La farmacia está llena. Muchos pacientes esperando. La cola llega hasta la puerta.
Un paciente golpea las llaves en el mostrador, se le ve inquieto, parece que tiene prisa y solo quiere que le den el medicamento y salir corriendo. En cambio, la mujer que está detrás, cabizbaja, parece estar más tranquila.
El farmacéutico atiende al primer señor en el mostrador. Le hace unas preguntas rapídisimas para hacer una buena indicación y el hombre, casi al vuelo, coge la medicación y se marcha casi sin decir adiós ni gracias.
Es el turno de la señora de semblante tímido. Habla bajo, muy bajo, cuando le cuenta al farmacéutico qué le pasa y mira todo el rato a ambos lados no vaya a ser que alguien escuche lo que está contando. Viendo el apuro que está pasando, el farmacéutico le pide que le acompañe a la zona de atención personalizada (ZAP) para poder hablar más tranquilamente y en un ambiente más confidencial.
¿Qué es mejor? ¿Hacer indicación farmacéutica en el mostrador o en la zona ZAP? Esta es la pregunta que lanzaron Julián Laínez Troya y Gema Palacios Gallardo, farmacéuticos comunitarios en Sevilla y Cáceres, durante su intervención en la Jornada Nacional de Indicación Farmacéutica, organizada por la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac) en colaboración con el COF de Sevilla, y que se celebró el jueves en la capital hispalense.
Ventajas
Ambos farmacéuticos expusieron las ventajas e inconvenientes del mostrador y de la zona ZAP, explicaron cómo elegir dónde atender al paciente y si hay que tener una zona ZAP.
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