En medio del anárquico catálogo de fármacos que iniciaron ensayos clínicos en los primeros meses de la pandemia, al profano le llamaban la atención varias propuestas con la vacuna antituberculosa BCG (Bacilo Calmette-Guerin), con una historia centenaria. En la web clinicaltrials.gov, que aglutina los ensayos de casi todo el mundo, figuran ahora 22 con la BCG para covid-19, en su mayoría en fases iniciales.
Uno de ellos es el Brace, que arrancó esta primavera en Australia y al que hace mes y medio se sumó España. “Se trata de un estudio controlado, con vacuna y placebo”, explicó Antonio Rosell, director del Área del Tórax en el Hospital Germans Trias, de Badalona. “Haremos un seguimiento de los participantes durante 12 meses. La vacuna será efectiva si hay menos infecciones en los que han recibido la BCG”. Con el apoyo de la Fundación Bill&Melinda Gates, el estudio Brace se ha podido ampliar a Europa con el objetivo de llegar a 10.000 participantes en total. Actualmente se está llevando a cabo en siete hospitales de Australia, seis de los Países Bajos y seis de España: el Germans Trias, el Mútua de Tarrasa, el Virgen de Macarena de Sevilla, el Lozano Blesa de Zaragoza, el Marqués de Valdecilla de Santander y Cruces de Bilbao. También se han incorporado varios centros de Brasil.
¿Es que hay alguna similitud entre el SRAS-CoV-2 y el bacilo de Koch? A primera vista no, pero “durante mucho tiempo se ha sabido que tiene un efecto protector general contra una serie de enfermedades bacterianas y virales distintas de la tuberculosis, incluida la sepsis neonatal y las infecciones respiratorias”, como el virus sincitial en los niños, comenta Moshe Arditi, director de la División de Enfermedades Pediátricas e Infecciosas e Inmunología en el Hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles y coautor de un estudio que se publica este mes en The Journal of Clinical Investigation, en el que han comprobado en 6.000 sanitarios el efecto protector de esta vacuna. “Es posible que los vacunados con la BCG hayan desarrollado una respuesta inmune celular más eficiente contra el virus. Sería un puente importante hasta que tengamos las vacunas covid-19 más eficaces”.
Inmunidad entrenada
Como explicaban Luke A. J. O’Neill y Mihai G. Netea, inmunólogos del Trinity College de Dublín, en el número de junio de Nature Reviews Immunology, los mecanismos celulares y moleculares responsables de estos beneficios de la BCG contra infecciones virales se han estudiado sólo en la última década. La vacunación originaría una mayor producción de citocinas proinflamatorias, como IL-1, factor de necrosis tumoral (TNF) e IL-6, cuando los monocitos se estimulan ex vivo con patógenos no relacionados.
“Curiosamente, estos efectos van acompañados de reprogramación transcripcional, epigenética y metabólica de las células mieloides en los vacunados con BCG. Los cambios epigenéticos se manifiestan como modificaciones químicas (metilación y acetilación) de la histona, lo que conduce a una mayor accesibilidad a la cromatina, una transcripción más fácil de los genes importantes para las respuestas antimicrobianas y una mejor función celular”. En resumen, el proceso equivaldría a una inducción de la memoria inmune innata, lo que se conoce como inmunidad entrenada.
Carlos Martín Montañés, profesor de Microbiología en la Universidad de Zaragoza, que lleva dos décadas investigando y ensayando la vacuna MTBVAC, la primera con el bacilo atenuado de tuberculosis humana, a diferencia de la BCG, que usa un bacilo vacuno (Bos taurus), está convencido de esa inmunidad adaptativa que genera la BCG y quizá también otras vacunas como la de la polio o la triple vírica. “Es más evidente en los niños, seguramente por sus vacunaciones recientes, lo que explicaría por qué se infectan mucho menos con el SARS-CoV-2”. Y a su juicio también podría justificar ese tercio de la población que no se contagia o son asintomáticos. “La inmunidad entrenada tendría un efecto heterólogo frente a varias agresiones víricas”.
Dada la eficacia que ya había probado en las formas respiratorias de tuberculosis, su vacuna, la MTBVAC, obtuvo financiación del Instituto Carlos III para probar en Macacus rhesus si también es eficaz contra la covid-19, pero, de momento, se está a la espera de resultados. divergencias.
