El humo del tabaco es nocivo a diferentes niveles. El de primera mano, para aquel que lo consume; el de segunda mano es el inhalado por aquellas personas que están expuestas a los fumadores; el de tercera mano es el “polvo” del tabaco que se queda impregnado en los objetos y el de cuarta mano es el que contamina el aire, el suelo y el agua: nuestro planeta.
El humo de cuarto mano, o la contaminación ambiental debida al tabaco, también produce enfermedad. Las formas que tiene el tabaco de contaminar son diversas desde su producción, durante su consumo y con los residuos que deja en el planeta. En un informe de 2017 sobre el impacto medioambiental del tabaco, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó de que cada año generamos entre 340 y 680 millones de kilos de residuos procedentes de la industria del tabaco.
El tabaco contiene más de siete mil sustancias tóxicas que respiramos, enrareciendo el ambiente y contaminando como más de diez mil vehículos. Cada vez tenemos más evidencia de que la contaminación ambiental está relacionada con diversas formas de enfermedad. No solo se producen enfermedades de tipo respiratorio, sino que la contaminación ambiental es un factor de riesgo cardiovascular. La polución, a la cual contribuye el humo del tabaco, produce inflamación, estrés oxidativo, disfunción endotelial, favorece los fenómenos trombóticos y da lugar, por tanto, a enfermedad cardiovascular. Cada vez existen más estudios que ponen de manifiesto la relación entre la contaminación ambiental y los eventos cardiovasculares. Sabemos que aquellas personas que viven en zonas con mayor nivel de polución padecen más enfermedad cardiovascular y la supervivencia es menor.
Además, la producción de tabaco da lugar a una pérdida de biodiversidad y aumento del cambio climático. De hecho, es una de las principales causas de deforestación en el mundo. Las principales plantaciones de tabaco se encuentran en los países en desarrollo, deforestando las principales selvas tropicales en las cuales se abandona el cultivo de otros productos por la producción de tabaco. Esto da lugar a un aumento del efecto invernadero, con un aumento del monóxido de carbono y, por tanto, a mayor polución ambiental. Asimismo, las plantaciones de tabaco necesitan de una gran cantidad de fertilizantes y pesticidas que también son contaminantes para el medio ambiente.
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