El desarrollo e implantación de sistemas robóticos ha supuesto un antes y un después en el ámbito quirúrgico. Se considera ya uno de los grandes avances tecnológicos que favorece, sobre todo, al manejo de las patologías más complejas. Supone un paso técnico más depurado derivado de la cirugía laparoscópica, metodología que, no obstante, sigue ocupando actualmente un puesto quirúrgico destacado.
Urología, Ginecología y Cirugía General -sobre todo de Aparato Digestivo-, fueron algunas de las primeras especialidades en incorporar los nuevos sistemas robóticos para intervenir lesiones de características, en su mayoría benignas. Se han ido incorporando, paulatinamente, procesos de Cirugía Cardio-torácica, Cirugía Pediátrica, Otorrinolaringología, ciertas patologías de Neurocirugía, Cirugía Oral y Maxilofacial, entre otras, y con perpectivas de ampliación continua.
El ámbito oncológico no podía quedar ajeno a las bondades de la robótica teniendo en cuenta que en muchos de los casos, las patologías tratadas son de suma complejidad y, por tanto, se benefician de las ventajas técnicas que ofrecen sistemas como el robot Da Vinci: un abordaje menos invasivo que favorece el alta hospitalaria más precoz -al día siguiente de la intervención en la mayoría de los casos-, así como una recuperación postoperatoria más rápida.
Se trata de una cirugía que se caracteriza por ser mínimamente invasiva que se apoya en la imagen tridimensional de alta definición, que mejora la ergonomía del cirujano –lo que permite que las intervenciones largas sean más soportables-, y que aporta un mayor rango de movimientos gracias a instrumentos articulados que permiten rotación de casi 360 grados.
Garantías oncológicas con precisión y seguridad
Estas características se traducen en una mayor precisión quirúrgica, lo que implica un aumento de la seguridad para los pacientes. Y, por supuesto, asegurando, en todo momento, los resultados oncológicos: parámetros como eficacia, tasas de recidiva, así como de supervivencia son los mismos que registran las series que comparan las distintas vías de abordaje.
En los últimos años, el robot Da Vinci se ha ido incorporando al tratamiento de procesos ginecológicos oncológicos que anteriormente se realizaban por cirugía convencional y más recientemente por vía laparoscópica.
En este ámbito, "la cirugía robótica constituye un gran avance tecnológico en el abordaje de la patología quirúrgica, singularmente en las más complejas, con evidentes ventajas respecto a la cirugía laparoscópica tradicional”, señala Elsa Mendizábal, jefa de la Sección de Ginecología Oncológica y Patología Mamaria del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, centro que ha realizado ya más de 30 intervenciones con el robot Da Vinci en cirugía ginecológica, en pacientes oncológicas, con resultados muy favorables.
Mendizábal explica que en estos momentos se están tratando con esta metodología a pacientes oncológicas "de alta complejidad porque son las que mayores beneficios obtienen con el robot. Fundamentalmente se abordan cáncer de endometrio, cáncer de ovario y patología asociada con el cáncer de cérvix", patologías que anteriormente se abordaban mediante vía endoscópica tradicional.
Normalmente, los profesionales seleccionan a las pacientes de mayor complejidad porque el robot ofrece máxima precisión. "Permite una visión tridimensional que no aporta la cirugía laparoscopia estándar bidimensional. Además, dispone de instrumentos con una rotación en las articulaciones de casi 360º, lo que reproduce con bastante precisión los giros de la muñeca del cirujano, lo cual aporta versatilidad. Corrige el posible temblor del del cirujano y, en cirugías largas, la ergonomía que ofrece también es favorable".
Casos de elevada complejidad
La complejidad puede referirse, según la cirujana, a la patología oncológica -tratamiento de estadios tumorales más avanzados- o al perfil de la paciente -mujeres obesas o con morbilidad asociada-. "En mujeres muy obesas, por ejemplo, la robótica ofrece matices tecnológicos que nos permiten no generar tanta distensión en el abdomen”.
En estos momentos, en el tratamiento quirúrgico de los cánceres de endometrio, cérvix y ovario, "las indicaciones deben ser completamente personalizadas porque, además, en cada uno de estos tipos tumorales los estadios son diferentes. Así, por ejemplo, las fases avanzadas de cáncer de ovario no se pueden abordar por robot ni por vía laparoscópica, siendo lo más recomendable recurrir a la vía abierta. En cérvix se reproduce una situación muy similar. Hay que seleccionar los casos para comprobar si se puede abordar por cirugía mínimamente invasiva, bien sea laparoscópica o robótica".
En cáncer de cérvix, la responsable de Ginecología Oncológica y Patología Mamaria explica que los datos del estudio retrospectivo LACC demostraron que las cirugías de cáncer de cérvix que se intervienen por laparoscopia tienen más riesgo de recaídas que las que se someten a cirugía abierta. "Hoy en día, casi siempre la recomendación en cuello uterino es abrir, pero sobre todo seleccionar exhaustivamente los casos, ya que hay mujeres con patología avanzada que pueden tratarse por laparoscopia y, sin embargo, en otros más incipientes es necesaria la cirugía abierta. Es un ejemplo de cirugía personalizada, aunque en realidad en ginecología oncológica todos los abordajes son personalizados".
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