El creciente eco mediático indiscriminado que han permitido las redes sociales a los grupos negacionistas hace difícil pensar en cualquier estrategia de vacunación sin plantearse siquiera la duda de qué ocurrirá en el caso de las personas que se nieguen a vacunarse contra la covid-19 o que nieguen esas vacunas a sus hijos. La problemática no es nueva; ha estado en los grandes titulares de la prensa en los últimos años de la mano del resurgir del sarampión, pero el estado de pandemia del nuevo coronavirus acrecienta las dudas sobre cómo actuar.
¿Debe obligarse a la vacunación? El presidente del I Congreso Nacional de Covid, Julián Olalla, deja un no se va a obligar implícito en sus palabras: “No se ha logrado la obligatoriedad con otro tipo de vacunas frente a enfermedades con las que llevamos conviviendo siglos. Hay que explicar de forma bien clara que el principal beneficiado es el que se vacuna, pero que colabora con la salud de todos”.
En línea muy parecida, José Luis Jiménez, presidente del Colegio de Médicos de Orense y portavoz de la Organización Médica Colegial (OMC) para estas cuestión explica que “esto es una cuestión absolutamente legal. Esperemos que la sociedad española sea lo bastante razonable como para no llegar a eso. Creemos que es una sociedad lo bastante madura como para no atender a opiniones que no están basadas en ninguna evidencia y que son peligrosas como las de los colectivos negacionistas y antivacunas. El sentir colectivo creo que es, precisamente, el contrario: la sociedad está deseosa de tener una vacuna para poder vacunarse”, concluye el portavoz colegial.
La Ley de Salud Pública permite obligar a la vacunación en casos muy concretos
La Ley de Salud Pública permite obligar a la vacunación en casos concretos cuando se ponga en riesgo la salud de terceros; sobre esta cuestión hay amplia jurisprudencia y ejemplos recientes. Pero si desde la perspectiva legal el tema alberga pocas dudas, no así desde la bioética. En el Instituto Borja de Bioética están en pleno debate sobre imponer la obligatoriedad en la vacunación. ¿Alguna conclusión? Montse Esquerda, directora del Instituto Borja de Bioética responde: “Deberíamos poner todos los mecanismos para no necesitar obligar”. Esto es, se debe generar confianza en la población, a la que se debe explicar bien la situación”.
De la misma opinión es Vicente Soriano, ex asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y codirector del Máster de Bioética de la Universidad Internacional de la Rioja, que afirma: “En general, estoy a favor de la libertad, así que no me gusta que me impongan”.
El profesor de Bioética Miguel Ángel Sánchez tampoco está a favor de que haya una vacunación obligatoria, pero reconoce que la prioridad es lograr una inmunidad de rebaño y para eso es necesario asegurar que un número determinado de personas se inmunice. “Lo deseable sería alcanzar ese porcentaje de población inmunizada necesario de manera voluntaria, pero si no es así, habría que obligar por el bien de la sociedad en su conjunto. Aquí prima el beneficio global”, explica. De Miguel ofrece otra solución: “Que no obliguen a vacunarse, pero sí avale la prohibición de entrada en sitios cerrados a los no vacunados”.
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