Un estudio multicéntrico nacional con datos de nueve hospitales, y presentado en el 47 Congreso de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), concluye que una elevación de las transaminasas tras la vacunación de covid-19 puede indicar el debut o la reagudización de una hepatitis autoinmune.
Concretamente, el citado estudio, incluye 25 pacientes de nueve hospitales académicos españoles, con una edad media de 51 años, vacunados con Pfizer BioNTech (14), Moderna (4), Oxford-Astrazeneca (5) y Janssen (2).
Aplicado el score RUCAM que establece la posible relación causal entre fármacos y lesión hepática, el estudio muestra asociación entre la vacuna y la alteración hepática en más de la mitad de los casos (13 de 25).
Igualmente, establece un diagnóstico al menos probable de hepatitis autoinmune en el 70% de los casos (17 de 25).
La media de tiempo desde la administración de la vacuna hasta el episodio de hepatitis fue de 19 días.
La hepatitis fue leve en 22 de los 25 casos, grave en un paciente y fulminante en dos, por lo que los autores concluyen que “la elevación de transaminasas tras la administración de la vacuna covid-19 debe ser evaluada, dada la posibilidad de diagnosticar una hepatitis autoinmune”.
El estudio está impulsado por el grupo que lleva el Registro de Enfermedades Hepáticas Colestásicas y Autoinmunes (ColHai) de la AEEH.
Una de las investigadoras del trabajo y del grupo ColHai, la hepatóloga Magdalena Salcedo, expone a Diario Médico que los casos de hepatitis autoinmune asociados a la vacunación son “anecdóticos” (25 reportados en el congreso, entre todas los más de 94 millones dosis administradas en España, según el último informe del Ministerio de Sanidad). Y recalca que “sin las vacunas, no estaríamos en la actual situación de infección controlada; solo hay que ver cómo se encuentran las poblaciones en países con menos tasas de vacunación, donde sigue habiendo una alta mortalidad, especialmente entre la población más vulnerable. Las vacunas nos han permitido normalizar nuestras vidas, y el balance entre los posibles riesgos y el beneficio obtenido queda fuera de toda duda".
Una llamada de atención
No obstante, aduce que este tipo de investigaciones ponen de relieve a los médicos una “rareza”, para que puedan estar atentos en la sospecha diagnóstica. “Igual que los hepatólogos estamos atentos a una posible hepatitis A transmitida por aguas residuales, o a una hepatitis E por consumo de productos cárnicos, debemos tener en mente esa posibilidad”.
Y recuerda que este tipo de hepatitis ya se asocia a vacunas diferentes de la de covid-19, como una reacción inmunológica minoritaria en determinados individuos susceptibles, y en la mayoría de los casos “transitoria y controlable”.
También puntualiza que este cuadro no tiene nada que ver con los casos de hepatitis agudas infantiles de causa desconocida que a día de hoy siguen investigándose. “Los cuadros de hepatitis en niños no tienen nada que ver con la vacuna, y en nuestra serie, además, todos eran adultos”.
Asimismo descarta que deba realizarse un test o prueba previa para determinar la susceptibilidad, pues “lo reducido de la casuística no lo permite; hemos constatado una cierta asociación con enfermedad autoinmune de base, pero no es determinante”.
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