Un equipo científico del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona ha identificado un posible marcador de diagnóstico que predice la eficacia y eficiencia del desarrollo de los óvulos mamíferos. Los hallazgos podrían allanar el camino para generar ovocitos artificiales en el laboratorio, algo que contribuiría a la investigación de las causas y tratamientos de los trastornos de infertilidad y probaría el impacto de fármacos o de productos químicos en la reproducción humana. El estudio se publica en la revista científica The EMBO Journal.
Los humanos tienen 23 pares de cromosomas. Los hombres y las mujeres compartimos 22 de los pares, y los dos que componen el vigésimo tercer par son los cromosomas sexuales. Los hombres suelen tener un cromosoma X y uno Y, mientras que las mujeres tienen dos X. Esto presenta un desafío para la maquinaria celular femenina, ya que tener dos cromosomas X activos genera una sobredosis de productos génicos, un factor mortal para los embriones en desarrollo o un factor carcinógeno para adultos. Para evitar este escenario, las células femeninas inactivan uno de los dos cromosomas X, apagando sus genes y compactándolo.
Se sabe muy poco sobre el impacto que tiene la inactivación del cromosoma X sobre el desarrollo de las células reproductivas. En los mamíferos, los ovocitos se desarrollan a partir de células germinales, células precursoras que migran desde el tejido embrionario hasta las gónadas, que están en la etapa temprana de desarrollo. Aquí las células germinales se dividen por meiosis, un importante proceso de reordenamiento cromosómico que es responsable de la singularidad genética de cada célula germinal. Las células germinales maduran y finalmente se convierten en espermatozoides u ovocitos funcionales.
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