Las unidades de Rehabilitación Cardiaca sufrieron un gran impacto durante la primera ola de la pandemia por la covid-19 en España. Así lo vivió en sus propias carnes Silvia Pérez Ortega, presidenta de la Asociación Española de Enfermería en Cardiología (AEEC) y enfermera clínica cardiovascular en el Hospital Clínic de Barcelona.
“El elevado número de pacientes por la covid-19 que ingresaron en pocos días hizo reestructurar las plantillas, haciendo que el personal y los espacios más prescindibles fueran derivados a trabajar con pacientes covid, incluso algunas unidades de rehabilitación cardiaca fueron transformadas para dar asistencia a estos pacientes”, asegura.
Para valorar cómo se había visto afectado el personal enfermero experto en cardiología durante la pandemia, así como determinados servicios, la AEEC realizó un estudio que reveló que todos ellos vieron reducida su actividad y que más de la mitad de su personal fue designado a unidades covid-19. Así, las unidades de hemodinámica vieron reducido su personal de enfermería en un 58,7%, prevención y rehabilitación cardiaca (44,4%), unidad de insuficiencia cardiaca (41,7%) y electrofisiología y estimulación cardiaca (40,9%).
“En la primera ola de la pandemia se vieron claramente dos efectos: un rápido incremento de pacientes covid-19 hospitalizados, muchos de ellos críticos; y el descenso brusco de pacientes con patología cardiovascular”, explica esta enfermera cuya experiencia clínica, a lo largo de 20 años, se ha basado principalmente en cuidados agudos cardiovasculares.
De hecho, recuerda que desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC) se realizó un estudio en el que participaron 73 centros y se identificó una reducción del 40% en el infarto agudo de miocardio (IAM).
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“A finales de abril ya se había iniciado una campaña desde la Fundación Española de Corazón para promover que la gente con Infarto avisara rápidamente a los servicios de emergencia y no se quedara en su casa. Posteriormente, ha sido necesario implementar otras estrategias para seguir controlando a los pacientes, individualizando en cada caso y priorizando la visita telefónica/telemática a la visita presencial”, indica la presidenta de la AECC, que tienen alrededor de 1.250 socios activos.
Seguimiento telemático y videollamada
Para realizar el mejor seguimiento del paciente cardiaco en tiempos de la covid-19, se han empleado herramientas y recursos adaptados a las actuales circunstancias sociosanitarias. De hecho, en algunas áreas, esta pandemia ha promovido un aumento exponencial del seguimiento telemático y la videollamada con buenos resultados.
“Este es el caso de la monitorización de dispositivos cardiacos de manera remota. Se trata de una tarea que realiza la enfermera de electrofisiología o estimulación cardiaca, pero que no se ampliaba en muchos centros debido a la carga asistencial que supone. Ahora, sin embargo, se ha visto que es una opción muy segura de seguimiento para el paciente y que, además, resulta una buena alternativa en estos momentos, donde queremos evitar que los pacientes se desplacen innecesariamente a los centros sanitarios”.
En otras consultas, enfermera de cardiología se han tenido poco a poco que reinventar. “Aunque la mayoría de profesionales prefieren la consulta presencial, han logrado estrategias para seguir tratando a los pacientes con seguridad. Van a ser necesarios estudios que comparen la atención que ofrecíamos antes de la pandemia y ahora, tanto desde el punto de vista de las complicaciones, como en la satisfacción del paciente”.
Añade, además, que también deben promover que el paciente no se quede en casa si tiene un problema de salud, “e incitamos a los diferentes servicios de los centros a proporcionar teléfonos o direcciones de correo para aquellos pacientes que son dados de alta que puedan consultar en caso de dudas”.
Pérez Ortega recuerda que en los momentos más álgidos de la pandemia, todos los servicios de cardiología sufrieron modificaciones, bien por el cese de la actividad quirúrgica programada o porque el hospital estaba colapsado y necesitaba profesionales sanitarios de estas áreas para tratar pacientes covid-19.
“La telemedicina se emplea en diferentes áreas de cardiología de manera habitual en algunos centros, como son la rehabilitación cardiaca y la insuficiencia cardiaca. En aquellos servicios que ya disponían de esa tecnología, se ha seguido utilizando. Sin embargo, no es una práctica que esté demasiado extendida por falta de recursos, y no ha podido implementarse en plena pandemia”, dice.
La videollamada, sin embargo, sí ha sido muy útil para conectar pacientes y familias durante la pandemia. “Para los que hemos trabajado en primera línea ha sido un recurso muy utilizado. La filosofía de tener las unidades de cuidados intensivos abiertas a visitas se vio truncada de golpe, por una restricción total. La videollamada nos ha permitido humanizar parcialmente esta situación tan deshumanizada”.
