Cerca de un 7% de los pacientes diabéticos desarrollan edema macular diabético, mientras que la degeneración macular avanzada (neovascular y atrófica) afecta a entre el 2% y 3% de los mayores de 65 años, "que son muchas personas porque en nuestro país una importante franja de la población está en ese rango de edad", puntualiza Alfredo García Layana, director del Servicio Oftalmológico de la Clínica Universidad de Navarra y presidente de la Sociedad Española de Retina y Vítreo (SERV).
Son problemas que trastornan la vida cotidiana de quienes los sufren y causas principales de la alteración visual y ceguera en las personas con más de 50 años en Europa. Su tratamiento plantea complicaciones. Los pacientes con DMAE neovascular y edema macular diabético tienen que someterse a inyecciones intraoculares de fármacos cada uno, dos o tres meses. Los que padecen una degeneración macular atrófica deben conformarse con suplementos nutricionales enriquecidos con vitaminas, pero su patología carece de tratamiento específico.
Con todo, se está produciendo un cambio de paradigma. "Poquito a poco vamos dando pasos. Hace 23 años no existía ningún tratamiento para la DMAE, hemos mejorado mucho en este terreno con la llegada del siglo XXI", asevera el profesor Francisco Gómez-Ulla, fundador y director médico del Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla de Santiago de Compostela.
El Ministerio de Sanidad ha aprobado la financiación de Vabysmo (Faricimab), el primer anticuerpo humanizado bioespecífico para uso intraocular, que se dirige a dos vías distintas implicadas en la DMAE neovascular o húmeda y en EMD. Los estudios han demostrado que casi el 80% de los pacientes tratados alcanzan un intervalo de tratamiento de cada 3 ó 4 meses, manteniendo ambas enfermedades controladas.
Brolucizumab fue el último fármaco en aparecer en el mercado destinado a la DMAE húmeda. "“Ha facilitado la prolongación de los intervalos de tratamiento al ser más potente, pero su utilización generalizada se ve un poco mermada porque hay un pequeño porcentaje de pacientes, menos del 1%, que desarrolla una reacción inflamatoria, y hay que hacer más revisiones adicionales", explica el presidente de la SERV.
El mecanismo de acción de los fármacos que se usan actualmente se centra en bloquear el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF), mientras que Vabysmo está diseñado para bloquear no solo el VEGF sino también la angiopoyetina-2 (Ang-2), otra vía de la enfermedad que contribuye a la pérdida de visión y la desestabilización de los vasos sanguíneos.
García Layana subraya que Vabysmo permite incrementar la durabilidad de los efectos con un excelente perfil de seguridad: "Es un fármaco igual de potente que permite alargar los intervalos de tratamiento, pudiendo llegar a los cuatro meses, además de tener un muy buen perfil de seguridad".
En el caso del edema macular diabético, Vabysmo inhibe la exudación de los vasos de la retina mediante el mismo mecanismo de acción, alargando también los períodos entre inyecciones y sin prácticamente efectos secundarios.
La reducción de la presión asistencial en el sistema sanitario, de la ansiedad de los pacientes ante las inyecciones intraoculares y de la sobrecarga para los acompañantes, son otros efectos colaterales positivos de la incorporación del nuevo medicamento.
"Una revolución"
Por otro lado pero no menos importante es la aparición de Syfovre e Izervay, dirigidos a la DMAE atrófica (seca). "Supone una revolución porque contamos con un tratamiento en una enfermedad que estaba huérfana y además supone una vía para trabajar, vemos por donde podemos ir", significa el director del Servicio Oftalmológico de la CUN y presidente de la SERV.
La Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) ha aprobado ya ambos medicamentos y se prevé que estén disponibles en España durante el próximo año. "Es uno de los acontecimientos más importantes en el campo de la retina en más de una década. Me recuerda a lo que sucedió a principios de este siglo con la terapia fotodinámica para la DMAE húmeda, que luego quedó relegada con los fármacos", destaca Francisco Gómez-Ulla, cuya clínica ha participado en los estudios internacionales.
El efecto de ambos fármacos es ralentizar la evolución de la enfermedad: "No mejoran la visión, pero enlentece el avance. Hay que pensar que la evolución de esta DMAE con atrofia geográfica puede durar muchos años, así que estos tratamientos pueden suponer prolongar mucho el tiempo de vista útil", aclara Alfredo García Layana.
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