética, y factores modificables, como los años de escolarización, y la salud mental y vascular.
Los resultados de la investigación indican que aquellos con una mayor acumulación de la proteína beta amiloide eran las mujeres de más de 60 años y que estaban a una proximidad de entre 7 y 8 años antes de la edad en la que alguno de sus padres empezó a manifestar problemas cognitivos. En el caso de tener dos progenitores afectados, la acumulación de la proteína era aún más elevada. Además, estos efectos eran independientes de si las participantes eran portadoras o no del genotipo APOE-Ɛ4, que también incrementa el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Eider Arenaza-Urquijo, investigadora principal del estudio, ha afirmado que la edad parental de inicio de los síntomas del Alzheimer "es una variable sencilla de recoger" y "puede ser muy útil de cara a enriquecer los ensayos clínicos de prevención, ya que, junto con otras medidas, se podrán seleccionar a personas que tengan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad”. Y añade: “Podríamos ser capaces de detectar antes la acumulación de la patología amiloide en las mujeres que presenten este y otros factores de riesgo de la enfermedad, y permitirles que se beneficien de programas de prevención".
José Luis Molinuevo, director científico del Programa de Prevención del Alzheimer del BBRC, ha destacado que “este trabajo aporta información novedosa a añadir a la historia familiar para identificar con mayor exactitud a personas que pueden estar a más a riesgo de desarrollar Alzheimer".
Ansiedad y depresión
En referencia al papel de los factores de riesgo modificables, el equipo del BBRC han comprobado que a medida que los participantes tenían más edad y sin distinción por sexo, los que tenían historia de ansiedad o depresión presentaban un menor volumen del hipocampo, que es una de las áreas cerebrales que primero se atrofian en la enfermedad de Alzheimer. Por ello, ha subrayado que cuidar la salud mental es especialmente importante en personas con historia familiar de esta enfermedad”.
Este hallazgo va en línea de estudios recientes de salud mental y Alzheimer –en los que también ha participado Arenaza-Urquijo–, que apuntan a que el pensamiento negativo y el estrés pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta patología.
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