«Vamos a mantener los nombres de las personas fuera de nuestras bocas».
Con esta frase tan extraña trasladó el telediario del pasado 4 de abril las intenciones que anunciaba el presentador de los premios Grammy al abrir la ceremonia. Lo que se oye decir al sudafricano Trevor Noah por debajo de la locución es, en efecto, we’re going to be keeping peoples’ names out of our mouths, en alusión al lamentable episodio de unos días atrás en la gala de los Oscar.
Pero nosotros no diríamos nunca que vamos a «mantener el nombre de alguien fuera de nuestra boca». Lo que hay ahí es una interferencia flagrante con el verbo inglés to keep, que combinado con las preposiciones off o out adquiere un valor negativo, equivalente más o menos a ‘no entrar’, ‘no tocar’, ‘no meterse’. En español no le diríamos a un niño «mantente fuera de la piscina» (hasta haber hecho la digestión, claro), sino «no te bañes»; en inglés, en cambio, sí le podremos decir keep out of the pool. Por lo mismo, no traducimos keep off the grass como «manténganse fuera del césped», sino «no pisar el césped» o «prohibido pisar el césped». Volviendo a los nombres, nosotros usaríamos los verbos ‘mencionar’ o ‘nombrar’, o casi mejor ‘mentar’, que nos viene perfecto aquí: todos sabemos lo que es mentarle la madre a alguien y lo que puede pasar a continuación.
Estas interferencias generan extrañeza, como en este caso, pero también pueden ser malsonantes. El año pasado, La Vanguardia ponía en boca de la deslumbrante Milla Jovovich algo que la actriz jamás habría dicho en español: «Quiero llegar a la edad de Harrison Ford y seguir pateando culos». Casi con toda seguridad, lo que dijo Jovovich en inglés era kicking asses, que literalmente significa eso, pero que no suena igual que en español, ni mucho menos, sino que correspondería a algo como «dando guerra» o «al pie del cañón».
Los periodistas hacen muchas veces de traductores. Los médicos, también. Por ejemplo, cuando leen una referencia bibliográfica en inglés y la parafrasean en un trabajo que están redactando en español. Y la buena traducción se rige por tres famosas reglas de oro, formuladas por el filólogo Valentín García Yebra: decir todo lo que dice el original, no decir nada que el original no diga y —quizás la más importante— decirlo todo con la máxima corrección y naturalidad que permita la lengua a la que traducimos. Es obvio cuál de las tres reglas no se está cumpliendo en el asunto de las bocas y los culos.
Lorenzo Gallego Borghini
En español no diríamos nunca que vamos a «mantener el nombre de alguien fuera de nuestra boca» ni que nos gustaría «seguir pateando culos». Los periodistas hacen muchas veces de traductores; los médicos, también. Off Lorenzo Gallego Borghini Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/SrWEPBu
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