"Estamos lejos de conseguir un control óptimo del colesterol en España". Así de tajante es David Fierro, coordinador del grupo de trabajo de Lípidos se Semergen. Según los estudios existentes, casi el 20% de la población tiene el colesterol controlado, mientras que el 80% lo tiene elevado. De ellos, solo el 50% sabe que lo tiene, lo que supone un gran problema por el riesgo cardiovascular que conlleva esta condición, más aún si se combina con otros factores de riesgo como pueden ser la hipertensión, la obesidad o el tabaquismo. Estos datos son extrapolables a Europa y Estados Unidos. "Es una realidad mundial", dice Fierro, quien reconoce que hay países que están peor que España pero pocos que estén mejor.
En Europa hay más de cuatro millones de muertes anuales por un evento cardiovascular y más de 1,4 millones fueron muertes prematuras en personas de menos 75 años que se podrían haber evitado controlando los factores de riesgo. La dislipemia se identificó como factor de riesgo en la mitad de los pacientes que sufrieron el primer infarto. "Si hubiéramos tratado adecuadamente a estos pacientes teniendo el LDL circulante (c-LDL) en rango, se podrían haber evitado gran parte de estos eventos", ha dicho Manuel Mozota, responsable del Grupo de Trabajo de Dislipemia de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Cómo controlar el LDL desde la consulta
Fierro alude a tres pilares básicos a los que se debe recurrir para controlar los niveles de colesterol circulante: detección, diagnóstico y tratamiento. La atención primaria es el primer escalón al que tiene acceso el paciente y por donde se puede detectar la dislipemia. "Aunque no hay indicación de hacer un cribado poblacional para detectar los niveles altos de colesterol, tenemos que tener una analítica con el perfil lipídico de todos los varones a partir de los 40 años y de las mujeres a partir de los 50, en personas sanas, sin otros factores de riesgo". La protección cardiovascular que ofrecen a las mujeres los perfiles hormonales hace que la horquilla de edad sea diferente entre sexos.
Esa detección precoz debe también tenerse en cuenta en la población pediátrica ya que se ha detectado que hasta un 21% de los escolares presentan cifras patológicas de colesterol.
Una vez detectados los niveles lipídicos "tenemos que diagnosticar y comenzar de manera precoz con intervenciones, que no tienen por qué ser farmacológicas sino que pueden ser consejos de estilo de vida y medidas higienicodietéticas", afirma Fierro. Y es aquí donde la enfermera de atención primaria juega un papel imprescindible. "Desde la consulta de enfermería de atención primaria se realizan dos tipos de intervenciones, por un lado, las pruebas diagnósticas, y por otro la educación terapéutica, enfocada a la dieta y los estilos de vida", detalla Silvia Fernández, enfermera especialista en Familiar y Comunitaria.
Convertir al usuario en paciente
"La dislipemia es una cifra en un papel que te aporta un riesgo de tener una enfermedad dentro de diez años", explica Fierro. No duele, no incapacita y "por eso es tan complicado hacer ver al usuario del sistema sanitario que es un paciente", continúa. "Asimilar eso es difícil, sobre todo en la fase premedicamentosa" en la que hay que controlar la alimentación, los hábitos saludables y el ejercicio. "Aceptar ese cambio es importante porque puede retrasar el inicio de las actividades preventivas, perdemos muchos años y llegamos a un momento en le que ya no vale con hacer dieta y ejercicio y hay que medicar".
El mensaje que se debe dar al paciente "debe ir orientado al conocimiento de su patología y a que sea capaz de identificar los riesgos y consecuencias de la misma. Tiene que ser un mensaje claro y directo, y los profesionales deben asegurarse que el paciente lo comprende", afirma la enfermera.
Para poder explicar con detalle los riesgos asociados al mal control de la hipercolesterolemia es necesario lo más preciado, y escaso, en la consulta de atención primaria: tiempo.
"El seguimiento del paciente debe ser individualizado, cada uno va a necesitar unos requerimientos y un plan acorde a sus necesidades", apunta Fierro. Y para esto, la primaria tiene la ventaja de poder controlar las agendas y citar cada semana, si es necesario, aunque suponga una sobrecarga de trabajo. Otra de las ventajas del primer nivel es que conoce al paciente y tiene su confianza. "La credibilidad de los sanitarios de los Centros de Salud es un arma fundamental para poder establecer el cambio de hábitos y mejorar la adherencia del paciente", anuncia Mozota.
Los cambios constantes de la sociedad han hecho que los mensajes también se modifiquen para llegar a más gente. "Ahora se intenta inculcar desde la infancia una vida más sana, actividad física, más consumo de frutas y verduras, así como no fumar. La educación sanitaria es más dinámica, tenemos mucha más información y las redes sociales son fundamentales en la educación sanitaria del individuo y la sociedad", apunta Mozota. Fierro señala a los medios de comunicación como un aliado para difundir mensajes a la población. "Ya hay publicidades que dicen que con el colesterol poca broma. Visibilizar este punto ya implica que ese paciente tiene que asumir que tiene que hacer algo", continúa.
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