Faltan enfermeras expertas en cardiología
Para mejorar los cuidados en las diferentes áreas, en los últimos años se han ido incorporando equipos multidisciplinares -que incluye una enfermera experta en cardiología- que evalúan de manera integral al paciente.
“Diferentes guías europeas de la European Society of Cardiology elogian el papel de estas enfermeras dentro de los equipos por su visión holística y gran papel en la educación sobre los factores de riesgo y con resultados de mejora de la adherencia a los tratamientos. También se incorpora la necesidad de debatir con el paciente las mejores opciones de tratamiento. Para ello resulta útil medir los resultados reportados por el paciente (PROMS-Patient Reported Outcome Measure) sobre su calidad de vida general y funcional, así como los efectos o eficacia del tratamiento”, explica.
También recuerda que cuando se intenta dar esta atención para mejorar la salud del paciente cardiovascular, el personal enfermero capacitado debe estar ampliamente formado en esa área y poseer las competencias necesarias. “No hay manera de equilibrar la balanza entre una enfermera que sirve para cualquier área y un cuidado de calidad que mejore los resultados de salud. Las consultas de enfermeras de insuficiencia cardiaca, hemodinámica, dispositivos cardiacos, heridas,… van demostrando buenos resultados de salud, evitando complicaciones y promoviendo la adherencia a tratamientos”, indica.
Estas consultas, de hecho, las suelen llevar enfermeras de práctica avanzada, con formación mínima de máster. “Tienen un rol específico dentro del equipo multidisciplinar y autonomía para tomar algunas decisiones. Sin embargo, todavía no se cuenta con ellas en todos los centros. No porque no sean rentables, que lo son, sino porque la falta global de enfermeras dificulta ampliar los roles de las existentes”.
Según la presidenta de la AEEC, la ratio de este tipo de enfermera en los hospitales de la red pública “no es demasiado mala, aunque existe gran variabilidad dependiendo de cada centro”.
La especialidad vía EIR o ACE
La enfermera de cardiología necesita unas competencias básicas que no están suficientemente desarrolladas en los planes formativos de grado. “Aunque el plan de estudios de grado en Enfermería es muy completo, incluye un elevado número de horas prácticas y permite al alumno tener una visión de la enfermera global en diferentes áreas, se necesita mucha más experiencia práctica para manejarse con un infarto agudo de miocardio, identificar y tratar rápidamente diferentes arritmias, asistir al cirujano en una reapertura esternal o educar sobre el régimen flexible de diuréticos en insuficiencia cardiaca, por decir algunos ejemplos”.
De hecho, reconoce que ya empieza a ser una reclamación replicada desde diferentes asociaciones enfermeras: la regulación de unas especialidades bien por la vía EIR o por áreas especializadas de capacitación específica (ACE).
Perfiles específicos
Además de la especialización en cardiología, existen diferentes áreas que tienen un perfil más específico con unas competencias avanzadas que requieren una formación y capacitación aún más concreta.
“Es el caso de las enfermeras en hemodinámica, que son las que dan asistencia en el infarto agudo de miocardio cuando se realiza el cateterismo emergente. La gravedad del paciente y la emergencia las obliga a estar capacitadas para asistir al cardiólogo hemodinamista, manejar el polígrafo y atender aquellas urgencias vitales que pueden suceder durante el procedimiento”.
Tanto el perfil profesional de las enfermeras de hemodinámica y cardiología intervencionista, como el sistema de acreditación de estas competencias avanzadas ya están definidos y publicados. “Desde 2014, se ha acreditado un gran número de enfermeros en hemodinámica. Este sistema de acreditación se basa en la adquisición de las competencias que proporciona la experiencia junto con un programa formativo de Master en hemodinámica”.
Desde la AEEC ya tienen prácticamente definidos el resto de perfiles y están en la fase de acabar de consensuarlo con expertos para su publicación. “El camino no es fácil ni corto, pero las asociaciones somos el vehículo que debe promover la especialización de los cuidados y proporcionar ámbitos de trabajo que apoyen la práctica segura y competente”.
Se investiga muy poco
Se investiga poco en enfermería. “Existen infinidad de técnicas o prácticas exclusivas enfermeras y, sin embargo, cuesta muchísimo conseguir evidencias. Nos falta tener el hábito de querer mostrar al mundo lo que podemos mejorar y nuestros resultados de salud. La elevada carga asistencial, nos impide hacer investigación en nuestra jornada laboral”.
Además, explica que la investigación requiere de la implicación de muchas horas y recursos que no son fáciles de conseguir. “Se debería abogar por plazas vinculadas entre asistencia e investigación o asistencia y docencia. Si bien existen en otras profesiones, en enfermería son ocasionales”, concluye.
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