Dentro del avance de la medicina, los ensayos clínicos son una herramienta fundamental e imprescindible. Tanto que sin ellos sería imposible entender hasta dónde hemos llegado y es inimaginable pensar en seguir avanzando científicamente.
Hoy 20 de mayo, en el Día Internacional del Ensayo Clínico, que conmemora el primer ensayo de la historia realizado hace ya 275 años por el doctor escocés James Lind, me gustaría recalcar e insistir que los ensayos clínicos son la única forma de poder crecer en el conocimiento y la disposición de más fármacos. Son la única manera de explorar y probar si la parte preclínica o de investigación en animales es aplicable en humanos.
Detrás de los estudios clínicos hay siempre un trabajo de muchos años. Un fármaco no aparece de la nada; cuando se aplica a personas, tiene ya una amplia y sólida base científica. Por eso, cuando los pacientes participan en un ensayo, existe muchísima evidencia de que ese potencial medicamento debería producir más beneficios que perjuicios.
Ventajas para los pacientes
Para ellos, son buenas oportunidades por varias razones:
En primer lugar, porque a pesar de ser fármacos poco avanzados en el desarrollo, se ha demostrado que tienen particularidades que lo hacen muy atractivos/novedosos.
Segundo: porque en muchos estudios clínicos, estos medicamentos ya han evidenciado actividad preliminar, así que esperamos que se les va a ofrecer algo que será positivo para combatir la enfermedad.
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