El pinzamiento del cordón umbilical, un momento de carácter simbólico (separación del neonato de su madre) que consiste en interrumpir la circulación feto-placentaria colocando dos pinzas de kocher próximas entre sí a lo largo del cordón y cortando entre ellas, no es algo banal desde el punto de vista médico. El momento exacto en el que hay que ejecutar esa técnica, precoz (inmediatamente después del nacimiento) o tardío (entre 30 segundos y tres minutos después), ha generado históricamente controversia. En el siglo XVIII Erasmus Darwin (estudioso del lenguaje humano, médico, naturalista, fisiólogo y filósofo británico, y abuelo de Charles Darwin) se opuso al pinzamiento precoz: "Otra cosa muy perjudicial para el niño es ligar y cortar el cordón umbilical demasiado pronto, se debe siempre esperar, no solo que tenga respiraciones repetidas, sino hasta que cesen las pulsaciones del cordón. De otra manera se perjudica al recién nacido que es muy débil, ya que una parte de la sangre que queda en la placenta debería haberle correspondido a él".
El precoz fue una práctica estándar para disminuir la hemorragia puerperal, la prevalencia de poliglobulia e ictericia neonatal, pero desde hace unos años las guías de práctica clínica y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan el tardío en bebés nacidos a término. Con ello se transfunde desde la placenta al feto un volumen sanguíneo de aproximadamente unos 80 ml en el primer minuto y unos 100 ml a los tres; y de esa forma, por ejemplo, se evita el déficit de hierro en los primeros meses de vida del bebé, según varios estudios.
Pero, ¿qué pasa con los prematuros (nacidos antes de la 37 semanas de gestación)? Una revisión Cochrane publicada en 2019 trató de dar respuesta a esa pregunta analizando todos los estudios relevantes al respecto (40, que suman datos de 4.884 recién nacidos y sus madres). Y concluyó que el pinzamiento tardío (con atención inmediata del recién nacido después del pinzamiento del cordón) en comparación con el precoz se relacionó con una cantidad menor de recién nacidos muertos antes del alta.
Teniendo ese y otros estudios en cuenta, y la propia experiencia, el Hospital de Sant Pau de Barcelona ha anunciado que extiende a los prematuros de menos de 34 semanas lo que ya viene realizando en nacidos a término: llevar a cabo la reanimación del recién nacido con el cordón umbilical intacto (o íntegro) y esperar hasta que deja de latir para cortarlo.
Final del latido del cordón
Esta técnica, "facilita la adaptación de la criatura en su transición a la vida fuera del útero materno, un momento breve pero complejo, con muchos cambios físicos y ajustes orgánicos que afectan fundamentalmente a los sistemas cardiovascular y respiratorio del recién nacido", según Pablo Garcia Manau, adjunto del Servicio de Ginecología y Obstetricia. "Ello nos permite atender al pequeño, reanimarle de manera inmediata, sin tener que trasladarle a ningún sitio y sin desconectarle de la circulación materna", añade.
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