Los potenciales de acción evocados compuestos (ECAP), como los del sistema de neuromodulación Evoke, están cambiando el panorama de la estimulación medular. Así se puso de manifiesto en la sesión celebrada en el congreso de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (Semdor), celebrado el pasado fin de semana. Este sistema de neuromodulación permite captar la señal del propio paciente y, en base a esa señal de potencial evocado, el propio sistema es capaz de ajustar la intensidad eléctrica que transmite al paciente.
“Tiene una ventaja muy destacada: por primera vez, el paciente participa activamente de la estimulación que le administramos. El mismo sistema ajusta el grado de corriente eléctrica porque capta cambios como que el paciente haga movimientos más o menos forzados, haga maniobras de Valsalva o tosa”, ha explicado Carlos Tornero, jefe de la Unidad del Dolor del servicio de Anestesia del Hospital Clínico Universitario de Valencia y participante en la sesión científica.
El experto ha relatado su experiencia en la vida real con pacientes. Destaca la bajada de intensidad del dolor. “Al lograrlo, mantenida en el tiempo, reducimos la medicación tan fuerte que reciben, que les provoca efectos secundarios, complicaciones e, incluso, llegar a abusar de algunos fármacos”, ha señalado.
Este abordaje está indicado, especialmente, en patología lumbar y cervical tras intervenciones quirúrgicas y en dolor regional complejo, un tipo de dolor causado por una mala interpretación de las señales dolorosas y que hace que haya una gran respuesta por pequeñas señales en el cuerpo.
Contar con el paciente
“También en cualquier tipo de dolor cervival, lumbar, dorsal y para miembros fantasma. Y, cada vez más, con neuropatía diabética y en pacientes con angor, que es aquel paciente con patología cardiaca que no termina de ir bien con medicación ni con otros tratamientos. Este sistema, que ya había sido probado previamente, nos proporciona el diferencial de que nos cuenta lo que le pasa al paciente”, ha añadido Tornero.
Los datos a 24 meses, presentados por Jan Willem Kallewaard, vicepresidente de la Sociedad Neerlandesa de Anestesiología, destacan que se mantiene la calidad de la analgesia proporcionada y, sobre todo, la mejoría en la calidad de vida: puede salir a la calle, pasear, reduce el consumo de fármacos y mejora su estado de ánimo. La calidad de vida fue evaluada por un cuestionario protocolizado.
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