Cada día estamos expuestos a miles de estímulos y nuestro cerebro trabaja incansablemente para registrar nuestras experiencias como recuerdos, creando representaciones mentales de nuestros eventos diarios que permanecen durante cortos periodos de tiempo y si se almacenan correctamente pueden pasar a la memoria a largo plazo. Ahí entra en juego la memoria y conocimientos ya existentes, con los que el cerebro puede crear asociaciones y cuantas más cree mejor será el recuerdo, teniendo las emociones un papel fundamental para esa fijación de los recuerdos.
Por ejemplo, escuchamos silbar a un compañero de trabajo y, tras el ruido inicial, nuestro cerebro reconoce esa vieja canción que fue tan famosa hace unos años. Luego nos acordamos de que nuestra madre, ya fallecida, cantaba esa canción y era de sus favoritas. También sonaba en aquel cumpleaños familiar donde os juntasteis todos por última vez. Es muy probable que a partir de ahora cada vez que se cruce con ese compañero recuerde esa canción y otros recuerdos asociados en su cerebro.
Las teorías científicas actuales sobre la formación de la memoria sugieren que los recuerdos a corto plazo se almacenan en lo que podemos imaginar como una exposición de arte temporal en nuestro cerebro, antes de ser vaciada para representar nuevas experiencias, y una pequeña fracción de estos recuerdos a corto plazo (los más relevantes para nosotros) se trasladan a una exposición más permanente, nuestra memoria a largo plazo, donde se almacenan durante días, años o décadas.
Pues bien, un estudio del Instituto de Neurociencia Max Planck de Florida apunta a una nueva vía para la formación de recuerdos a largo plazo en el cerebro. El trabajo sugiere que la memoria a largo plazo puede formarse independientemente de la memoria a corto plazo, un hallazgo que abre interesantes posibilidades para comprender las enfermedades relacionadas con la memoria.
Formación de la memoria
Las teorías más extendidas sugieren que se trata de un proceso lineal. Nuestra experiencia se codifica en una memoria a corto plazo, que luego se consolida en una memoria a largo plazo. Sin embargo, el nuevo estudio publicado en Nature Neuroscience y realizado por Myung Eun Shin, Paula Parra-Bueno y Ryohei Yasuda, director científico del Instituto Max Planck, sugiere que puede haber otra forma de formación de la memoria de largo plazo.
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