Las infecciones asociadas con la asistencia sanitaria -también conocidas como infecciones nosocomiales- ocasionan una alta morbimortalidad para los pacientes y sus familias, así como una gran carga económica a los sistemas sanitarios. Afectan cada año a millones de pacientes en todo el mundo (se calcula que se producen unas 6.000 muertes anuales), a pesar de que son consecuencia involuntaria y no deseada de dicha atención sanitaria.
No en vano, según el estudio Epine (Estudio de Prevalencia de las Infecciones Nosocomiales en España), entre el 5 y el 10% de los pacientes que ingresan en un entorno hospitalario desarrollará una enfermedad que habrá sido contraída en dicho ambiente.
Muchas de estas infecciones son transmitidas de paciente a paciente mediante las manos de los profesionales y, desde hace años, está probado que la higiene de las mismas es el método más simple y más efectivo para reducir las infecciones asociadas con la asistencia sanitaria.
Lo cierto es que el concepto de higiene o lavado de manos no es algo novedoso. En el siglo XVIII, el médico escocés sir John Pringle fue el primero en defender la teoría del contagio animado como causante de las infecciones nosocomiales, así como el precursor de la definición del concepto de antiséptico.
En el marco de la enfermería, de hecho, ya destacaba Florence Nightingale como impulsora de la higiene de manos con el objetivo de promover la seguridad del paciente y crear un ambiente de prácticas seguras. En su libro Notas de Enfermería: qué es y qué no es, sostiene que toda enfermera debe lavárselas con frecuencia a lo largo del día. ¿Pero se hace bien la técnica en los entornos sanitarios?
Para contestar a esta pregunta y determinar los factores que influyen en la adecuada higiene de manos de los profesionales de las unidades de Cuidados Intensivos (CI), Ana B. Sánchez de la Ventana -enfermera de una de las unidades de CI del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), responsable de Higiene de Manos de la unidad y miembro del grupo de observadores de su correcto cumplimiento en este centro hospitalario- decidió poner en marcha la investigación Valoración de la técnica de higiene de manos en profesionales de cuidados intensivos: estudio descriptivo, cuyo análisis estadístico se realizó con el programa SPSS versión 22.0 y cuya población de estudio fueron los 110 profesionales de la Unidad de Cuidados Intensivos del centro hospitalario.
"Tanto en mi labor de responsable de Higiene de Manos como de observadora, he podido comprobar cómo las sesiones formativas que se han impartido en el centro hospitalario han mejorado el grado de cumplimiento. A pesar de ello, tenía la inquietud de conocer si la técnica se realizaba de forma efectiva y lo comprobé con este estudio descriptivo, transversal y aleatorio simple", explica esta enfermera, cuyo estudio descriptivo obtuvo el segundo galardón de los VI Premios de Investigación del Colegio de Enfermería de Madrid (Codem).
Añade que las manos son la principal vía de transmisión de gérmenes durante la atención sanitaria, lo que hace que la higiene de las mismas sea la medida mas eficaz para evitar su transmisión, evitando así las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria.
¿Qué factores influyen en la higiene de manos?
El objetivo principal del estudio de Sánchez de la Ventana ha sido determinar los factores que influyen en la adecuada higiene de manos de los profesionales de cuidados intensivos. Para ello, evaluó la calidad de la técnica, comparándola en función de la edad, el género, la categoría profesional y la formación en higiene de manos. Además, identificó la influencia del uso de pulseras, anillos, relojes y esmalte de uñas en el resultado.
Se empleó una caja con luz ultravioleta y una solución con fluorisceina para comprobar si los profesionales realizaban correctamente la técnica de higiene de manos
"Para la evaluación de la técnica, se dividieron las manos en seis zonas: palma, dorso, espacios interdigitales, pulgar, uñas (incluye punta de los dedos) y muñeca, basadas en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cada zona puntuaba un punto cuando se consideraba como correcta, siendo la puntuación máxima esperada de 12 puntos. Para ello, se dispuso de una solución hidroalcohólica que contenía fluoresceína y una caja negra con luz ultravioleta en su interior. Al introducir las manos en la caja tras la aplicación de la solución y colocarlas bajo la luz ultravioleta, se identificaron las zonas que habían estado en contacto con la misma, ya que estas adquirían un color blanco a diferencia de las que no habían estado en contacto con el producto, que mostraron un color oscuro".
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/DHP4Qle
No hay comentarios:
Publicar un comentario