La Sociedad Catalana de Gestión Sanitaria celebra hoy y mañana su primer Congreso Catalán de Gestión Clínica y Sanitaria en Sitges, Barcelona, que contará con la asistencia de más de 850 profesionales. El presidente de la entidad y del comité organizador, Ramon Cunillera, director gerente del Hospital de Mataró, contesta a preguntas de este diario, con motivo de una cita profesional que coincide con la incertidumbre presupuestaria sobre 2023; un nuevo equipo al frente del Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña (ahora gobierna la comunidad autónoma ERC en solitario y en minoría parlamentaria); cuando la pandemia de covid-19 está ya aparentemente bajo control, y tras más de una década de inestabilidad política por el llamado ‘procés’ independentista.
PREGUNTA: Esta cita parece llegar en un momento relevante, tras 12 años difíciles para la sanidad catalana. ¿Es así?
RESPUESTA: Es un momento de mucha incertidumbre y hay ganas de hablar y de compartir, pero no se trata de buscar diagnósticos e idas nuevas porque ya está todo escrito. Lo primero es intentar releer todos los diagnósticos que tenemos hechos.
P: Se va a hablar de los retos que marcarán la transformación de la gestión sanitaria en Cataluña en la etapa post pandemia. ¿Qué retos se van a destacar especialmente?
R: Son seis. El primero, la experiencia del paciente; necesitamos su participación en la toma de decisiones a partir de su experiencia. El segundo, la necesidad de un nuevo marco de contratación y evaluación de servicios sanitarios; en esto tenemos mucho camino por recorrer. El tercero, nuevas infraestructuras sanitarias para poder hacer más actividad ambulatoria y más atención digital; necesitamos espacios físicos diferentes. El cuarto, la integración de la atención y los servicios para poder afrontar la complejidad, que va a más y no se puede afrontar en solitario desde la primaria, el hospital o la atención sociosanitaria; se trata de lograr que cada individuo reciba lo que necesita. El quinto, la transformación digital; nos vamos a relacionar de manera diferente y vamos a trabajar en base a algoritmos. Y el sexto reto, y último, son las nuevas competencias profesionales y el liderazgo ético. Tenemos que lograr espacios respetuosos con los profesionales y para ello se necesitan líderes ‘servidores’. Es un cambio necesario porque hay mucho malestar. El sector se tiene que impregnar con un liderazgo con valores y ética de servicio.
P: Venimos de la moda de la ingeniería de procesos y de la reingeniería de procesos. ¿Qué toca ahora en materia de gestión sanitaria?
R: La mejora de los procesos es algo que se tiene que dar de manera continua; no lo podemos abandonar nunca. Quizá ahora sea el momento de la profesionalización, que pasa por aceptar una cultura de la evaluación. Buscar los buenos resultados es imprescindible pero no lo estamos haciendo.
P: Esa cultura ya existía en Cataluña, que llegó a disponer de una central de resultados de la sanidad catalana que inicialmente fue bastante transparente y, además, nominal (identificando a los centros).
R: Ahora volverán a publicarse datos, en esta ocasión relativos a 2021, y tendrán formato digital. La transparencia no pasa de moda.
P: En estos momentos parece que lo más urgente es la gestión de los recursos humanos, especialmente por la falta de profesionales, que en los últimos meses se ha visto en enfermería.
R: Obliga a mejorar la gestión de las personas la falta de profesionales y porque las nuevas generaciones apuntan a otra tendencia diferente a las anteriores. Los nuevos tienen valores que se parecen poco a los de antes. Son más inconformistas, tienen menos paciencia. Ahora se les pueden reclamar ciertos sacrificios porque valoran más su vida privada y no sienten ninguna necesidad de crecer en el interior de las instituciones. Cambiar de centro de trabajo les cuesta muy poco. Al margen de eso, necesitamos más enfermeras y que se sientan más cómodas y bien profesionalmente. El caso de los médicos es diferente: no creo que falten muchos más, quizá no están bien distribuidos y están haciendo casos que no hace falta que hagan ellos. Es necesaria una planificación que no hemos tenido y, seguramente, más trabajo de valor para ellos. Si lo lográramos, quizá no haría falta más médicos de lo que ya tenemos. En España no estamos tan mal en ratio de médicos por cada 100.000 habitantes.
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