La predisposición de las personas con esquizofrenia a las dolencias cardiovasculares y la mortalidad prematura, derivadas tanto de un estilo de vida poco saludable como de factores genéticos o los efectos de los fármacos antipsicóticos, hacen vislumbrar la importancia del ejercicio físico para minimizar riesgos y mejorar el estado de salud.
Sin embargo, apenas existen estudios científicos que identifiquen el tipo de ejercicio físico más adecuado para que sus beneficios sean efectivos en estos pacientes. En este contexto, investigadores del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la Universidad CEU-Cardenal Herrera (CEU-UCH), en Valencia), han dirigido un ensayo clínico para comparar los efectos de tres programas de ejercicio físico -aeróbico, de fuerza y una combinación de ambos- en distintos grupos de personas con este tipo de trastorno mental diagnosticado, “revelando los beneficios a nivel de sintomatología y riesgo cardiovascular asociado a estos pacientes”, según explica la enfermera Loreto Peyró, profesora del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la CEU- UCH y coautora del estudio.
En el estudio, publicado en Scientific Reports, han participado las enfermeras Loreto Peyró Gregori, Laura García Garcés y María Inmaculada Sánchez López, la fisioterapeuta Gemma Biviá Roig (profesoras del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la CEU UCH); Juan Francisco Lisón (profesor del Departamento de Ciencias Biomédicas de la CEU UCH y del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición, CIBERobn); el enfermero Yago Cebolla, y el psicólogo Sergio Lacámara, director y miembro, respectivamente, del Centro de Referencia Estatal de Atención Psicosocial a Personas con Trastorno Mental Grave (CREAP) del Imserso en Valencia; y David Marqués, director técnico de atención a personas con enfermedad mental en la Fundación Santos Andrés, Santiago y Miguel.
El objetivo de la investigación ha sido determinar, mediante un ensayo clínico, los efectos a corto y largo plazo de tres tipos distintos de programas de ejercicio físico –fuerza, aeróbico y combinado- tanto en la sintomatología, como en la composición corporal y la calidad de vida de los pacientes con este trastorno.
En el ensayo participaron 86 personas con diagnóstico de esquizofrenia de seis centros psicosociales valencianos distintos, que fueron distribuidos aleatoriamente en tres grupos. Cada uno realizó un programas de ejercicio diferentes, en tres sesiones semanales durante 16 semanas. Peyró destaca que “dicho programas fueron dirigidos por enfermeros, con la colaboración de los técnicos en actividad física de los centros”. En los tres grupos (fuerza, mixto y aeróbico), cada sesión de entrenamiento comenzaba con 10 minutos de estiramiento y, al final, terminaba con una sesión de 10 minutos de ejercicios suaves de estiramiento “apuntando a los principales grupos musculares”.
Los participantes en el programa de fuerza realizaron ejercicios con bandas de resistencia elásticas para hacer estiramientos de varios grupos musculares, flexiones abdominales, así como sentadillas. En el de ejercicios aeróbicos, eran cuatro series de caminata rápida durante 10 minutos seguidas por un minuto de recuperación.
“Para asegurarnos de que el ejercicio progresaba de moderado a vigoroso, controlamos la frecuencia cardíaca de cada participante. La progresión en la intensidad del ejercicio se lograba aumentando la FC objetivo del participante cada 2 semanas”, explica Peyró. Las sesiones de ejercicio mixto constaban de dos partes: en la primera, similar al grupo de entrenamiento de fuerza, los participantes realizaban un único circuito de ocho ejercicios de fuerza intercalados con un minuto de recuperación para cada ejercicio.
En segundo lugar, como en el entrenamiento del grupo aeróbico, los participantes ejecutaban dos series de caminata rápida durante 10 minutos, seguidos de un minuto de recuperación, con la misma progresión en la intensidad del ejercicio que la descrita para el grupo de entrenamiento aeróbico. Tras las 16 semanas se recomendó a todos los participantes continuar con el ejercicio pautado, para volver a evaluar los efectos 10 meses después de esta primera intervención.
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