Según la organización Health Care Without Harm (HCWH), si el sistema sanitario fuera un país, sería el quinto más contaminante del mundo Así, la huella del sector salud a nivel global equivale al 4,4% de las emisiones netas mundiales, según datos HCWH en 2019. Esta misma organización calcula que, ese mismo año, las emisiones generadas por los gases anestésicos representaron un 0,6% de la huella global de todo el sector sanitario.
"Ya en los años 90 se hablaba de que los gases anestésicos afectaban a la capa de ozono, pero eran otros tiempos y se pensaba que el efecto era mínimo", explica a Diario Médico Emilio Matute, jefe del Servicio de Anestesiología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.
Sin embargo, ya hay evidencia de que ese efecto no es precisamente mínimo y, lo que es más importante, la hay también de que es posible reducirlo hasta prácticamente cero, tal y como ha hecho el grupo hospitalario Sanitas, que ha eliminado de sus servicios de Anestesiología los dos gases más contaminantes, el protóxido y el desflurano.
Así se ha hecho en los hospitales La Zarzuela, La Moraleja y Virgen del Mar, en Madrid, y CIMA, en Barcelona, así como en los centros médicos con cirugía ambulatoria. Matute que, junto con su equipo, impulsaron el proyecto, cuenta cómo se ha desarrollado el proceso y qué más se puede hacer.
Paso a paso
"Cada anestesiólogo usa una combinación de entre 10 y 12 fármacos para anestesiar a un paciente, combinando inhalados e intravenosos, de los que algunos son principales y, otros, coadyuvantes", explica.
El protóxido es uno de estos últimos y, además, "cada vez se usaba menos, no solo por su efecto sobre la atmósfera sino por los efectos secundarios que presenta", a saber, nauseas y vómitos en los pacientes y abortos espontáneos en el primer trimestre de gestación entre el personal de quirófano.
"Ya en 2019 nos planteamos ser el primer hospital en eliminarlo, también porque es muy caro y porque permanece en la atmósfera más de cien años". Matute y su equipo se encontraron con que tanto la dirección del hospital como la compañía estaban completamente alineados con este propósito, por lo que "no costó quitarlo".
El segundo caso ya fue más complicado, dado que el desflurano es un gas de uso principal. Eso sí, "tiene un alto potencial de favorecer el calentamiento global, entre 6 y 10 veces más que lo que usamos ahora". Se trata del sevoflurano, que "presenta resultados incluso mejores con mucho menor potencial contaminante".
Consenso
Sin embargo, está claro que en Anestesiología cada maestrillo tiene su librillo y es difícil romper con lo aprendido y acostumbrado, "no se puede imponer nada, hay que consensuar". Por ello, la eliminación de este gas comenzó con elaborar un protocolo que definiera en qué cirugías era imprescindible (bariátrica y en pacientes frágiles), e ir sustituyéndolo en el resto por sevoflurano.
A los seis meses, este último, apoyado por fármacos intravenosos y utilizado "extrayendo todo el potencial de los sistemas de monitorización neurológica para valorar la profundidad anestésica", había ganado la batalla en lo que a resultados y seguridad del paciente se refiere, por lo que "decidimos eliminar el desflurano de nuestro arsenal terapéutico, y nadie lo echa de menos", afirma Matute.
Tecnología
Pero aún quedaba camino por recorrer para llegar a la huella de carbono anestésica cero. "Es muy difícil llegar a prescindir totalmente de la anestesia inhalatoria, como se ha llegado a decir, pero hay medidas que se pueden tomar".
La más importante, obviamente, es lograr que el gas administrado llegue en su correcta medida al paciente, pero no a la atmósfera.
Para ello, el primer paso fue "utilizar el sistema de circuito cerrado, en lugar de abierto, en la administración de la anestesia a los pacientes, usando la cantidad necesaria para no comprometer la seguridad del paciente evitando al tiempo que el gas llegue a la atmósfera".
En el modelo de circuito cerrado, el anestesiólogo tiene que controlar cada pocos minutos que el flujo es el correcto, "y siempre dejamos margen para no quedarnos cortos". Para evitar esta situación, ahí fue la compañía la que tuvo que realizar una inversión -que se verá compensada con el ahorro en gas desperdiciado- en "máquinas con flujo metabólico, que regulan la administración de gas electrónicamente controlando de forma precisa que solo se administre el consumo metabólico del paciente".
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