Discrepancias
En las bases bibliográficas aparecen casi dos centenares de estudios que evalúan las posibilidades de la BCG ante la covid-19, pero como en tantos capítulos de esta pandemia no hay consenso sino desesperantes divergencias. Un análisis de 160 países efectuado por el equipo de Melvin Joy, del Christian Medical College de Vellore en la India, publicado en septiembre en Clinical Epidemiology and Global Health, concluía que los países con una cobertura de BCG superior al 70% tenían 10 infecciones menos por 10.000 habitantes. Otro ensayo en fase II con 60 pacientes de varios centros de la India prepublicado este mes en MedRxiv validaba también la eficacia de la BCG frente a los cuidados estándar. En Science Advances de agosto, científicos de la Universidad de Michigan también la aconsejaban tras analizar casos y muertes en 135 países. Y, como cita Carlos Martín, el ensayo en fase III Activate, de las universidades de Atenas y Nimega (Holanda), con 168 mayores concluía con resultados positivos, según se informaba el mes pasado en la revista Cell. Y un equipo japonés de la Universidad de Kumamoto afirmaba en septiembre en Vaccine que la BCG tenía nueve secuencias de aminoácidos similares con el SARS-CoV-2.
En cambio, una revisión de estudios publicada en octubre en Scientific Reports por un equipo del Centro de Cáncer MD Anderson de la Universidad de Texas mostraba que después de la corrección de las variables de confusión no hubo asociación entre la política de vacunación del BCG y la tasa de propagación de la covid-19 ni su mortalidad. Lo mismo dice otro estudio de este mes en MedRxiv del Instituto Beckman en California sobre la inmunidad adaptativa de las inmunizaciones infantiles. Quizá por eso el grupo de Radha Gopalaswamy, del Instituto de Investigación en Tuberculosis de Chennai, India, titulaba en octubre en la revista Vaccines: “El extraño caso de la BCG y la covid-19: el veredicto sigue en el aire”.
Clément de Chaisemartin, de la Universidad de California, y Luc de Chaisemartin, del Hospital Bichat de París, analizaban en agosto en Clinical Infectious Diseases el caso de Suecia, país en el que la interrupción de la vacunación BCG en 1975 de recién nacidos condujo a una caída drástica de la tasa de cobertura, lo que facilita estimar el efecto de la BCG sin los sesgos asociados con las comparaciones entre países. Su dictamen rechaza que la vacunación BCG universal disminuya el número de casos y el de hospitalizaciones. “Si bien se debe evaluar el efecto de una vacunación reciente, recibir la vacuna BCG al nacer no tiene un efecto protector posterior contra la covid-19 entre las personas de mediana edad”.
Paradoja ibérica
La revista Proceedings of the National Academy of Sciences ha sido el foro donde varios equipos se han enzarzado en la polémica sobre si protege o no. Todo partió de la ‘paradoja ibérica’ puesta de relieve por el equipo de Vincenzo Patella, del Hospital de la Esperanza en Salerno (Italia): Portugal tiene más cobertura BCG que España y sus cifras de muertes y contagios son mejores. Varios equipos estadounidenses rebatieron su análisis epidemiológico, si bien con el añadido final de que la cuestión no está ni mucho menos clara, sobre todo teniendo en cuenta la dificultad de deslindar la multitud de factores que colisionan y confunden.
Así, otro estudio italiano en Epidemiologia e Prevenzione, del Grupo de Trabajo Reggio Emilia Covid-19, concluía que los inmigrantes residentes en esa región italiana, en su mayoría provenientes de países con alta cobertura de vacunación BCG, tenían una prevalencia similar de infección que los italianos nativos. Hasta que no concluyan los ensayos en marcha, no será fácil aclararse.
El olfato científico apunta sin embargo a esa “inmunidad entrenada no específica”, en palabras de Carlos Martín, que conferirían no solo la vacuna BCG sino otras como la del sarampión-rubeola-paperas (triple vírica), como sugiere un trabajo estadounidense de este mes en mBio, y hasta la de la gripe, cuya protección cruzada contra el coronavirus la ponen de manifiesto este mes en MedRxiv un equipo germano-holandés, y otro italiano en la revista Vaccines. Pruebas que sustentan los llamamientos para una mayor vacunación antigripal en este año pandémico.
Parentescos
Ignacio J. Molina, catedrático de Inmunología de la Universidad de Granada, recordaba en The Conversation que “aproximadamente el 15-20% de todos los resfriados están causados por los coronavirus HCoV-OC43, -HKU1, -NL63 y -229E, pertenecientes a la misma familia que el SARS-CoV-2”. Tal parentesco puede explicar la inmunidad preexistente de ese tercio de la población que activaría células memoria generadas hace años.
“Si esto es así, podríamos especular que los individuos asintomáticos o con una presentación leve de la enfermedad serían aquellos que tuvieron una exposición previa a los coronavirus del resfriado y conservan una buena dotación de células de memoria”. Y, reforzando los argumentos de la mayor protección de los niños por sus diversas vacunaciones, añade que “como las infecciones respiratorias son muy frecuentes en la infancia, estas células estarían aún muy activas en niños y jóvenes”.
En espera de las vacunas específicas, algunos científicos analizan la protección que parecen proporcionar otras vacunas como la BCG o la de la gripe. Off José R. Zárate Medicina Preventiva y Salud Pública Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/39qEqjA
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